Modernidad periférica, discursos progresistas
EDITORIAL DE HORIZONTE SUR EN LA AM 690 DEL SABADO 14 DE ENERO DEL 2012 A LAS 9 HORAS
Si el año once terminó mal y con anticipaciones de que las cosas no mejorarían para el común de esta pobre humanidad, este año comenzó peor todavía, y como para dar de esa manera, mayor pábulo a ciertas profecías que circulan, en una sociedad que consume hasta sus propios terrores ancestrales. A las amenazas de una crisis global de los países de Europa que, acosados por la recesión, las deudas y un cada vez mayor desempleo, continúan tambaleándose al borde del precipicio, se sumaron ahora las posibilidades de una guerra de los EEUU con Irán y el consiguiente posible descalabro de los flujos petroleros. En ese contexto de total incertidumbre, la cumbre mundial de Durban que debía ocuparse de remplazar al Protocolo de Kyoto por otros mecanismos capaces de poner freno al creciente Cambio Climático, resultó absolutamente incapaz siquiera de alertar sobre los peligros que se avecinan. Una vez más, lo inmediato se impuso a lo importante. En esta oportunidad, las Corporaciones que dominan el mercado global de granos y que lideran los procesos de agriculturización con tóxicos y semillas transgénicas en el mundo, trataron de que se las reconozca como impulsando procesos que retienen carbono y morigeran el cambio climático, con lo cuál lo único que se logró probar es la colosal locura de un sistema irrefrenablemente depredador y caníbal, que aún frente a la posibilidad cierta de una catástrofe cercana, no puede dejar de pensar en cómo hacer para continuar aumentando sus ganancias.
Las circunstancias que hacen de estas crisis algo diferentes a lo que conocemos, es el modo en que interactúan y se fortalecen mutuamente, o sea, la sinergia que se produce entre ellas, alentada esa sinergia ahora por la rapidez de los flujos financieros, por la instantaneidad de la información y los crecientes colapsos ambientales. Todas estas circunstancias concurren, por otra parte, a complicar el final previsible de la era de los combustibles fósiles baratos y con ella, el inicio del ocaso de la civilización industrial, al menos tal como la conocimos en los últimos doscientos años. Sorprende ver frente a estos descalabros generalizados, propios de un final de época y no de una época de cambios, la impotencia de los pueblos para hallar caminos adecuados con los que enfrentar los nuevos desafíos, tal vez inclusive para poder comprender las situaciones mismas por las que atraviesan y padecen. Cuando digo esto me refiero a la enorme complejidad de la Globalización, así como a lo que alguna vez Vivian Forrester en un libro anticipatorio, denominó con acierto el horror económico planetario.
Seguramente estas dificultades de los Pueblos, tienen mucho que ver con las cargas que se llevan, no tan solo con las derrotas y con las heridas, sino también y fundamentalmente con la inutilidad de los instrumentos de comprensión y de transformación de la realidad, que se han usado hasta el presente y a lo largo de los últimos dos siglos. El conjunto de relaciones que permiten inteligir a una época, que permiten tomar conciencia sobre lo que ocurre, así como las prácticas discursivas que permiten habitar el mundo en que se vive, tanto para conocerlo cuanto para transformarlo, pareciera que no nos sirven o que son tan obsoletas que refieren a otras épocas y no hacen sino conducirnos a sucesivos fracasos. Desde ya que me estoy refiriendo a las obras del siglo diecinueve y veinte, así como a la idea de cambios sociales que hemos alimentado hasta el presente…
De hecho, y con la sola excepción de Islandia, donde se impuso el que se vayan todos y donde las deudas no se pagan, en el resto de Europa, se vive una transición en que los políticos, notoriamente incapaces para continuar con la administración de los negocios públicos, hacen mutis por el foro, mientras se constituyen gobiernos de tecnócratas cuando no sencillamente de banqueros, muchos de ellos públicamente responsables, justamente de las medidas económicas que condujeron a los actuales desastres financieros que ahora se pagan con desempleos y ajustes masivos de salarios, privatizaciones y la más absoluta orfandad en que quedan los sectores pasivos.
