Vamos pa' la playa
Sarah Peisch
Asesora comunitaria
El Nuevo Dia, 08-Febrero-2007
Sarah Peisch
Asesora comunitaria
El Nuevo Dia, 08-Febrero-2007
Disfrutar de nuestras costas no se trata de algo técnico que requiera medidas métricas para decidir "esto es del pueblo". No hacen falta abogados, un contingente de policías y mucho menos la fuerza de choque. Por el contrario, se supone que sea uso y costumbre de un pueblo isleño. No obstante, visitar las playas de nuestra Isla se ha convertido en un proceso complicado, por no decir prohibitivo.
Las construcciones inadecuadas sin respetar las leyes han forzado a este pueblo a navegar entre rejas, paredes de cemento, peñones, controles de accesos y hasta guardias. Se ha dificultado el sencillo acto de ir a la playa porque los funcionarios públicos no han cumplido con sus deberes de proteger las costas para el pueblo.
Las agencias gubernamentales se han hecho de la vista larga y son cómplices de brindar permisos a construcciones ilegales que invaden los espacios públicos. Tantos obstáculos en las playas son verdaderamente ofensivos e impiden el disfrute personal y familiar, el gozo visual y escénico y ofenden nuestra sensibilidad de vivir en una isla.
Es obvio que indignarse al ver tu playa tras las rejas no es cuestión de ser "ambientalista". Por décadas las comunidades costeras han luchado por defender las playas, y no sólo en Puerto Rico, sino a nivel mundial.
Se han despojado a comunidades costeras por la fuerza, con escasos recursos para recurrir a los tribunales, como aconseja el Gobernador. A través del poder económico de proyectistas turísticos y "urbanizaciones prestigiosas", al pueblo se le ha prohibido disfrutar de las pocas diversiones gratuitas que nos quedan. La amenaza de alejarnos de las costas está más presente que nunca. Nos hemos transformado en una Isla sin costas.
Si no ha percibido este inconveniente, el próximo domingo, recoja a su familia, prepare el caldero y dé un paseíto por su playa predilecta. No se le ocurra dejar basura. Al contrario, venga a limpiar las playas de los derroches y enfrentar las barreras que se han ubicado equivocadamente en terreno que pertenece al pueblo.
Las construcciones inadecuadas sin respetar las leyes han forzado a este pueblo a navegar entre rejas, paredes de cemento, peñones, controles de accesos y hasta guardias. Se ha dificultado el sencillo acto de ir a la playa porque los funcionarios públicos no han cumplido con sus deberes de proteger las costas para el pueblo.
Las agencias gubernamentales se han hecho de la vista larga y son cómplices de brindar permisos a construcciones ilegales que invaden los espacios públicos. Tantos obstáculos en las playas son verdaderamente ofensivos e impiden el disfrute personal y familiar, el gozo visual y escénico y ofenden nuestra sensibilidad de vivir en una isla.
Es obvio que indignarse al ver tu playa tras las rejas no es cuestión de ser "ambientalista". Por décadas las comunidades costeras han luchado por defender las playas, y no sólo en Puerto Rico, sino a nivel mundial.
Se han despojado a comunidades costeras por la fuerza, con escasos recursos para recurrir a los tribunales, como aconseja el Gobernador. A través del poder económico de proyectistas turísticos y "urbanizaciones prestigiosas", al pueblo se le ha prohibido disfrutar de las pocas diversiones gratuitas que nos quedan. La amenaza de alejarnos de las costas está más presente que nunca. Nos hemos transformado en una Isla sin costas.
Si no ha percibido este inconveniente, el próximo domingo, recoja a su familia, prepare el caldero y dé un paseíto por su playa predilecta. No se le ocurra dejar basura. Al contrario, venga a limpiar las playas de los derroches y enfrentar las barreras que se han ubicado equivocadamente en terreno que pertenece al pueblo.
Etiquetas: Puerto Rico
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