Comparto con vos este viejo artículo mío en la triste ocasión del fallecimiento de la querida Wangari
WANGARI Y JUAN
Carmelo Ruiz Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 4 de noviembre 2004
Carmelo Ruiz Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 4 de noviembre 2004
A veces los defensores de la ecología y la justicia social reciben el reconocimiento que merecen. Esto ocurre en raras ocasiones, pero el pasado mes de octubre se dio no una sino dos veces. Dos extraordinarios líderes ambientales, una africana y un puertorriqueño, fueron galardonados con el debido reconocimiento. Wangari Maathai y Juan E. Rosario son dos personas en continentes apartes, enfrentando condiciones muy distintas, pero hermanadas por su compromiso y dedicación.
Wangari
Wangari Maathai, ambientalista de Kenya, ganó el Premio Nobel de la Paz de 2004, siendo así la primera persona defensora del ambiente en ganar este galardón. Es fundadora del Movimiento de Cinturones Verdes, el cual combate la expansión de los desiertos mediante la reforestación. Este Movimiento, dirigido por mujeres, ha sembrado por lo menos 30 millones de árboles en Kenya y varios países vecinos.
Para Maathai y sus compañeras, la reforestación no es solamente ecología sino también desarrollo social, económico y cultural para Kenya y todo el resto de Africa. Ella aborda el desarrollo sustentable con un enfoque holístico que abarca democracia, derechos humanos y en particular los derechos de la mujer.
Además de proteger y promover la diversidad biológica y proteger los terrenos de la erosión, las iniciativas del Movimiento de Cinturones Verdes promueven la seguridad alimentaria, crean empleos- especialmente en zonas rurales- y promueven el bienestar de las mujeres, dándoles educación para que asuman liderato. Todo esto se logra con una combinación exitosa de conocimiento eientífico, conciencia social y activismo político. De esta manera no solo se logra la protección ambiental sino que se aseguran y fortalecen las bases mismas del desarrollo sustentable.
Maathai no siempre fue querida y celebrada por sus acciones. Cuando ella y sus compañeras comenzaron a sembrar árboles, fueron objeto de calumnias, violencia y represión del estado. Sin embargo el movimiento que fundaron creció de manera fenomenal. A comienzos de la década de los ochenta habían establecido alrededor de 600 viveros de árboles. De dos mil a tres mil mujeres habían sembrado unos dos mil cinturones verdes- con mil plántulas cada uno- en terrenos públicos con la colaboración de medio millón de niños y jóvenes de escuela elemental y secundaria. Quince mil agricultores dieron la mano, haciendo viveros en sus fincas.
En 1984 Maathai recibió el Premio Nobel Alternativo (Right Livelihood Award) por su incansable y exitosa labor. Otros ganadores de este premio han sido el teólogo brasileño Leonardo Boff (2001), Vandana Shiva (1993), el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil (1991), y el preso político israelí Mordechai Vanunu (1987). En 1986 fundó la Red Panafricana de Cinturones Verdes la cual he llevado la reforestación combinada con la acción social a Tanzania, Uganda, Malawi, Lesotho, Etiopía y Zimbabwe.
Maathai se enfrentó una vez más a la controversia y la represión en 1990 cuando se opuso a los planes del gobierno de Kenya de construir un rascacielos de 62 pisos en la única área verde en el casco urbano de la ciudad de Nairobi. A pesar de la violencia y el abuso que sufrió, ella y sus aliados pudieron evitar la construcción del adefesio. Al año siguiente Maathai ganó el Premio Ambiental Goldman (el mismo que Casa Pueblo ganó en 2002).
Hoy día Maathai es segundo al mando en el Ministerio del Medio Ambiente de Kenya, y el país tiene gracias a su trabajo y visión cinco mil viveros comunitarios desde los cuales continúa su labor reforestadora.
"No se nos ocurre a nadie más merecedor del Premio Nobel de la Paz que Wangari, quien ha trabajado incansablemente para revivir bosques, preservar habitats, impulsar el crecimiento económico y proteger los derechos humanos", dijo entusiasmado Richard N. Goldman, presidente de la Fundación Ambiental Goldman, que otorga el premio del mismo nombre.
Juan
Más o menos a la mismo tiempo que Maathai recibía el Nobel, el compatriota Juan Rosario, portavoz de Misión Industrial fue premiado con uno de los mayores galardones que da la Fundación Ford, llamado Leadership for a Changing World. Se trata de un programa en el que se escogen todos los años de 17 a 20 activistas comunitarios para darles apoyo profesional y financiero a sus respectivas organizaciones.
