En todo el mundo, pero hoy en particular en Europa, existen movimientos fuertes de resistencia a las patentes de software. Observar y seguir las acciones que realizan la FFII (Foundation for a Free Information Infrastructure) y la FSFE (Free Software Foundation Europa) por ejemplo, puede ser una buena orientación. En América Latina aún no se ve una discusión abierta sobre el tema, lo que puede ser grave llegado el caso: aún no tenemos una estrategia orquestada para resistir y nos falta capacidad para organizar la lucha. Sin embargo, es claro y evidente que tarde o temprano tendremos que dar esta batalla.
Algunos pasos a seguir son, por ejemplo, profundizar nuestra formación en temas relacionados a patentes y copyrights. Para las personas interesadas en el Software Libre, entender el marco jurídico que lo regula o puede afectarlo, se convierte en una necesidad básica. No es necesario que todos los desarrolladores de Software Libre sean expertos en leyes, pero si es esencial que logremos formar un buen número de personas interesadas en estos temas, con capacidad de dialogar y difundir estas problemáticas y transmitir estos asuntos a otros grupos de interés, como las organizaciones de empresas y los sectores políticos involucrados. Básicamente, porque éstos serán los que en última instancia firmarán acuerdos internacionales o modificarán leyes fundamentales para el crecimiento del software libre. Es con ellos con quienes debemos trabajar en forma extensiva.
Otro aspecto que necesitamos ampliar es nuestra “convergencia” con otros movimientos relacionados con el trabajo de la OMPI, y en particular con otros grupos que trabajan contra los tratados de libre comercio, el ALCA y los acuerdos de la OMC. En esos tratados viene implícita la “armonización” de legislaciones y la profundización de las amenazas en relación a copyrights y patentes. Hacer “causa común” con otros movimientos que también están afectados por este tipo de legislaciones nos dará más fuerza política para trabajar.
En paralelo, debemos seguir desarrollando software libre, bajo licencia GPL o compatible, evitando en la medida de lo posible la utilización de algoritmos patentados, ya que un golpe legal futuro que armonice nuestra legislación con la de EEUU en materia de patentes sería catastrófico para el desarrollo local.
Finalmente, defender la noción del software como técnica cultural de la era digital. El software es parte de nuestro acervo cultural, no es un producto industrial. Escribir software tiene más que ver con un arte que con una ingeniería. Es cierto que el software tiene fuerte injerencia sobre los procesos económicos de nuestra sociedad, el grado de dependencia y el entramado que se teje alrededor del software en todas nuestras relaciones sociales, políticas y económicas es tan profundo que no se lo puede simplemente pensar como una “industria”. El software es factor crucial y estratégico de nuestra cultura. El software atraviesa tal cantidad de procesos como jamás se había visto en nuestra historia. Condiciona tanto la esfera pública como la privada. Por tanto, no se lo puede dejar librado al arbitrio de pocas empresas monopólicas, ni mucho menos olvidar nuestro derecho a conocer lo que el software hace, a aprender de él, a compartirlo, modificarlo y mejorarlo, a adaptarlo y controlarlo nosotros mismos.
1 Comentarios:
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