¿Qué pasa en la Argentina mientras tanto? En principio, digamos que la situación no es demasiado diferente. Que, en todo caso y tal como corresponde a nuestra actual y penosa modernidad periférica, donde como nos enseñara Rodolfo Kusch el único sitio en que podemos reconocer nuestra autenticidad es en las anomalías o deformaciones, vistas por supuesto, desde los ojos del otro, todo toma las características propias de la caricatura, de lo aberrante y de una mayor demencialidad… En principio, podríamos asegurar que, por lo contrario de lo que piensan nuestros actuales administradores, si es que piensan… digamos que no vivimos por fuera del Planeta, ni exentos o blindados de sus crisis y calamidades. Todo lo contrario, el hecho de que rija en la Argentina desde los años noventa y de manera creciente, hegemónica y absolutamente excluyente, un modelo agroexportador, así como de minería y de producción de Biocombustibles, nos hace vulnerables y sensibles a las más leves oscilaciones de los mercados globales. Sumemos a esta situación de riesgo de desastres, la enorme y creciente inseguridad alimentaria, la devastación del medio ambiente provocada por los procesos extractivos llevados a cabo durante los últimos años, la formidable urbanización producida y alentada por los sucesivos gobiernos, así como la abrumadora dependencia del común de los sectores populares a los recursos asistenciales del Estado, para tener la certeza de que esta situación corre el riesgo de terminar en una catástrofe social y alimentaria sin precedentes.
Esta sequía aguda en la que estamos da por otra parte, nuevas pruebas de ello. Seguramente hace más de un año que podía anticiparse que sobrevendrían estas difíciles situaciones. No se hizo nada para prevenirlas, no se pensó en plan alternativo alguno, sino que se insistió en que alcanzaríamos una cosecha record confiando en la magia de los propios anuncios... En verdad, no existen en nuestro país, particularmente para la zona núcleo, y desde hace muchos años, políticas agrarias que no sean las que fijan los mercados internacionales. Los organismos técnicos del Gobierno como el INTA ofician en la práctica de acompañadores de ese modelo global y promotores del uso de insumos…No existe por lo demás, control ni siquiera estadístico real sobre lo que se produce, sobre su cantidad, su calidad o el modo en que se exporta. El Estado argentino que depende en gran medida de las retenciones a las exportaciones para mantener asistencializados a millones de pobres estructurales, ha dejado paradójicamente, esas importantes medidas de control a las propias empresas sojeras o granarias, que declaran bajo juramento lo que producen y lo que exportan. No es diferente el caso de las mineras que declaran a piaccere lo que se llevan, ni tampoco es diferente el caso de las miles de maquinitas de juego que no tienen controles tecnológicos por parte de este original Estado nacional y popular, benefactor empecinado de las empresas amigas, que confía con candor en las declaraciones juradas que se le presentan, para luego deducir de ellas sus impuestos…
Es a lo anterior a lo que llamamos una modernidad periférica, una modernidad que asimismo, podríamos denominar como proceso de neocolonización corporativo y empresarial, un proceso de neocolonización lo suficientemente “sui generis” como para encubrirse con discursos progresistas y gracias a unos centenares de intelectuales cómplices y a un poder comunicacional y mediático impresionante, ser capaz de montar escenarios fantasmales o acaso ilusorios, que conducen a que los debates argentinos cuando existen, carezcan de asideros, con la dolorosa realidad cotidiana en que viven sumidos los argentinos. Así fue en su momento la actividad destituyente de los sectores del campo que, encubrió el enriquecimiento de las grandes corporaciones sojeras y su extensión sobre el Cono sur. Ahora la escenografía es la de un supuesto enfrentamiento entre el Gobierno y las corporaciones, aunque para nuestra reiterada sorpresa, cuando se menciona a las Corporaciones, descubrimos habitualmente, se esta refiriendo única y exclusivamente al multimedios Clarín, y ello, a pesar de las repetidas declaraciones amorosas de Clarín Rural hacia la Presidenta. Lo insólito es que, la lucha contra la corporación Clarín hace desaparecer del Universo imaginario del oficialismo a los grandes grupos apropiados de la economía y del territorio argentino, los Ezquenazi, los Elsztain, los Wertheim, los Eurnekian, así como las grandes corporaciones: la Barrick Gold, la Exxon, la Panamerican Energy, el grupo Deheza, el Tejar, los Grobo, Techint, etc. dejan de existir y la interpretación de la realidad se acomoda a la mirada binaria de un niño de pocos años, supuestamente nuestra pobre opinión pública…
