miércoles, febrero 29, 2012

Desde Argentina, declaracion de principios del GRR



GRR
GRR DECLARACION DE PRINCIPIOS
Organizamos al GRR Grupo de Reflexión Rural, a mediados de los años noventa, como grupo de afinidad y como espacio de diálogos y debates multidisciplinarios sobre los impactos del Capitalismo global. Desde perspectivas ecológicas y contestatarias, el GRR se ha manifestado desde entonces, implacable crítico del Modelo Agrario biotecnológico basado en la exportación de commodities tales como sojas y maíces transgénicos.
Manteniendo el rigor en los debates, en la militancia de investigación y en la práctica del disenso, nos hemos ido transformando en un grupo activista y de construcción de pensamiento, y nos hemos propuesto ser dinamizadores de redes y espacios de gestión que, tal como la Campaña Paren de Fumigar o la Campaña en defensa del monte, de la selva y del bosque, surgieron como respuestas a la prolongada situación de catástrofe social y ambiental que vive la Argentina. El GRR tiene como uno de sus principales objetivos contribuir a la toma de conciencia de esa situación, más que de crisis, de estallidos sociales. Insistimos en la necesidad de modificar las conductas personales, los hábitos de pensamiento y de acción política existentes, para lo que proponemos incorporar al pensamiento político y a las agendas de la política, los temas propios de la ecología, del medio rural y de la Cultura basada en el arraigo. El GRR manifiesta una actitud radicalmente crítica frente a las políticas y programas sociales y asistenciales que, bajo el pretexto de solucionar el problema del desempleo, del hambre o de la malnutrición, apuntan a sostener el sistema de privatización y ausencia del Estado, y la instalación de mecanismos de clientelismo, de sumisión y dependencia en los ciudadanos. En lugar de ello, el GRR propone rediseño poblacional del territorio y revitalización de los pueblos que agonizan como resultado de la desaparición del ferrocarril y de la expulsión de población rural provocada por el modelo de la Soja y de los monocultivos. Las propuestas del GRR se basan en la Soberanía Alimentaria, en el Ecolocalismo y en desarrollos locales con mercados de cercanías, así también, en la recuperación de semillas como estrategia para superar el dominio que ejercen las transnacionales sobre nuestra agricultura. En este marco, el GRR visualiza a la agricultura orgánica sólo como expresión de las producciones y de los intercambios locales, nunca jamás como pretendida alternativa a las producciones industriales.
En el plano internacional el GRR ha denunciado con énfasis el alineamiento de la Argentina a las políticas de los EEUU y de la OMC, así como el compromiso a favor de las empresas de Biotecnología, desarrollado durante los últimos años por la Cancillería argentina en todos los Foros internacionales y que se mantiene sin mayores cambios que no sean cosméticos. Respaldamos políticas de unidad con los hermanos pueblos de la América Latina, no solo en lo comercial y cultural, también en el tratamiento de la Deuda Externa y en los modos de enfrentar las nuevas y crecientes amenazas de la Globalización. Entendemos por ello en primer lugar al sistema global de la Soja, tanto como monocultivos para la exportación de forrajes, como para ingesta de la población y alimento de los inyectores de los automóviles europeos. Hemos denunciado cómo, desde posiciones supuestamente progresistas y hasta de izquierda, se alientan políticas que conducen a nuevas sumisiones coloniales y que modifican los patrones alimentarios de nuestros Pueblos. En este sentido, consideramos que los Agrocombustibles son la nueva fase de apropiación de nuestros territorios y recursos naturales por parte de las Corporaciones.
– Grupo de Reflexión Rural
Resulta inmoral que, en medio de poblaciones con hambre, se destinen los frutos de la tierra al alimento de los motores de Europa y de los EEUU, en especial cuando todo proyecto de disminución del consumo y de los gastos de energía, se encuentra ausente de las agendas globales. Los desafíos propios de nuestra época nos obligan a considerar otros paradigmas que aquellos que sostuvimos en décadas pasadas. Lamentablemente, los años sesenta y setenta fueron demasiado fuertes en los imaginarios latinoamericanos y se hace difícil reemplazar los presupuestos ideológicos con los que entonces actuamos y que gradualmente devinieron obsoletos. Es así como, las luchas políticas hallan difícil el asimilar los nuevos protagonismos, en especial el de los muchísimos jóvenes que han marchado a repoblar el campo como neorrurales, o el de los variados sectores rururbanos que recuperan economías de auto subsistencia. Esos sectores que han venido conduciendo las luchas políticas encuentran por ello mismo, dificultades en enfrentar las nuevas y complejas amenazas que implican las Corporaciones. Se permanece bajo la influencia de modelos de Sociedades fundamentalmente urbanas e industriales, y considerando al imperialismo la gran amenaza, mientras descuidamos o ignoramos a los Agronegocios, las corporaciones y las sumisiones a los mercados globales. Últimamente existen también los muchos que, a modo de enfrentar el fuerte movimiento de resistencia a la minería transnacional, nos recuerdan la ausencia de una burguesía nacional y la supuesta necesidad del gobierno progresista de aliarse a las Corporaciones mineras para poder extraer la riqueza del subsuelo, y en esas frases que rememoran antiguas lecturas del marxismo de manual, depositan su nueva fe de conversos en el crecimiento ilimitado. Las luchas que llevamos desde el GRR implican por todo ello, el esfuerzo de instalar debates sobre esos temas, cuando demasiados intereses hacen fuerza para que no los haya. Pretendemos poner en agenda la producción industrial de animales, los modelos de agricultura industrial y las políticas que proponen ingestas a los pueblos por fuera de sus patrimonios