sábado, julio 09, 2016

Hilton Ruiz murió hace diez años, se me pasó el aniversario



Recordando a Hilton

Carmelo Ruiz Marrero

(Publicado en El Nuevo Día, 18 de junio 2006)

Fue con gran tristeza que recibimos la noticia de la inesperada y prematura muerte del pianista Hilton Ruiz, uno de los más grandes exponentes del jazz latino en los últimos 30 años. Durante sus 54 años de vida, desarrolló una virtuosidad asombrosa que combinó con un estilo originalísimo e inigualable, fue aclamado por los críticos, y realizó conciertos por el mundo entero; y encima de eso nunca olvidó sus raíces puertorriqueñas.

Tras saber de su fallecimiento, visité la casa de Ana Vélez, historiadora y promotora del jazz, en la urbanización La Cumbre para compartir reminiscencias sobre Hilton. El descomunal amor de Doña Ana al jazz comenzó hace cuatro décadas, cuando se propuso hacer un estudio profundo del jazz desde el punto de vista sociológico, una odisea de varios años que la llevó hasta la biblioteca Arturo Schomburg en Nueva York y que culminó con la publicación del libro de dos volúmenes En Torno al Jazz.

Mientras intercambiábamos anécdotas y pasábamos revista sobre los hitos de la carrera de Hilton, estaba con nosotros también el hijo de doña Ana, Ramón Soto, custodio del Taller de Jazz Don Pedro. El Taller, singular institución musical, organizó muchos de los conciertos de Hilton en Puerto Rico y colaboró estrechamente con él hasta su último día. Ramón conoció a Hilton en 1971 en Nueva York por obra del amigo mutuo y compositor de jazz Bobby Paunetto. Pauneto le exhortó a Ramón a que lo acompañara al Beacon Theater, donde decía él que había un compatriota suyo pianista acompañando a Freddie Hubbard con una virtuosidad fenomenal.

La epopeya musical de Hilton comenzó en la Ciudad de los Rascacielos, donde nació. De padres mayagüezanos, se crió entre la octava avenida y la calle 50 de Manhattan, al ladito de la estación de bomberos. Imagínense cuántas veces habrá tenido que interrumpir sus prácticas debido al ruido de sirenas.

Su amor por la música empezó a los cinco años cuando estaba viendo muñequitos ("dibujos animados" suena charro) en la televisión y escuchó una musiquita que le llamó mucho la atención- luego averiguaría que se trataba de una pieza del venerado jazzista Duke Ellington. Ese día comenzó su romance con el arte de los sonidos; a los 8 tocó en Carnegie Hall y a los 14 estaba tocando bugalú con Ray Jay and the East Siders.

De maestra tuvo a nada menos que Mary Lou Williams, quien también le había dado clases al inmortal Thelonious Monk. Williams fue para Hilton una verdadera enciclopedia musical; hizo de él todo un erudito en la historia del piano afroamericano. Por eso Hilton tocaba estilos afroamericanos como el stride, blues y bebop, con la misma facilidad y dexteridad que exploraba estilos latinos y caribeños como la salsa. En los años siguientes se benefició de la sabiduría de otros grandes profesores, como el boricua Santiago Mesorana, el neoyorkino George Armstrong y grandes del jazz como Joe Newman y el ya mencionado Freddie Hubbard.

Al cumplir los veinte años de edad, Hilton había tocado con Frank Foster, Cal Massey, Joe Henderson, George Coleman y con las bandas de Newman y Hubbard.

A mediados de los 70 estuvo en la banda del singular Rahsaan Roland Kirk, un jazzista tan original e idiosincrático que rayaba en lo peligroso. En la sala de Doña Ana hay una gran foto enmarcada de él tocando simultáneamente tres instrumentos de viento. Kirk, ciego casi desde su nacimiento, efectivamente podía tocar tres saxofones a la vez. Kirk llamaba al jazz “black classical music” y su música prácticamente no tenía influencia europea alguna que se pudiera discernir; sus piezas eran geniales y exquisitas para algunos, y desconcertantes e infernales para otros. Y en medio de ese pandemonio musical estaba el joven Hilton. Kirk lo apreciaba tanto que en sus conciertos de entonces le dejaba el escenario a Hilton por unos minutos para que tocara un solo sin acompañamiento.