Misión Industrial, donde Rosario trabaja desde 1989, es una de las instituciones más importantes en el movimiento ambientalista puertorriqueño. Desde su fundación en 1969 ha desempeñado roles protagónicos en las más importantes luchas comunitarias y ambientales del país. En la década de los setenta participó en la oposición a proyectos insustentables y ambientalmente destructivos, como la minería en la cordillera central, los planes de Exxon y Mobil de extraer petróleo en la costa norte, las plantas nucleares propuestas para Aguirre y Arecibo, y el Superpuerto del Oeste. En los años ochenta ayudó a prevenir la tala del Yunque y la instalación del transmisor de la Voz de América en Cabo Rojo, entre otros logros. Y en los 90 tuvo grandes victorias, por ejemplo contra el Club Med de Guánica, el incinerador Westinghouse de Puerto Nuevo, y la planta carbonera de la Cogentrix en Mayagüez.
Según Rosario y sus colegas de Misión Industrial, son las comunidades, no individuos ni gobiernos, las que llevan la voz cantante en las luchas ambientales y que éstas son la base para un nuevo modelo alternativo de desarrollo basado en la participación popular y la conciencia ecológica. Misión provee a las comunidades en lucha con asesoría técnica y científica, y las ponen en contacto con profesionales y científicos dispuestos a trabajar gratuitamente como voluntarios. La organización también tiene un centro de documentación con recursos técnicos, científicos, gubernamentales y periodísticos que están disponibles para el uso de estudiantes, líderes comunitarios, periodistas y cualquier persona interesada en informarse sobre asuntos ambientales.
Misión va más allá de la visión puramente conservacionista y participa en la problemática ambiental con una visión social. “El problema ambiental es, sobre todas las cosas, un problema económico, un problema de poder”, explica Rosario. “Los problemas económicos están indisolublemente ligados a la cuestión política. Por lo tanto, las luchas ambientales son políticas, pero no en el sentido partidista. De hecho, cuando las agendas partidistas entran en los grupos, estos desvían su atención y el sistema se los traga.”
Por supuesto, esta labor consecuente le ha ganado una gran cantidad de enemigos a la organización. Misión Industrial fue una de las organizaciones en la lista de subversivos de la policía, y su carpeta muestra que estuvo bajo vigilancia intensiva por parte de la División de Inteligencia tan recientemente como 1986. A esto hay que añadir las expresiones de repudio contra Misión Industrial hechas por empresarios desarrollistas y figuras políticas del país.
Pese a los esfuerzos de sus enemigos, Misión Industrial sigue adelante con su labor activista y cuenta con el agradecimiento de ciudadanos conscientes y comunidades por todo Puerto Rico que recibieron una mano solidaria de este grupo en su momento de necesidad.
Wangari
Wangari Maathai, ambientalista de Kenya, ganó el Premio Nobel de la Paz de 2004, siendo así la primera persona defensora del ambiente en ganar este galardón. Es fundadora del Movimiento de Cinturones Verdes, el cual combate la expansión de los desiertos mediante la reforestación. Este Movimiento, dirigido por mujeres, ha sembrado por lo menos 30 millones de árboles en Kenya y varios países vecinos.
Wangari Maathai has been praised for her courage and determination
Para Maathai y sus compañeras, la reforestación no es solamente ecología sino también desarrollo social, económico y cultural para Kenya y todo el resto de Africa. Ella aborda el desarrollo sustentable con un enfoque holístico que abarca democracia, derechos humanos y en particular los derechos de la mujer.
Además de proteger y promover la diversidad biológica y proteger los terrenos de la erosión, las iniciativas del Movimiento de Cinturones Verdes promueven la seguridad alimentaria, crean empleos- especialmente en zonas rurales- y promueven el bienestar de las mujeres, dándoles educación para que asuman liderato. Todo esto se logra con una combinación exitosa de conocimiento eientífico, conciencia social y activismo político. De esta manera no solo se logra la protección ambiental sino que se aseguran y fortalecen las bases mismas del desarrollo sustentable.
Maathai no siempre fue querida y celebrada por sus acciones. Cuando ella y sus compañeras comenzaron a sembrar árboles, fueron objeto de calumnias, violencia y represión del estado. Sin embargo el movimiento que fundaron creció de manera fenomenal. A comienzos de la década de los ochenta habían establecido alrededor de 600 viveros de árboles. De dos mil a tres mil mujeres habían sembrado unos dos mil cinturones verdes- con mil plántulas cada uno- en terrenos públicos con la colaboración de medio millón de niños y jóvenes de escuela elemental y secundaria. Quince mil agricultores dieron la mano, haciendo viveros en sus fincas.