En definitiva, que si desmalezamos una suma de verdades a medias y de falsos debates con que los intelectuales orgánicos al modelo suelen confundir a la opinión pública, lo que nos queda, es una Argentina profundamente apropiada por las grandes empresas y las Corporaciones. Una Argentina que ha sido secuestrada por Corporaciones como Monsanto, Nidera, Cargill y la Barrick Gold, Panamérican Energy, CRESUD, la corporación de Elsztain y Sollus, la transnacional de Grobocopatel… Una Argentina por lo tanto, fuertemente dependiente de los mercados globales. Ahora bien, los que se apropiaron de la Argentina en los últimos cuarenta años, al igual que una tropa que ocupa un país extranjero, requieren como complemento de sus negocios, algunos administradores nativos de la cosa pública, fiables por supuesto, requieren personeros que cubran las apariencias de un gobierno autónomo y puedan proveer a sus negocios de apariencias de legalidad, a la vez que puedan resolver o contener los problemas sociales, al menos lo necesario, para que no se desestabilice la situación ni se pongan en riesgo sus inversiones. Para esta tarea no sirven los políticos de la derecha tradicional que no tienen discursos sociales creíbles ni confianza alguna de los de abajo, resulta conveniente por lo contrario que los administradores provengan de la izquierda y cuanto mejor todavía del peronismo, ese antiguo movimiento rebelde que jamás pudo ser controlado por la fuerza y desde afuera, pero que sí pudo ser doblegado gracias al trasvasamiento de cuadros provenientes de los sectores medios y al vaciamiento progresivo de sus contenidos doctrinarios.
Si se comprende de lo que estoy hablando, resulta evidente que, al menos desde esta perspectiva ser de izquierdas o de derechas refiere apenas a memorias europeas del siglo 18 en un proyecto de modernidad que estamos cuestionando como colonizante... pero también resulta evidente que ser de izquierdas o de derechas poco importa ahora, cuando el país está ocupado, cuando carecemos de un proyecto nacional y cuando las izquierdas y derechas compiten como buenos gerentes del Estado colonial para ofrecer estabilidad y mayores ganancias a las Corporaciones. Ahora pregunto, desde esta perspectiva, tiene sentido expresar que la Presidenta o la fuerza que gobierna, no hace las cosas del todo mal, que no deberíamos ser tan críticos y tal como nos advierten algunos amigos, que algunas cosas deberíamos reconocerle… Es que, acaso podemos imaginar por un momento, que si no hicieran algunas cosas bien, podrían continuar estos políticos teniendo el puesto de gerenciamiento de que disponen desde hace tantos años? No, evidentemente no. El hacer algunas cosas bien es tan importante para ellos, como besar niños en las campañas electorales o aprender a sonreír ante los fotógrafos. Es parte de un oficio, que implica encubrir a los dueños del poder para continuar siendo los administradores. Persuadirnos de que luchan contra Clarín o contra Macri es también parte de ese oficio de inventarnos escenarios que nos entretengan y que se juega de a parejas, ya que los otros no son inocentes, los otros son parte del juego, de un juego donde los únicos engañados somos siempre nosotros, los que estamos por fuera de los escenarios y por fuera de las reglas… Alguna vez en la Argentina, no hubo tal vez necesidad de explicar estas cosas que parecen tan elementales, porque seguramente la formación política de que disponíamos las habría hecho innecesarias. Lamentablemente destruyeron el movimiento del que formábamos parte, lo desnaturalizaron, lo vaciaron de sus contenidos y hoy usan sus ropajes como definitivo escarnio de una enorme historia de luchas por la liberación nacional… No obstante ello, aquí estamos, con la memoria viva, enfrentando la modernidad periférica que se nos ofrece y levantando las antiguas banderas de la Liberación Nacional. Se pueden haber apropiado de nuestro presente pero no podrán cambiar lo porvenir a menos que se lo permitamos, y no lo haremos…
