miércoles, junio 23, 2010


Quién alimenta al mundo

Grupo ETC

Presentamos tres fragmentos de uno de los más recientes documentos de investigación del Grupo ETC, con atisbos y cifras del universo de personas, colectivos, comunidades, grupos, que reivindican el cultivar sus propios alimentos [en su sentido más vasto] en todo el mundo y que son muchos más de lo que luego suponemos. Campo y ciudad. Cultivo, recolección, animales de corral, pastoreo, caza y pesca. Este retrato contradice a una industria alimentaria que presume tener las soluciones para el hambre en el mundo. La edición es responsabilidad de Biodiversidad.

El documento íntegro, traducido por Octavio Rosas Landa, puede consultarse en http://www.etcgroup.org

La cadena alimentaria industrial. El modelo agroindustrial habla de una “cadena” alimentaria, con Monsanto en un extremo y Wal-Mart en el otro: una cadena sucesiva de empresas agroindustriales, fabricantes de insumos (semillas, fertilizantes, pesticidas, maquinaria) vinculadas con intermediarios, procesadores de alimentos y comerciantes al menudeo.
Noventa y seis por ciento de toda la investigación agrícola y sobre alimentos ocurre en los países industrializados y el 80 por ciento de esa investigación se ocupa del procesamiento y distribución de alimentos. En la última mitad del siglo pasado, la cadena alimentaria industrial se consolidó tanto que cada eslabón —de la semilla a la sopa— lo domina un puñado de multinacionales que trabajan con una lista de bienes de consumo cada vez más restringida, que tiene a la humanidad en peligro de desnutrición o sobrepeso.
La cadena alimentaria industrial se enfoca en menos de 100 variedades de cinco especies de ganado. Los fitomejoradores corporativos trabajan con 150 cultivos pero se enfocan en apenas una docena. De las 80 mil variedades comerciales de plantas que hay en el mercado, casi la mitad son de ornato. Lo que resta de nuestras mermadas reservas de peces viene de sólo 336 especies, que son dos terceras partes de las especies acuáticas que consumimos. Al perderse biodiversidad, el contenido nutricional de muchos de nuestros granos y hortalizas ha caído entre el 5 y el 40 por ciento, de modo que hoy tenemos que comer más calorías para obtener los mismos nutrientes que antes.
Ante el caos climático, la cadena alimentaria industrial nos impone un régimen de patentes que favorece la uniformidad por encima de la diversidad y refuerza un modelo tecnológico al que le cuesta más tiempo y dinero obtener una variedad diseñada en laboratorio que lograr cientos de variedades convencionales. En resumen, las empresas no saben quiénes padecen hambre, dónde se encuentran o qué necesitan.
El Banco Mundial y muchas agencias de desarrollo bilateral creen en la falacia de que el desarrollo agrícola puede escoger a voluntad qué eslabones de la cadena prefiere aprovechar. Esta visión es ingenua. La razón por la que empresas como Monsanto, DuPont y Syngenta (que controlan la mitad de la oferta comercial de semillas patentadas y más o menos el mismo porcentaje del mercado mundial de pesticidas) se concentran en engendrar cultivos como el maíz, la soya, el trigo y ahora el arroz es porque las grandes compañías procesadoras de alimentos, como Nestlé, Unilever, Kraft y ConAgra pueden manipular sus baratos carbohidratos como relleno (estos cuatro cultivos constituyen dos tercios del aporte calórico para los consumidores estadounidenses) y convertirlos en miles de productos alimentarios (y no alimentarios) que le “dan volumen” a mercancías más caras. A su vez, las empresas procesadoras buscan, por todos lo medios posibles, cumplir las exigencias de las grandes empresas de comercio al menudeo, como Wal-Mart, Tesco, Carrefour y Metro, las cuales demandan productos baratos, uniformes y predecibles en sus estantes y no dudan un instante en intervenir en otros eslabones de la cadena alimentaria para dictar el modo en que deben producirse los alimentos (y elegir cuáles agricultores serán aceptados)
Por medio de una cultura corporativa y mercados compartidos, algunos de los eslabones de la cadena alimentaria han desarrollado fuertes vínculos informales: por ejemplo, Syngenta mantiene una estrecha relación con Archer Daniels Midland; Monsanto con Cargill y DuPont con Bunge.1 El modelo industrial es una cadena cargada de grilletes. Comprar en alguno de los segmentos implica comprar en todos los segmentos del modelo.

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