En 1975 lanzó su disco de debut, titulado Piano Man, con la colaboración del baterista Billy Higgins y el bajista Buster Williams, y en las tres décadas que siguieron realizó una veintena de excelentes e innovadoras grabaciones.

El estilo sincopado de Hilton ha sido comparado con el de Bud Powell y su extraordinario don ambidiestro era reminiscente de Art Tatum. También se notaba en su obra la influencia de Eddie Palmieri y McCoy Tyner. Pero su mayor inspiración fue John Coltrane, como él mismo lo reconoció. Su repertorio incluía clásicos de Coltrane como “Straight Street”, que está en su primer disco, “Naima” y “Moment’s Notice”. Este última es la pieza que le da el título a su disco de 1991.

Y precisamente en el disco "Moment's Notice" tocó un joven saxofonista que mostraba mucha promesa. Era David Sánchez, quien incidentalmente se había iniciado en el jazz en el Taller de Jazz Don Pedro en los años 80, cuando su sede era en el barrio Santa Rita de Río Piedras. Fue la primera de muchas colaboraciones de Sánchez con Hilton.

A través de su carrera, Hilton tocó con muchos otros jazzistas de renombre como Mongo Santamaría, Pharoah Saunders, Archie Shepp, Charles Mingus, Don Cherry, Chico Freeman, Tito Puente, Jerry González y Paquito D’Rivera, y apareció en programas televisivos con David Letterman, Joe Franklin y Bill Cosby (este último tiene una pasión descomunal por el buen jazz). Su música también se usó en las bandas sonoras de las películas “Crimes and Misdemeanors” de Woody Allen y “American Beauty”. En agosto de 2002 el Congreso de Estados Unidos le hizo un reconocimiento por su servicio a la comunidad y su gran aportación a la música.

En sus giras de concierto llegó a lugares tan lejanos como Australia, Nueva Zelandia, Singapur, Turquía, China, Dubai, Europa y Japón, pero a pesar de eso nunca olvidó a Puerto Rico. Ofreció clínicas musicales en la Universidad Interamericana, la Universidad de Puerto Rico, la Universidad Católica de Ponce y el Conservatorio. Ramón tiene un sinnúmero de gratas memorias de Hilton en Puerto Rico, incluyendo la vez que lo acompañó en una accidentada travesía por lo más recóndito de Maricao buscando parientes. En un período de doce meses entre 2004 y 2005 tocó en la isla ocho veces, acompañado por Jay Hoggard, Giovanni Hidalgo, Dave Valentín y el ya mencionado Freeman, entre otros, en lugares como el Hotel Normandie y el Nuyorican Café.

Su último concierto en Puerto Rico fue el pasado mes de diciembre en El Mojito, un negocio en Morovis donde se estaba celebrando el aniversario del Taller de Jazz Don Pedro. El sábado 10 de junio se suponía que viniera al Taller de Cantautores en Río Piedras a tocar. La banda que lo iba a acompañar tocó de todos modos esa noche en recordación y homenaje a él, frente a una nutrida concurrencia de amigos y amantes del jazz.

Fue Ramón quien me presentó a Hilton en el año 2003. Lo encontré modesto pero a la vez radiante y lleno de energía, serio pero a la misma vez amante de la diversión, trabajaba arduamente y de manera consecuente en aras de la perfección musical pero era también gozaba de la buena compañía y noches bohemias de música y tertulia. En fin, su personalidad era como su música, un balance entre lo erudito y lo ameno. Lo recordaremos siempre.

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