domingo, septiembre 19, 2010

Ecocidio y cambio climático desde la izquierda radical

Posted on 01 Septiembre 2010 by admin

Andrés Lund Medina


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-¿Y los partidos verdes?

-Al igual que muchas organizaciones ambientalistas, no perciben (o no quieren hacerlo) la relación necesaria que existe entre el “productivismo” y la lógica del beneficio capitalista con la devastación ecológica. Por eso insiste Michel Lowy en que sus propuestas están condenadas al fracaso o a ser usadas por el sistema para encubrirse. Y agrega: “La ausencia de una postura anticapitalista coherente condujo a la mayoría de los partidos verdes europeos -en Francia, Alemania, Italia, Bélgica- a convertirse en simples socios ‘eco-reformistas’ de la gestión social-liberal del capitalismo por los gobiernos de centro-izquierda.” (10) De ellos ya no puede esperarse casi nada.

Por otro lado, muchas organizaciones ambientalistas quedaron atrapadas en el discurso del desarrollo sustentable, sin atacar la raíz capitalista de la devastación ecológica, limitando sus acciones a reclamos o negociaciones políticas limitadas mientras se las volvía a encandilar con el mito del Desarrollo económico.

Para muchos ecologistas el asunto se volvió personal y por ello plantearon la necesidad de promover una nueva ética: ambiental, biocéntrica, de la sustentabilidad, ecológica, etc. Sin duda, es importante la ética, empezar por uno mismo y “cambiar la vida”, pero dadas las dimensiones del problema ecológico (el Calentamiento Global y el Ecocidio planetario) ello es totalmente insuficiente.

Además, hay éticas ecológicas cuestionables. Por ejemplo: aquellas éticas que no trascienden a la política, que se quedan en la preocupación individualista por la buena vida y no se comprometen por hacer más justo y libre al mundo social ni por preservar a la naturaleza, que no ligan el cuidado de sí con la responsabilidad por los otros y con la biosfera, son éticas ciegas que no sirven para nada -ni para darse la buena vida, pues ¿cómo se podría tener una buena vida si el mundo está en ruinas y se nos cae encima? Tampoco resultan aceptables las éticas ambientales que permiten políticas que no cuestionan la raíz capitalista de la cuestión ecológica y se limitan a proponer medidas totalmente insuficientes para detener la catástrofe en curso mientras siguen apagando la luz y dándose la buena vida gracias a la lógica productivista/consumista. Y las éticas ecológicas naturalistas y biocéntricas de la ecología profunda resultan antihumanistas cuando afirman que “la naturaleza es primero”, sin importar lo que ocurra con la humanidad. Se requiere, entonces, una ética social que sea humanista y se vuelva política, como lo exigía Daniel Bensaïd:

“La ecología social es necesariamente una ecología humanista profana. Sin ninguna nostalgia de lo sagrado, expone sin más una ética spinoziana y afirma el derecho de la especie a preservar egoístamente en su forma de ser… Efectivamente, sólo una ecología humanista puede salvarse del efecto desmovilizador de una ecología apocalíptica. Ante los desastres ecológicos anunciados, es por la experiencia del vínculo concreto entre la lucha social y la ecología crítica que se pueden movilizar las fuerzas sociales necesarias y conjurar los peligros que nos amenazan.” (11)

-Sí, es necesaria una ética para “cambiar la vida”, pero también una ecología crítica para “cuidar a la naturaleza” (¡que es cuidarnos a nosotros mismos, pues somos naturaleza!). Y para hacerlo es necesaria y urgente una política de izquierda para “transformar el mundo” y desmontar la estrecha racionalidad capitalista (productivista y devastadora) levantado otras racionalidades (democrática, ambiental, axiológica).

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