Jorge Eduardo Rulli
http://www.ustream.tv/recorded/19756432
http://horizontesur.com.ar/radio/
Si el año once terminó mal y con anticipaciones de que las cosas no mejorarían para el común de esta pobre humanidad, este año comenzó peor todavía, y como para dar de esa manera, mayor pábulo a ciertas profecías que circulan, en una sociedad que consume hasta sus propios terrores ancestrales. A las amenazas de una crisis global de los países de Europa que, acosados por la recesión, las deudas y un cada vez mayor desempleo, continúan tambaleándose al borde del precipicio, se sumaron ahora las posibilidades de una guerra de los EEUU con Irán y el consiguiente posible descalabro de los flujos petroleros. En ese contexto de total incertidumbre, la cumbre mundial de Durban que debía ocuparse de remplazar al Protocolo de Kyoto por otros mecanismos capaces de poner freno al creciente Cambio Climático, resultó absolutamente incapaz siquiera de alertar sobre los peligros que se avecinan. Una vez más, lo inmediato se impuso a lo importante. En esta oportunidad, las Corporaciones que dominan el mercado global de granos y que lideran los procesos de agriculturización con tóxicos y semillas transgénicas en el mundo, trataron de que se las reconozca como impulsando procesos que retienen carbono y morigeran el cambio climático, con lo cuál lo único que se logró probar es la colosal locura de un sistema irrefrenablemente depredador y caníbal, que aún frente a la posibilidad cierta de una catástrofe cercana, no puede dejar de pensar en cómo hacer para continuar aumentando sus ganancias.
Las circunstancias que hacen de estas crisis algo diferentes a lo que conocemos, es el modo en que interactúan y se fortalecen mutuamente, o sea, la sinergia que se produce entre ellas, alentada esa sinergia ahora por la rapidez de los flujos financieros, por la instantaneidad de la información y los crecientes colapsos ambientales. Todas estas circunstancias concurren, por otra parte, a complicar el final previsible de la era de los combustibles fósiles baratos y con ella, el inicio del ocaso de la civilización industrial, al menos tal como la conocimos en los últimos doscientos años. Sorprende ver frente a estos descalabros generalizados, propios de un final de época y no de una época de cambios, la impotencia de los pueblos para hallar caminos adecuados con los que enfrentar los nuevos desafíos, tal vez inclusive para poder comprender las situaciones mismas por las que atraviesan y padecen. Cuando digo esto me refiero a la enorme complejidad de la Globalización, así como a lo que alguna vez Vivian Forrester en un libro anticipatorio, denominó con acierto el horror económico planetario.
Seguramente estas dificultades de los Pueblos, tienen mucho que ver con las cargas que se llevan, no tan solo con las derrotas y con las heridas, sino también y fundamentalmente con la inutilidad de los instrumentos de comprensión y de transformación de la realidad, que se han usado hasta el presente y a lo largo de los últimos dos siglos. El conjunto de relaciones que permiten inteligir a una época, que permiten tomar conciencia sobre lo que ocurre, así como las prácticas discursivas que permiten habitar el mundo en que se vive, tanto para conocerlo cuanto para transformarlo, pareciera que no nos sirven o que son tan obsoletas que refieren a otras épocas y no hacen sino conducirnos a sucesivos fracasos. Desde ya que me estoy refiriendo a las obras del siglo diecinueve y veinte, así como a la idea de cambios sociales que hemos alimentado hasta el presente…
De hecho, y con la sola excepción de Islandia, donde se impuso el que se vayan todos y donde las deudas no se pagan, en el resto de Europa, se vive una transición en que los políticos, notoriamente incapaces para continuar con la administración de los negocios públicos, hacen mutis por el foro, mientras se constituyen gobiernos de tecnócratas cuando no sencillamente de banqueros, muchos de ellos públicamente responsables, justamente de las medidas económicas que condujeron a los actuales desastres financieros que ahora se pagan con desempleos y ajustes masivos de salarios, privatizaciones y la más absoluta orfandad en que quedan los sectores pasivos.