En 1984 Maathai recibió el Premio Nobel Alternativo (Right Livelihood Award) por su incansable y exitosa labor. Otros ganadores de este premio han sido el teólogo brasileño Leonardo Boff (2001), Vandana Shiva (1993), el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil (1991), y el preso político israelí Mordechai Vanunu (1987). En 1986 fundó la Red Panafricana de Cinturones Verdes la cual he llevado la reforestación combinada con la acción social a Tanzania, Uganda, Malawi, Lesotho, Etiopía y Zimbabwe.
Maathai se enfrentó una vez más a la controversia y la represión en 1990 cuando se opuso a los planes del gobierno de Kenya de construir un rascacielos de 62 pisos en la única área verde en el casco urbano de la ciudad de Nairobi. A pesar de la violencia y el abuso que sufrió, ella y sus aliados pudieron evitar la construcción del adefesio. Al año siguiente Maathai ganó el Premio Ambiental Goldman (el mismo que Casa Pueblo ganó en 2002).
Hoy día Maathai es segundo al mando en el Ministerio del Medio Ambiente de Kenya, y el país tiene gracias a su trabajo y visión cinco mil viveros comunitarios desde los cuales continúa su labor reforestadora.
"No se nos ocurre a nadie más merecedor del Premio Nobel de la Paz que Wangari, quien ha trabajado incansablemente para revivir bosques, preservar habitats, impulsar el crecimiento económico y proteger los derechos humanos", dijo entusiasmado Richard N. Goldman, presidente de la Fundación Ambiental Goldman, que otorga el premio del mismo nombre.
Juan
Más o menos a la mismo tiempo que Maathai recibía el Nobel, el compatriota Juan Rosario, portavoz de Misión Industrial fue premiado con uno de los mayores galardones que da la Fundación Ford, llamado Leadership for a Changing World. Se trata de un programa en el que se escogen todos los años de 17 a 20 activistas comunitarios para darles apoyo profesional y financiero a sus respectivas organizaciones.
Misión Industrial, donde Rosario trabaja desde 1989, es una de las instituciones más importantes en el movimiento ambientalista puertorriqueño. Desde su fundación en 1969 ha desempeñado roles protagónicos en las más importantes luchas comunitarias y ambientales del país. En la década de los setenta participó en la oposición a proyectos insustentables y ambientalmente destructivos, como la minería en la cordillera central, los planes de Exxon y Mobil de extraer petróleo en la costa norte, las plantas nucleares propuestas para Aguirre y Arecibo, y el Superpuerto del Oeste. En los años ochenta ayudó a prevenir la tala del Yunque y la instalación del transmisor de la Voz de América en Cabo Rojo, entre otros logros. Y en los 90 tuvo grandes victorias, por ejemplo contra el Club Med de Guánica, el incinerador Westinghouse de Puerto Nuevo, y la planta carbonera de la Cogentrix en Mayagüez.
Según Rosario y sus colegas de Misión Industrial, son las comunidades, no individuos ni gobiernos, las que llevan la voz cantante en las luchas ambientales y que éstas son la base para un nuevo modelo alternativo de desarrollo basado en la participación popular y la conciencia ecológica. Misión provee a las comunidades en lucha con asesoría técnica y científica, y las ponen en contacto con profesionales y científicos dispuestos a trabajar gratuitamente como voluntarios. La organización también tiene un centro de documentación con recursos técnicos, científicos, gubernamentales y periodísticos que están disponibles para el uso de estudiantes, líderes comunitarios, periodistas y cualquier persona interesada en informarse sobre asuntos ambientales.
Misión va más allá de la visión puramente conservacionista y participa en la problemática ambiental con una visión social. “El problema ambiental es, sobre todas las cosas, un problema económico, un problema de poder”, explica Rosario. “Los problemas económicos están indisolublemente ligados a la cuestión política. Por lo tanto, las luchas ambientales son políticas, pero no en el sentido partidista. De hecho, cuando las agendas partidistas entran en los grupos, estos desvían su atención y el sistema se los traga.”
Por supuesto, esta labor consecuente le ha ganado una gran cantidad de enemigos a la organización. Misión Industrial fue una de las organizaciones en la lista de subversivos de la policía, y su carpeta muestra que estuvo bajo vigilancia intensiva por parte de la División de Inteligencia tan recientemente como 1986. A esto hay que añadir las expresiones de repudio contra Misión Industrial hechas por empresarios desarrollistas y figuras políticas del país.
Pese a los esfuerzos de sus enemigos, Misión Industrial sigue adelante con su labor activista y cuenta con el agradecimiento de ciudadanos conscientes y comunidades por todo Puerto Rico que recibieron una mano solidaria de este grupo en su momento de necesidad.
Wangari y Juan se lo han ganado.
Etiquetas: Africa, Carmelo, Claridad, esp, Juan Rosario, Puerto Rico, Wangari Maathai
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