Tomado del blog de Horizonte Sur, Argentina:
EDITORIAL DEL DOMINGO 31 DE MAYO DE 2009
Suele ocurrir que cuando termino mis conferencias y ocurre en general con un público instruido y de sectores medios, alguien a menudo, me reprocha que a lo largo de la presentación, no haya mostrado elementos suficientemente positivos, que no les haya dado una esperanza para llevarse, que después de todo lo que expuse sienten ganas de morirse. En realidad, no sé si es verdad que no mostré caminos de esperanza o propositivos, tal como gusta denominárselos… Creo que lo hago. Lo que ocurre es que una cosa es manifestar que lo pequeño es hermoso, como tantas veces hacemos, y otra muy diferente es saber tomar de alguien que describe un panorama adverso, las perspectivas esperanzadoras que se ocultan en los gestos, en las pequeñas acciones y en las luchas que nos han enseñado a desdeñar por insignificantes. Valorar lo pequeño es una disciplina que cuesta incorporar. De todos modos, el que dice, luego de una conferencia, que solamente mostré un panorama sombrío y que no mostré caminos de salida, en principio me sorprende porque lo que yo esperaba era un debate o una polémica, y no solo que eso no se produce, sino que, todo lo contrario: pareciera ocurrir que se han tomado por buenas todas mis razones, por válidos todos mis argumentos y, pareciera que se los comparte, aunque lamentablemente, tan sólo les sirve para querer morirse de pena por el panorama que se les ha develado. No, no era mi intención provocar esos sentimientos de desesperanza, aunque tampoco me siento obligado a endulzar los análisis políticos en razón de un público que necesita que se lo consuele. Que lo consuelen y le mientan como en el caso del mal médico que conciente de que la situación es terminal, busca engañar al enfermo diciéndole que todo está bien y que tiene salud para rato…
…el biólogo Andrés Carrasco hace público con mucho valor, sus experiencias de laboratorio sobre embriones de anfibios afectados por glifosato y el Ministro de Ciencia y Tecnología sin mayores elementos que lo respalden sale inmediatamente a desmentirlo y a objetar que las condiciones de un laboratorio puedan extrapolarse a la situación de la Argentina, y acto seguido diversos científicos e instituciones inician una polémica de academia sobre protocolos y embriones, a lo que se añade siempre la necesidad de investigar más sobre el tema… Nos están tomando el pelo. Si en algo tiene razón el tecnólogo Barañao es en subestimar los resultados producidos en un laboratorio. El verdadero laboratorio son nuestras dieciocho millones de hectáreas de cultivos transgénicos, con población incluida, como animalitos de experimentación, dieciocho millones de hectáreas con los mismos patrones agroquímicos en todo el territorio, con vuelos rasantes constantes que asperjan los cultivos con tóxicos, con ingesta de sojas transgénicas por parte de la población objeto, que se incorporan gracias a los alimentos industrializados y a las ayudas alimentarias a los desempleados. Dieciocho millones de hectáreas, si no le sumamos las que existen en Paraguay, en Bolivia, en Uruguay y en Brasil. No existe en el mundo un experimento de laboratorio de estas proporciones, con tantos millones de personas sometidas a un experimento de las Corporaciones transnacionales con organismos genéticamente modificados y agrotóxicos, sin haber sido consultadas y sin que lo sepan siquiera. Entonces, cuando hablamos de una situación gravísima, cuando hablamos de genocidio o de crímenes de lesa humanidad… ¿estamos exagerando?
Esa es la situación actual de toma del poder por los tecnócratas de la Biotecnología y realmente la situación es grave. La salida que se nos ofrece por izquierda es formalizar y profundizar la sociedad del conocimiento hacia los biocombustibles certificados, la cría masiva de animales en encierro alimentados con desechos y mayores desarrollos de Biotecnología para exportar los transgénicos y los modelos de Monsanto al resto del continente. La derecha ni siquiera ofrece salidas, sino meramente más de lo mismo y mano dura, puro discurso visceral ante la misma sociedad desgarrada, arengas anacrónicas y demagogia frente a la inseguridad...
…el biólogo Andrés Carrasco hace público con mucho valor, sus experiencias de laboratorio sobre embriones de anfibios afectados por glifosato y el Ministro de Ciencia y Tecnología sin mayores elementos que lo respalden sale inmediatamente a desmentirlo y a objetar que las condiciones de un laboratorio puedan extrapolarse a la situación de la Argentina, y acto seguido diversos científicos e instituciones inician una polémica de academia sobre protocolos y embriones, a lo que se añade siempre la necesidad de investigar más sobre el tema… Nos están tomando el pelo. Si en algo tiene razón el tecnólogo Barañao es en subestimar los resultados producidos en un laboratorio. El verdadero laboratorio son nuestras dieciocho millones de hectáreas de cultivos transgénicos, con población incluida, como animalitos de experimentación, dieciocho millones de hectáreas con los mismos patrones agroquímicos en todo el territorio, con vuelos rasantes constantes que asperjan los cultivos con tóxicos, con ingesta de sojas transgénicas por parte de la población objeto, que se incorporan gracias a los alimentos industrializados y a las ayudas alimentarias a los desempleados. Dieciocho millones de hectáreas, si no le sumamos las que existen en Paraguay, en Bolivia, en Uruguay y en Brasil. No existe en el mundo un experimento de laboratorio de estas proporciones, con tantos millones de personas sometidas a un experimento de las Corporaciones transnacionales con organismos genéticamente modificados y agrotóxicos, sin haber sido consultadas y sin que lo sepan siquiera. Entonces, cuando hablamos de una situación gravísima, cuando hablamos de genocidio o de crímenes de lesa humanidad… ¿estamos exagerando?
Esa es la situación actual de toma del poder por los tecnócratas de la Biotecnología y realmente la situación es grave. La salida que se nos ofrece por izquierda es formalizar y profundizar la sociedad del conocimiento hacia los biocombustibles certificados, la cría masiva de animales en encierro alimentados con desechos y mayores desarrollos de Biotecnología para exportar los transgénicos y los modelos de Monsanto al resto del continente. La derecha ni siquiera ofrece salidas, sino meramente más de lo mismo y mano dura, puro discurso visceral ante la misma sociedad desgarrada, arengas anacrónicas y demagogia frente a la inseguridad...
Etiquetas: Argentina, GRR, Horizonte Sur, Rulli
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