¿Qué pasa en la Argentina mientras tanto? En principio, digamos que la situación no es demasiado diferente. Que, en todo caso y tal como corresponde a nuestra actual y penosa modernidad periférica, donde como nos enseñara Rodolfo Kusch el único sitio en que podemos reconocer nuestra autenticidad es en las anomalías o deformaciones, vistas por supuesto, desde los ojos del otro, todo toma las características propias de la caricatura, de lo aberrante y de una mayor demencialidad… En principio, podríamos asegurar que, por lo contrario de lo que piensan nuestros actuales administradores, si es que piensan… digamos que no vivimos por fuera del Planeta, ni exentos o blindados de sus crisis y calamidades. Todo lo contrario, el hecho de que rija en la Argentina desde los años noventa y de manera creciente, hegemónica y absolutamente excluyente, un modelo agroexportador, así como de minería y de producción de Biocombustibles, nos hace vulnerables y sensibles a las más leves oscilaciones de los mercados globales. Sumemos a esta situación de riesgo de desastres, la enorme y creciente inseguridad alimentaria, la devastación del medio ambiente provocada por los procesos extractivos llevados a cabo durante los últimos años, la formidable urbanización producida y alentada por los sucesivos gobiernos, así como la abrumadora dependencia del común de los sectores populares a los recursos asistenciales del Estado, para tener la certeza de que esta situación corre el riesgo de terminar en una catástrofe social y alimentaria sin precedentes.
Esta sequía aguda en la que estamos da por otra parte, nuevas pruebas de ello. Seguramente hace más de un año que podía anticiparse que sobrevendrían estas difíciles situaciones. No se hizo nada para prevenirlas, no se pensó en plan alternativo alguno, sino que se insistió en que alcanzaríamos una cosecha record confiando en la magia de los propios anuncios... En verdad, no existen en nuestro país, particularmente para la zona núcleo, y desde hace muchos años, políticas agrarias que no sean las que fijan los mercados internacionales. Los organismos técnicos del Gobierno como el INTA ofician en la práctica de acompañadores de ese modelo global y promotores del uso de insumos…No existe por lo demás, control ni siquiera estadístico real sobre lo que se produce, sobre su cantidad, su calidad o el modo en que se exporta. El Estado argentino que depende en gran medida de las retenciones a las exportaciones para mantener asistencializados a millones de pobres estructurales, ha dejado paradójicamente, esas importantes medidas de control a las propias empresas sojeras o granarias, que declaran bajo juramento lo que producen y lo que exportan. No es diferente el caso de las mineras que declaran a piaccere lo que se llevan, ni tampoco es diferente el caso de las miles de maquinitas de juego que no tienen controles tecnológicos por parte de este original Estado nacional y popular, benefactor empecinado de las empresas amigas, que confía con candor en las declaraciones juradas que se le presentan, para luego deducir de ellas sus impuestos…
Es a lo anterior a lo que llamamos una modernidad periférica, una modernidad que asimismo, podríamos denominar como proceso de neocolonización corporativo y empresarial, un proceso de neocolonización lo suficientemente “sui generis” como para encubrirse con discursos progresistas y gracias a unos centenares de intelectuales cómplices y a un poder comunicacional y mediático impresionante, ser capaz de montar escenarios fantasmales o acaso ilusorios, que conducen a que los debates argentinos cuando existen, carezcan de asideros, con la dolorosa realidad cotidiana en que viven sumidos los argentinos. Así fue en su momento la actividad destituyente de los sectores del campo que, encubrió el enriquecimiento de las grandes corporaciones sojeras y su extensión sobre el Cono sur. Ahora la escenografía es la de un supuesto enfrentamiento entre el Gobierno y las corporaciones, aunque para nuestra reiterada sorpresa, cuando se menciona a las Corporaciones, descubrimos habitualmente, se esta refiriendo única y exclusivamente al multimedios Clarín, y ello, a pesar de las repetidas declaraciones amorosas de Clarín Rural hacia la Presidenta. Lo insólito es que, la lucha contra la corporación Clarín hace desaparecer del Universo imaginario del oficialismo a los grandes grupos apropiados de la economía y del territorio argentino, los Ezquenazi, los Elsztain, los Wertheim, los Eurnekian, así como las grandes corporaciones: la Barrick Gold, la Exxon, la Panamerican Energy, el grupo Deheza, el Tejar, los Grobo, Techint, etc. dejan de existir y la interpretación de la realidad se acomoda a la mirada binaria de un niño de pocos años, supuestamente nuestra pobre opinión pública…
