Gudynas: EL NUEVO ESTADO COMPENSADOR PROGRESISTA
EL NUEVO ESTADO COMPENSADOR PROGRESISTA
EDUARDO GUDYNAS, 20
Apr
2012
Las
actuales estrategias de desarrollo que se observan en América del Sur
siguen descansando en una intensa apropiación de la Naturaleza. En ellas
el papel del Estado es indispensable. Es más, podríamos decir que
existen ciertas estructuras y configuraciones del Estado que permiten y
sostienen ese tipo de desarrollo. Esto hace que en una mirada desde la
ecología política sea necesario examinar los nuevos papeles que
desempeñan los Estados en América del Sur. Una pregunta clave es si los
nuevos Estados progresistas son distintos de los anteriores, y en qué
medida lo pueden ser.
He examinado estas cuestiones en algunos artículos recientes; entre ellos en “Estado compensador y nuevos extractivismos” publicado en Nueva Sociedad (2012). Las ideas principales en estos análisis es que el Estado contemporáneo en América del Sur sigue persiguiendo el objetivo del crecimiento económico, y por lo tanto la explotación de la Naturaleza es un medio indispensable para lograrlo. Esto hace que el Estado aliente y apoye el capitalismo; ejemplos de ello se observa en Brasil con los fuertes apoyos financieros a empresas extractivistas, como la minera Vale. Se observa que incluso bajo los gobiernos progresistas el Estado es funcional a este capitalismo que descansa en la apropiación de recursos naturales para volcarlos a la globalización como materia primas. Ejemplos recientes son los llamados a la inversión minera.
He examinado estas cuestiones en algunos artículos recientes; entre ellos en “Estado compensador y nuevos extractivismos” publicado en Nueva Sociedad (2012). Las ideas principales en estos análisis es que el Estado contemporáneo en América del Sur sigue persiguiendo el objetivo del crecimiento económico, y por lo tanto la explotación de la Naturaleza es un medio indispensable para lograrlo. Esto hace que el Estado aliente y apoye el capitalismo; ejemplos de ello se observa en Brasil con los fuertes apoyos financieros a empresas extractivistas, como la minera Vale. Se observa que incluso bajo los gobiernos progresistas el Estado es funcional a este capitalismo que descansa en la apropiación de recursos naturales para volcarlos a la globalización como materia primas. Ejemplos recientes son los llamados a la inversión minera.
Pero como estos son Estados bajo gobiernos progresistas, también hay
medidas de intervención en el mercado. Lo hace de variadas maneras, en
unos países más intensamente, en otros menos. Allí aparecen los
instrumentos para captar una mayor proporción de la renta extractivista,
la nacionalización de algunas empresas o los planes de asistencia social
basados en pagos mensuales.
Entonces el Estado se mueve entre dos espacios: en uno cede ante el
capital, y en otro trata de contenerlo. Allí se generan variadas
contradicciones, tensiones y oposiciones. Hay varios ejemplos de ellas.
Por ejemplo, en la Argentina de Cristina F. de Kirchner, el nuevo ímpetu
minero gubernamental.
En ese punto, en el artículo examino varias medidas a las que apela
el Estado para lidiar con esas contradicciones. Por ejemplo, aplicar
medidas supuestamente neutras y objetivas para solucionar conflictos,
apoyar a uno de los “bandos” en pugna, o pagar compensaciones económicas
a los afectados, etc.
De esta manera, en el análisis se arriba a la conclusión que el
Estado progresista busca lograr delicados equilibrios entre sus
concesiones al capital, y la necesidad de regularlo. Por ejemplo,
alienta el extractivismo, pero también trata de amortiguarlo. Esto hace
que las compensaciones económicas jueguen un papel de enorme
importancia, no sólo en reducir la pobreza, sino incluso en el plano
simbólico: es lo que hace que estos Esados puedan decir que tienen una
cara política de justicia social, lo que es propio de la izquierda.
Por lo tanto se concluye que estamos ante un “Estado compensador”.
Busca equilibrios entre esas fuerzas distintas, y para ello apela a las
compensaciones. El presentar al nuevo Estado como “compensador” permite
diferenciarlo de otras expresiones. Está claro que estos no son Estados
neoliberales. Pero tampoco son “Estados rentistas” (ni siquiera en el
caso venezolano), al menos en la definición rigurosa y original del
término.
Tampoco se está creando un “Estado de bienestar”, a la imagen
europea, especialmente aquella inspirada en los gobiernos
socialdemocrátas. En la América del Sur progresista prevalece la
compensación económica, y no tanto un fortalecimiento de los derechos
ciudadanos. Se pagan los bonos, pero se criminaliza y persiguen las
demandas públicas; aquí, una vez más, estas tensiones son evidentes
alrededor de la minería. El fortalecimiento de la democracia, y en
especial en sus aspectos institucionales, como el papel de los
legislativos, no es perseguido por el progresismo sudamericano, que en
varios casos parece mas entretenido en caudillismos personales.
El Estado compensador tiene una visión de un Estado que puede
financiarse de aquí a la eternidad extrayendo recursos de la Naturaleza.
Con ello se aproxima a algunos atributos del “Estado mágico” que años
atrás se describía para la Venezuela petrolera.
Es evidente que este nuevo Estado compensador, propio de los
gobiernos progresistas, acepta cierto tipo de capitalismo, al que trata
de ajustar, darle un rostro humano, reduciendo los niveles de pobreza.
Es la prosecusión de un capitalismo benevolente. Las diferentes
variedades de estrategias de desarrollo, sea la venezolana, el
neodesarrollismo de Brasil, o el nacionalismo popular de Argentina, no
ponen en cuestión la apropiación de los recursos naturales, su inserción
en los mercados globales, o el papel del crecimiento económico. Las
diferencias estriban en el papel del Estado en captar la renta, pero no
hay una discusión de fondo sobre el tipo de desarrollo que se busca.
Allí residen las explicaciones que gobiernos como los de Correa o
Morales, tengan un manejo macroeconómico tan ortodoxo.
Este Estado compensador enfrenta variados limites. No siempre se
pueden hacer esos equilibrios, y como ellos dependen en buena medida de
las exportaciones de recursos naturales, quedan atrapados a los vaivenes
de precios en los mercados internacionales que no pueden controlar.
Paralelamente, erosionan la discusión sobre la justicia social en su
amplio sentido, reduciéndola a las compensaciones económicas.
Estos y otros temas se discuten en el artículo, que pueden descargar en PDF desde aquí …
Etiquetas: esp, Extractivismo, Gudynas
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