lunes, abril 03, 2006

Una semana antes de la firma del TLC con Estados Unidos, el gobierno colombiano estuvo ejerciendo una presión intensa sobre la Cancillería boliviana, con el objetivo de lograr el apoyo a su propuesta de modificar una norma de la CAN (Comunidad Andina de Naciones), la Decisión 486 de Propiedad Intelectual.

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Una semana antes de la firma del TLC con Estados Unidos, el gobierno colombiano estuvo ejerciendo una presión intensa sobre la Cancillería boliviana, con el objetivo de lograr el apoyo a su propuesta de modificar una norma de la CAN (Comunidad Andina de Naciones), la Decisión 486 de Propiedad Intelectual. Dicha modificación impediría la fabricación de medicamentos genéricos afectando a la salud pública. Como esta es una de las condiciones de los Estados Unidos en las negociaciones del TLC, Colombia emitió un decreto que viola la normativa de la CAN, por lo que el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina sancionó a este país. Con el cambio de la normativa de la CAN Colombia pretendía eludir esa sanción y allanar el camino para el TLC con EUA. A cambio del apoyo de Bolivia, Colombia aseguraba que mantendría el mercado de soya de Bolivia.

La Cancillería convocó a reunión a los diferentes sectores que participaron en el tema del TLC desde gestiones anteriores, para consensuar su posición. La posición de la industria farmacéutica fue muy contundente en sentido de no permitir tal modificación, a pesar de las amenazas de los productores de oleaginosas y porque luego de una reunión con la Embajada de los Estados Unidos, este país dejó claro que mantener el mercado de Bolivia en Colombia era imposible luego de la firma del TLC Colombia-EUA. En consecuencia, el gobierno de Bolivia se opuso a la modificación, pero también lo hizo Venezuela, es decir que la responsabilidad de haber impedido que se cambie la Decisión 486 fue de ambos países.

A pocos días Colombia firmó el TLC donde compromete la compra de una cantidad de soya de Estados Unidos mayor a las exportaciones de Bolivia.

Lo anterior generó la reacción de los soyeros (ANAPO-CAINCO), claramente advertidos por Colombia. “Reclamamos la actitud pasiva y poco ejecutiva asumida por el Gobierno de Bolivia en relación al sector productivo al que representamos. Pedimos la defensa de los mercados andinos preferenciales para nuestras exportaciones”, señaló Carlos Rojas, presidente de ANAPO. También dijo que si el Gobierno no colabora con su pedido y hace caer a este sector “caerán juntos”.

El momento fue aprovechado por el ex negociador del TLC, Julio Alvarado para presentar su renuncia, a poco de tener que dejar el cargo, aprovechando para atacar a la Cancillería y al Viceministerio de Relaciones Económicas Internacionales, con afirmaciones falsas. Julio Alvarado es uno de los principales responsables de la aprobación de la soya transgénica, ya que su despacho ejerció la representación de la Cancillería en el Comité de Bioseguridad, por tanto, es firmante del Dictamen de Aprobación. Además Julio Alvarado proclama que la soya transgénica es lo que hace que la soya de EUA sea más barata, olvidando que EUA otorga un subsidio de $US 30 por tonelada a cada productor de soya. Los subsidios que el Gobierno de los EE.UU. otorga a sus excedentes agrícolas así como las grandes ayudas internas a la producción, contribuyen a generar una distorsión muy grande en el precio de los productos en el mercado internacional y constituye por lo tanto una competencia desleal, inequitativa e injusta.

De no haberse aprobado la soya transgénica el 2005, Bolivia podría reclamar a Uribe el carácter convencional de su soya, lo que la convertiría en un producto único en la región. De todos modos, de acuerdo a Rolando Zabala, de ANAPO, el 2005, 1 607 795 Tn de la producción total de soya boliviana fue convencional, mientras que la soya transgénica alcanzaría a 381 100 tn, lo que está fuera de las tendencias de crecimiento de la soya boliviana. Recordemos que los ejecutivos de ANAPO normalmente inflan las cifras de la soya transgénica, pretendiendo que el proceso es irreversible, pero ni ellos mismos se atreven a decir que llega al 50% como lo dijo Alvarado.

El presidente Uribe llegó al país con un objetivo específico: atacar la nueva Política de Comercio Exterior, aparentemente aún en proceso de construcción, pero con algunas señales claras que empiezan a observarse, como el caso antes señalado.

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La misión de Uribe fue ejercer una especie de chantaje para obligar al país a negociar el TLC con Estados Unidos. Su visita es claramente parte de una estrategia de ataque y debilitamiento, sin ninguna intención de negociar, que se complementa con el trabajo de los medios de prensa: “Colombia nos mandó a la China”, las denuncias de Alvarado y el silencio de la Embajada de Estados Unidos.

Colombia no es el principal comprador de soya boliviana, sino Venezuela, de acuerdo a datos de ANAPO y el IBCE presentados por Rolando Zabala en una presentación realizada en Octubre del 2005. (www.semillas.org).

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