En definitiva, que si desmalezamos una suma de verdades a medias y de falsos debates con que los intelectuales orgánicos al modelo suelen confundir a la opinión pública, lo que nos queda, es una Argentina profundamente apropiada por las grandes empresas y las Corporaciones. Una Argentina que ha sido secuestrada por Corporaciones como Monsanto, Nidera, Cargill y la Barrick Gold, Panamérican Energy, CRESUD, la corporación de Elsztain y Sollus, la transnacional de Grobocopatel… Una Argentina por lo tanto, fuertemente dependiente de los mercados globales. Ahora bien, los que se apropiaron de la Argentina en los últimos cuarenta años, al igual que una tropa que ocupa un país extranjero, requieren como complemento de sus negocios, algunos administradores nativos de la cosa pública, fiables por supuesto, requieren personeros que cubran las apariencias de un gobierno autónomo y puedan proveer a sus negocios de apariencias de legalidad, a la vez que puedan resolver o contener los problemas sociales, al menos lo necesario, para que no se desestabilice la situación ni se pongan en riesgo sus inversiones. Para esta tarea no sirven los políticos de la derecha tradicional que no tienen discursos sociales creíbles ni confianza alguna de los de abajo, resulta conveniente por lo contrario que los administradores provengan de la izquierda y cuanto mejor todavía del peronismo, ese antiguo movimiento rebelde que jamás pudo ser controlado por la fuerza y desde afuera, pero que sí pudo ser doblegado gracias al trasvasamiento de cuadros provenientes de los sectores medios y al vaciamiento progresivo de sus contenidos doctrinarios.
Si se comprende de lo que estoy hablando, resulta evidente que, al menos desde esta perspectiva ser de izquierdas o de derechas refiere apenas a memorias europeas del siglo 18 en un proyecto de modernidad que estamos cuestionando como colonizante... pero también resulta evidente que ser de izquierdas o de derechas poco importa ahora, cuando el país está ocupado, cuando carecemos de un proyecto nacional y cuando las izquierdas y derechas compiten como buenos gerentes del Estado colonial para ofrecer estabilidad y mayores ganancias a las Corporaciones. Ahora pregunto, desde esta perspectiva, tiene sentido expresar que la Presidenta o la fuerza que gobierna, no hace las cosas del todo mal, que no deberíamos ser tan críticos y tal como nos advierten algunos amigos, que algunas cosas deberíamos reconocerle… Es que, acaso podemos imaginar por un momento, que si no hicieran algunas cosas bien, podrían continuar estos políticos teniendo el puesto de gerenciamiento de que disponen desde hace tantos años? No, evidentemente no. El hacer algunas cosas bien es tan importante para ellos, como besar niños en las campañas electorales o aprender a sonreír ante los fotógrafos. Es parte de un oficio, que implica encubrir a los dueños del poder para continuar siendo los administradores. Persuadirnos de que luchan contra Clarín o contra Macri es también parte de ese oficio de inventarnos escenarios que nos entretengan y que se juega de a parejas, ya que los otros no son inocentes, los otros son parte del juego, de un juego donde los únicos engañados somos siempre nosotros, los que estamos por fuera de los escenarios y por fuera de las reglas… Alguna vez en la Argentina, no hubo tal vez necesidad de explicar estas cosas que parecen tan elementales, porque seguramente la formación política de que disponíamos las habría hecho innecesarias. Lamentablemente destruyeron el movimiento del que formábamos parte, lo desnaturalizaron, lo vaciaron de sus contenidos y hoy usan sus ropajes como definitivo escarnio de una enorme historia de luchas por la liberación nacional… No obstante ello, aquí estamos, con la memoria viva, enfrentando la modernidad periférica que se nos ofrece y levantando las antiguas banderas de la Liberación Nacional. Se pueden haber apropiado de nuestro presente pero no podrán cambiar lo porvenir a menos que se lo permitamos, y no lo haremos…
Jorge Eduardo Rulli
http://www.ustream.tv/recorded/19756432
http://horizontesur.com.ar/radio/
Etiquetas: Argentina, esp, GRR, Horizonte Sur, Rulli
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal