domingo, diciembre 14, 2014

Poder, política y periodismo (I), por Carmelo Ruiz Marrero

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Ferré Rangel señaló que la relación de su familia y la empresa GFR Media con la USC es de más de 20 años. Por medio de ese vínculo, destacó, se han explorado áreas de oportunidad para la academia, la industria y para la Isla. (juan.martinez@gfrmedia.com)

El pasado verano la megaempresa de comunicaciones puertorriqueña GFR Media hizo un donativo de $5 millones al departamento de comunicaciones de la Universidad del Sagrado Corazón, la cual ahora tiene un nuevo nombre. “La Universidad del Sagrado Corazón (USC) reinauguró las instalaciones de su Departamento de Comunicaciones, que ha sido designado Escuela de Comunicación Ferré Rangel”, informó GFR Media en un comunicado el pasado 17 de junio. 

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Sin embargo, no todo el mundo en la USC está contento con la influencia que ejerce el clan de los Ferré Rangel en el campus. Un miembro de la facultad que prefirió no ser identificado expresó preocupación sobre lo nociva que podría ser la influencia de GFR Media sobre la formación de los estudiantes de periodismo: “Esto quiere decir que ahora los mal formados comunicadores de la escuela tendrán que llevar el mensaje y la línea editorial de los Ferré Rangel y de sus publicaciones El Nuevo Día, Primera Hora, Indice, etc. Esto contradice lo que es la Misión de la institución, que pretende formar personas en la libertad intelectual, con pensamiento crítico.”

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A pesar de cantarse defensores a ultranza de la libertad de expresión, los dueños de El Nuevo Día tienen un historial de relaciones borrascosas con su fuerza laboral. Según “Un Diario Amable”, un documental sobre El Nuevo Día hecho en 2009, en febrero de 2007 el periódico se deshizo de unos 40 trabajadores (4). ¿Estaba pasando por dificultades económicas? De ninguna manera. Entre 2001 y 2005 sus propietarios accionistas se hicieron de sobre $100 millones en beneficios, según un informe confidencial de la junta de directores de El Día Inc, compañía matriz de El Nuevo Día para ese entonces.

Periodistas que temían ser identificados por temor a represalias se quejaron con la Asociación de Periodistas (ASPPRO). “La incertidumbre nos arropa y las escenas de colegas cargando con sus pertenencias en cajas, desfilando llorosos por la redacción fue patética, desgarradora y aún está muy presente”, denunció la ASPPRO en 2008. “El ambiente en la redacción de El Nuevo Día es fatal… Existe el temor extendido a expresarse públicamente... El ambiente laboral es de incertidumbre y temor.”

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