Piñones: ¿Quiénes son los racistas?
Carmelo Ruiz Marrero
Carmelo Ruiz Marrero
En el transcurso de esta nueva campaña en favor de megadesarrollos en Piñones se están lanzando, y no por vez primera, acusaciones de que los ambientalistas son racistas.
Ese discurso no es nada nuevo. Por lo menos desde 1988 hay una campaña bien articulada para difamar a los ecologistas tildándolos de racistas, según Juan Giusti, profesor de historia en la Universidad de Puerto Rico. En ese año Ismael Fernández publicó en El Nuevo Día una columna titulada “Reservaciones para negros”, que promovía precisamente esa tésis.
En 1997 varias estaciones de radio pasaron anuncios anónimos en los que se acusaba al Partido Independentista, a entidades ambientalistas como Misión Industrial y al reconocido científico ambientalista Ariel Lugo de racismo por no querer la construcción de hoteles que supuestamente son beneficiosos para mejorar la situación económica de la población de Piñones, que es predominantemente negra. El anuncio alegaba falsamente que los ecologistas favorecían la extracción de arena de Loíza, porque querían destruir el municipio.
El comentarista radial Luis Francisco Ojeda, de WKAQ AM, preguntó al departamento de anuncios de la emisora quién pagaba por ese anuncio en particular, y le informaron que era Bienvenido De Jesús, quizás el mayor exponente del argumento del supuesto racismo ambientalista.
Según Giusti, esa campaña radial tiene que haber costado alrededor de $20 mil, ya que las estaciones le cobran a anunciantes por lo general $800 por día, y estos anuncios salieron en varias estaciones por varias semanas. El profesor también comentó que el interés de De Jesús en el tema del racismo es puramente instrumental y oportunista, ya que nunca ha mostrado interés en ese problema social fuera de Piñones.
Giusti encuentra tristemente irónico que el residente de Piñones Santiago Quiñones Escalera se haya sumado recientemente a la campaña de Joel Katz en pro de la construcción de hoteles y otros megadesarrollos en la comunidad. Por varias décadas, los Katz habían tratado de desahuciar a Quiñones Escalera y sus familiares del predio donde residen, pero nunca pudieron, gracias a la ayuda de los oponentes de los hoteles.
El clan de su madre, los Escalera, vive en esas tierras por lo menos desde principios del siglo XIX. En la década de los 1960, el terrateniente dueño de la parcela la vendió a la familia Katz, cuya única intención era construir hoteles y condominios al estilo de Isla Verde.
Los Katz, a través de su corporación PFZ, intentaron numerosas veces sacar la familia de Quiñones Escalera del lugar y proceder con sus planes de construcción, pero nunca pudieron prevalecer contra la comunidad y los grupos ecologistas.
A fines de los ochenta, cuando los Katz se lanzaron con todos los recursos a su alcance en una ofensiva legal para deshacerse de los “invasores” de una vez y por todas, la familia de Quiñones Escalera peleó en los tribunales con la ayuda de la Corporación de Servicios Legales, Misión Industrial y Juan Giusti como perito historiador.
El profesor nos cuenta que fue impresionante ver a Jack Katz, padre de Joel Katz, quien era entonces y sigue siendo hoy presidente de la PFZ, engabanado y elegantísimo, testificar en la corte, y en el otro lado de la sala, la madre de Quiñones, Demetria Escalera “Doña Mencha”, ya fallecida, humilde pero a la vez con dignidad y orgullo, haciéndole frente al poder de los desarrolladores. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, pero los Katz perdieron y se vieron forzados a reconocerle a la familia el derecho a sobre siete cuerdas.
A pesar de haber hecho negocios en Puerto Rico por décadas, Jack Katz nunca se tomó la molestia de aprender español, y tuvo que comunicarse con la corte mediante un traductor.
Bienvenido De Jesús, el autoproclamado luchador contra el racismo, no ayudó a los Quiñones para nada ni se expresó públicamente sobre la controversia. No fue De Jesús quien ayudó a la familia de Quiñones Escalera, sino los ambientalistas a quienes ahora declara non gratos.
