La Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora
Carmelo Ruiz Marrero
CLARIDAD, marzo de 1998
La Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora fue fundada en el Día Internacional de la Mujer en 1983 con el compromiso de aportar al desarrollo y fortalecimiento del movimiento feminista a través del activismo social y político.
Algo que ha distinguido a esta notable organización es su dedicación a abrir espacios para la mujer, no sólo en las estructuras económicas y políticas imperantes sino también dentro del ámbito progresista. En sus quince años, la OPMT ha sido consecuente en sus gestiones en los sindicatos y otras organizaciones para que se viabilice la participación real de las mujeres no sólo en la acción sino también en la toma de decisiones. Siempre ha llamado a revisar actitudes y prácticas que marginan a las mujeres trabajadoras de los escenarios de lucha en los cuales su presencia y militancia son esenciales.
Su trabajo multifacético ha incluído la lucha contra la violencia doméstica y el apoyo a la Ley 54, la defensa de los derechos reproductivos, investigación y activismo en torno a la salud ocupacional, señalar los estereotipos sexistas en los medios de comunicación, acudir a la legislatura para cabildear en favor o en contra de proyectos que impacten a los derechos de las mujeres, y la publicación de su boletín Mujeres en Marcha. Además de todo esto hace falta mencionar su campaña por la excarcelación de los presos politicos y su participación consecuente en las luchas contra el militarismo y el colonialismo.
Es de los esfuerzos y dedicación de estas mujeres progresistas que surgen la Coordinadora de Paz para la Mujer y el Grupo Pro Derechos Reproductivos.
La OPMT se ha desenvuelto también a nivel internacional como integrante activo de la Federación Internacional Democrática de Mujeres. A través de los años ha desarrollado lazos de solidaridad con organizaciones de mujeres en Cuba, Nicaragua, El Salvador, Haití y la República Dominicana.
Esther Vicente resume la labor de la OPMT con estas palabras: "Sí, las feministas somos subversivas. Y tenemos derecho a serlo. Es más, tenemos la obligación de serlo. Nuestra práctica política cotidiana tiene que serlo para lograr la equidad para las mujeres, para lograr el reconocimiento de nuestras capacidades, libertades, poderes, diferencias y diversidades, sin que ello implique inequidades y subordinación."
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