alimentarios. Sabemos que nuestras campañas alcanzan vastos espacios en el continente y que nuestras voces son referenciales de un cambio posible, pero vemos con pena cómo sectores progresistas continúan obstinándose en reemplazar a los viejos sectores de Poder para implementar similares o aún más peligrosas políticas de sumisión a los nuevos poderes transnacionales. No son capaces de cuestionarse la idea del progreso ilimitado, ni superar la reverencia a los criterios del Crecimiento y de la gran escala, o acaso siquiera discernir el valor de las tecnologías, según las propias conveniencias y priorizando su dominio a su mero uso con pago de patentes. No consideran el cambio climático como un horizonte cercano que los obligue a modificar las conductas y las políticas y, de hecho, lo que consiguen es difundir en América Latina modelos desarrollistas y de gran escala, funcionales al interés corporativo. Estamos así, viviendo en el continente la consolidación de diversos gobiernos “progresistas”, gobiernos con propuestas de emancipación social y con preocupaciones por los derechos humanos, que, en algunos casos, han conducido a importantes gestos de justicia en el plano de las memorias y de los imaginarios populares. Sin embargo, los modelos económicos instalados en los años del neoliberalismo no hacen sino fortalecerse, ahora bajo conducciones progresistas, respetuosas y obedientes a las retóricas de la modernidad y que utilizan la ideología de los derechos humanos como encubrimiento de la aceptación de las nuevas dependencias y de la hipoteca de todo porvenir para sus pueblos. En las nuevas situaciones, las lógicas de la dependencia colonial permanecen invisibilizadas por los nuevos discursos, que resultan prisioneros de antiguos paradigmas o de un autoritarismo que, tal como suele ocurrir en la Argentina, vive y medra con la construcción permanente de enemigos funcionales al mantenimiento de un Poder que gestiona a nombre e interés de las Corporaciones. Aún más todavía, se estaría pasando en la Argentina de las fases de la contención al control social si es necesario con represión y criminalización de la protesta. La aprobación y aplicación de la Ley contra el Terrorismo abre horizontes tan espantosos como amenazantes. Confiamos, sin embargo, en la fuerza tremenda de la Cultura, que es siempre una energía que nace desde el Pueblo mismo, y confiamos también en el arraigado amor a la tierra de nuestros pueblos, a los que no será fácil arrancar de sus tradiciones, patrimonios y saberes. Confiamos por último en la Conciencia Nacional, conciencia que se extiende entre los jóvenes y que está rápidamente aprendiendo a no confiar en organizaciones cerradas ni en los discursos engañosos que configuran las políticas progresistas de los simulacros permanentes y del circo para todos.
La comprensión de estas situaciones políticas, nuevas y sumamente complejas, requieren una nueva mirada que debería construirse mediante el diálogo y la transmisión de experiencias, interactuando desde diversas disciplinas y abordando los temas desde diferentes prácticas y conocimientos. Esto requiere juntarse y aprender a escuchar al otro, a la vez que atreverse a volcar las propias preguntas y las propias opiniones. Se requieren talleres y seminarios, se requieren lecturas comunes y compartir experiencias, se requiere asimismo revisar los interrogantes que se susciten en el grupo de manera conjunta, reaprendiendo a pensar y a reflexionar en camaradería y con un espíritu abierto y un respetuoso reconocimiento de la alteridad. Si lo logramos, al menos en parte, en los cursos de formación y en los encuentros que nos proponemos, estaríamos honrando la propuesta básica de ser del GRR, como organización de afinidad generadora de pensamiento, pero también estaríamos honrando la memoria de nuestro inolvidable compañero Ignacio Lewkowicz y todo cuanto de él aprendimos.
Tenemos la intuición de que estamos en los umbrales de un cambio de épocas y no como el común cree todavía, en una mera época de cambios. Pensamos que la Globalización ha traído a la humanidad horrores impensados e incontables, pero que también, ha despertado condiciones que podríamos aprovechar para impulsar verdaderos procesos de liberación y de felicidad para nuestros Pueblos. Lamentablemente, somos prisioneros de las antiguas ideologías y de los paradigmas obsoletos; pesan en nosotros todavía las viejas cosmovisiones que implantaron la mecánica, el maquinismo y el positivismo. Nos cuesta ir más allá de las propuestas revolucionarias que llenaron las plazas y encendieron la imaginación de los jóvenes en los años pasados. Nos cuesta más todavía, aceptar que muchas de aquellas premisas que amenazaban subvertir las sociedades y tomar el Poder por asalto, hoy por los caminos equívocos de rendirle culto al progreso y al crecimiento, embaldosan los caminos de las nuevas dependencias a las grandes Corporaciones transnacionales.
Somos pese a todo optimistas. Porque luchamos por la vida y eso nos proporciona alegría, porque estamos convencidos que luchamos por recuperar y por agrandar nuestra propia humanidad y la de quienes se vayan sumando a las nuevas conciencias ambientales que se abren paso en un mundo de indiferencia y hedonismo, un mundo por lo demás, que marcha hacia su propia destrucción. Hoy, como en los procesos de la Liberación Nacional de la posguerra, una vez más la historia que podemos generar pasa asimismo, por la historia íntima de cada uno de nosotros. De allí que nos preocupemos por hacer de las costumbres, de los grupos familiares y de la reconstrucción y reparación de los hábitats en que cada uno desenvuelve sus actividades, el testimonio vivo de los compromisos alcanzados en la lucha por salvar al Planeta y por recuperar pensamientos con arraigo a la tierra. Con este espíritu y con estas esperanzas llevamos adelante nuestras actividades de estudio y formación.

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