Ese discurso no es nada nuevo. Por lo menos desde 1988 hay una campaña bien articulada para difamar a los ecologistas tildándolos de racistas, según Juan Giusti, profesor de historia en la Universidad de Puerto Rico. En ese año Ismael Fernández publicó en El Nuevo Día una columna titulada “Reservaciones para negros”, que promovía precisamente esa tésis.
En 1997 varias estaciones de radio pasaron anuncios anónimos en los que se acusaba al Partido Independentista, a entidades ambientalistas como Misión Industrial y al reconocido científico ambientalista Ariel Lugo de racismo por no querer la construcción de hoteles que supuestamente son beneficiosos para mejorar la situación económica de la población de Piñones, que es predominantemente negra. El anuncio alegaba falsamente que los ecologistas favorecían la extracción de arena de Loíza, porque querían destruir el municipio.
El comentarista radial Luis Francisco Ojeda, de WKAQ AM, preguntó al departamento de anuncios de la emisora quién pagaba por ese anuncio en particular, y le informaron que era Bienvenido De Jesús, quizás el mayor exponente del argumento del supuesto racismo ambientalista.
Según Giusti, esa campaña radial tiene que haber costado alrededor de $20 mil, ya que las estaciones le cobran a anunciantes por lo general $800 por día, y estos anuncios salieron en varias estaciones por varias semanas. El profesor también comentó que el interés de De Jesús en el tema del racismo es puramente instrumental y oportunista, ya que nunca ha mostrado interés en ese problema social fuera de Piñones.
Giusti encuentra tristemente irónico que el residente de Piñones Santiago Quiñones Escalera se haya sumado recientemente a la campaña de Joel Katz en pro de la construcción de hoteles y otros megadesarrollos en la comunidad. Por varias décadas, los Katz habían tratado de desahuciar a Quiñones Escalera y sus familiares del predio donde residen, pero nunca pudieron, gracias a la ayuda de los oponentes de los hoteles.
El clan de su madre, los Escalera, vive en esas tierras por lo menos desde principios del siglo XIX. En la década de los 1960, el terrateniente dueño de la parcela la vendió a la familia Katz, cuya única intención era construir hoteles y condominios al estilo de Isla Verde.
Los Katz, a través de su corporación PFZ, intentaron numerosas veces sacar la familia de Quiñones Escalera del lugar y proceder con sus planes de construcción, pero nunca pudieron prevalecer contra la comunidad y los grupos ecologistas.
A fines de los ochenta, cuando los Katz se lanzaron con todos los recursos a su alcance en una ofensiva legal para deshacerse de los “invasores” de una vez y por todas, la familia de Quiñones Escalera peleó en los tribunales con la ayuda de la Corporación de Servicios Legales, Misión Industrial y Juan Giusti como perito historiador.
El profesor nos cuenta que fue impresionante ver a Jack Katz, padre de Joel Katz, quien era entonces y sigue siendo hoy presidente de la PFZ, engabanado y elegantísimo, testificar en la corte, y en el otro lado de la sala, la madre de Quiñones, Demetria Escalera “Doña Mencha”, ya fallecida, humilde pero a la vez con dignidad y orgullo, haciéndole frente al poder de los desarrolladores. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, pero los Katz perdieron y se vieron forzados a reconocerle a la familia el derecho a sobre siete cuerdas.
A pesar de haber hecho negocios en Puerto Rico por décadas, Jack Katz nunca se tomó la molestia de aprender español, y tuvo que comunicarse con la corte mediante un traductor.
Bienvenido De Jesús, el autoproclamado luchador contra el racismo, no ayudó a los Quiñones para nada ni se expresó públicamente sobre la controversia. No fue De Jesús quien ayudó a la familia de Quiñones Escalera, sino los ambientalistas a quienes ahora declara non gratos.
- CLARIDAD, 26 de abril 2002
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