sábado, abril 26, 2008

¿CUAL ES LA NUEVA AGRICULTURA?

Carmelo Ruiz Marrero
17 de abril 2008

El que un medio noticioso tan importante como El Nuevo Día haya dedicado un editorial a la agricultura nacional es de por sí una buena noticia. Pero preocupa un tanto la ausencia total de un discurso crítico ante la agricultura convencional industrializada. Es especialmente preocupante su llamado a "producción intensiva mediante nuevas tecnologías". ¿Significa esto darle el "fast track" al uso de transgénicos, clonación, nanotecnología, pesticidas, herbicidas, antibióticos y hormonas de crecimiento en la producción de cultivos y carnes?

El discurso crítico en torno al agro es más importante y oportuno que nunca hoy 17 de abril, día internacional de la lucha campesina, día en que pequeños agricultores en decenas de países están realizando manifestaciones en contra de las transnacionales del agronegocio, los transgénicos, la privatización de las semillas mediante patentes, y el neoliberalismo, y en pro de la agricultura ecológica, la reforma agraria y la soberanía alimentaria, proponiendo soluciones a la crisis de los alimentos y el calentamiento global. (Vean la página web http://www.viacampesina.org/main_sp/)

La visión crítica de la agricultura recibió tremendo impulso esta semana con la publicación del informe del IAASTD, un cuerpo internacional compuesto por cientos de expertos reconocidos que estudiaron exhaustivamente la agricultura mundial y sus problemas. Su informe, ratificado por 54 gobiernos en una conferencia en Suráfrica, denuncia de manera contundente el fracaso de la agricultura industrializada, supuestamente moderna, y da al traste con las pretensiones de la industria de la biotecnología de poner fin al hambre en el mundo con sus cultivos transgénicos. El informe vindica lo que los ecologistas y agricultores orgánicos llevamos años diciendo. Para más información: http://bioseguridad.blogspot.com/search/label/IAASTD

Debemos decir SI a una nueva agricultura, pero con un diálogo crítico y un ojo escéptico ante los vendedores de pesticidas y semillas transgénicas.

CARMELO RUIZ MARRERO
Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico




Por una nueva agricultura

El Nuevo Día (Editorial)

miércoles, 16 de abril de 2008

El lamento que se escucha por doquier en labios de los consumidores es lo mucho que se han encarecido los productos y servicios, en particular los alimentos, situación que ha ido poco a poco erosionando el poder adquisitivo de los puertorriqueños.

En algunos casos, las alzas se deben a factores exógenos sobre los cuales el País tiene poco control o ninguno. Por ejemplo, la devaluación del dólar frente a monedas como el yuan, el euro y la libra esterlina, y el incremento en el precio del petróleo que ha tenido un efecto multiplicador en todos los sectores de actividad económica.

Empero, en otros renglones como en el de los alimentos, Puerto Rico tiene ante sí una valiosísima herramienta que ayudaría a estabilizar los costos y los precios, al tiempo que se reduce nuestra dependencia en la importación de comestibles, que actualmente fluctúa en un 71%. Esa herramienta es la revitalización de la agricultura.

Desafortunadamente, la agricultura en Puerto Rico es un área de actividad económica que ha sido relativamente ignorada en las últimas décadas. Nuestra excesiva dependencia del mercado exterior nos ha hecho vulnerables a los caprichos y eventos climáticos en los países de origen de los productos alimenticios que importamos.

Cuando se adoptó la política de industrialización en la década de 1940, ese rumbo ayudó a transformar al País pero, ya fuese por diseño o por omisión, la promoción industrial se hizo en detrimento del sector agrícola, que en esa época generaba 229,000 empleos.

Es tanto lo que se ha estigmatizado este sector que hoy día muy pocos ven el cultivo de la tierra como una alternativa adecuada de trabajo y sustento. Al presente, el empleo agrícola es ínfimo, con apenas 14,000 trabajadores, según cifras del Departamento del Trabajo, aunque otras estadísticas lo colocan en 50,000 entre empleos directos e indirectos.

No deja de asombrar que, aun con las limitaciones existentes, este sector aporta el 4.1% del producto interno bruto y el 6.4% del producto bruto nacional, cuando todavía la mayoría de los créditos e incentivos gubernamentales se otorgan al sector industrial.

Pero los tiempos demandan que se desarrolle una visión distinta de política pública que ayude a promover los cultivos y la agroindustria en Puerto Rico y a impulsar al sector agrícola hacia uno de producción intensiva mediante nuevas tecnologías.

Como parte de este esfuerzo la protección de terrenos agrícolas es vital. Según el último censo agrícola federal, que cubre el periodo entre 1998 y el 2002, la Isla perdió 20% del terreno dedicado a uso agrícola, equivalente a 174,791 cuerdas. Algunas sencillamente se dejaron de cultivar y otras, originalmente zonificadas para uso agrícola, fueron rezonificadas por la Junta de Planificación para usos urbanos.

No obstante todavía un tercio de toda la extensión territorial de Puerto Rico, unas 690,687 cuerdas, es cultivable. Sabemos que no podemos producir todo lo que consumimos, pero un sector agrícola fuerte y modernizado ayudaría a combatir el desempleo, contribuiría a controlar los precios de los comestibles y daría disponibilidad de alimentos en caso de emergencia.

¿Por qué estamos importando plátanos, viandas, arroz y otros productos alimentarios cuando en otros tiempos éramos nosotros los que exportábamos nuestras cosechas?

Urge que dejemos de ver la agricultura como una estampa del pasado.

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