Soberanía alimentaria: entre la ecología de saberes y los organismos internacionales
Argentina: la soberanía alimentaria: entre la ecología de saberes y los organismos internacionales
En los últimos tiempos ha cobrado relevancia la utilización de la
bandera de la Soberanía Alimentaria en diferentes contextos de las
luchas contra el Paradigma Civilizatorio dominante.
Se trata de una matriz de sabidurías profundamente imbricadas en el
imaginario y experiencia acumulada de muchos pueblos del mundo, que han
venido desde siempre dando forma a las culturas del arraigo y del
respeto por la Naturaleza y que ahora amenaza con ser definitivamente
desvirtuada.
A su vez, la acelerada expansión de la Globalización sobre los
ecosistemas planetarios y el dominio cada vez más acentuado de las
Corporaciones Trasnacionales sobre los Organismos Internacionales y los
Estados Nacionales, determina la construcción de complejas
sistematizaciones conceptuales, que van incorporando a los relatos de la
Modernidad, es decir, sumando como propiedad intelectual del Sistema,
algunas de las más sentidas creaciones culturales de los pueblos y de
sus resistencias.
Esta construcción de simulacros avanza también sobre la Soberanía
Alimentaria, un imaginario colectivo, un horizonte simbólico de
confluencias ecológicas y sociales, pero también una bandera política
que encarna las nuevas expresiones antiglobales y autonómicas de gran
parte de la Humanidad, a la que se intenta anexar al canon del
Pensamiento Único y de la llamada Sociedad del Conocimiento.
Como resultado de ello se incorporan al discurso oficial de quienes se
presentan como los amos de la Tierra, las experiencias de muchísimos
Pueblos, hechos Cosmovisión en la Soberanía Alimentaria, pero esta vez
apenas como una marca registrada comercial desprovista de su núcleo
político y filosófico, que se agrega al ya agobiante diccionario de las
categorías que intentan justificar las nuevas formas de la dominación y
los subsiguientes negocios de “mitigación”.
La Soberanía Alimentaria viene acompañada ahora, de este modo, por
genéricas reclamaciones sobre “Derecho” a la Alimentación que, como
tantos otros derechos promulgados en las últimas décadas, implican
presuntas cesiones del poder de algunos, una forma de convertirlos en
leyes sin contenido propio, o pasar a ser declaraciones de Principio que
han olvidado el Fundamento. Es decir: nos abruman de formalismos
declaratorios, en el mismo momento y espacio en el que se está
consumando la catástrofe.
Peor aún: no son pocas las veces que incorporan la crítica de supuestos
"adversarios" y "críticos" en su propia escenografía. Que la FAO
(organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación) incorpore
a su discurso la Soberanía Alimentaria, como una variante de la
proclamada Seguridad Alimentaria, nos parece poco menos que una burla,
un intento institucionalizado de contener y re-direccionar el clamor de
los oprimidos, una concesión menor a los indignados de la ruralidad, las
economías regionales autónomas y a los que trabajan la Tierra con sus
propias manos. Si con la Seguridad nos tranquilizaban diciendo que habrá
comida para todos, falacia que desmienten los más de mil millones de
hambrientos actuales del Planeta y muchos más, limitados a elegir entre
marcas de comida chatarra; con la Soberanía nos están diciendo que
podríamos decidir con qué y cómo nos alimentamos, tratando de ocultar el
dominio de las Transnacionales sobre las producciones agrícolas, las
mejores tierras de cultivo, las semillas y el agua, la ganadería y la
pesca, sin olvidar el absurdo costo ambiental de su transporte a enormes
distancias y el estratégico control sobre los precios.
Estamos asistiendo una vez más, a un gigantesco simulacro, simulacro que
en nuestra región, sólo puede realizarse con la complicidad de los
gobiernos progresistas y de las organizaciones campesinas funcionales al
Modelo. Pretender que hemos forzado las puertas de la rigidez
conceptual de la FAO, nos parece lamentable. La reproducción infinita
del Capitalismo Global necesita, no sólo las condiciones materiales,
sino también, la apropiación consecuente de los imaginarios de las
propias resistencias, para acomodarlos ordenadamente en su matriz
epistemológica.
La Soberanía Alimentaria no puede tomarse como un concepto aislado,
integra por lo contrario, un conjunto de experiencias culturales y
políticas ligada a la historia profunda de los pueblos y a la memoria
milenaria de las sociedades que han vivido siempre en comunidad con la
Naturaleza. Es la expresión de un Paradigma enfrentado al Paradigma de
la Modernidad y del Crecimiento por acumulación. Es un horizonte de
símbolos, creencias, costumbres y modos de estar en el mundo, que
acompañan a las comunidades humanas desde el mismo momento de su
constitución. El Alimento está profundamente imbricado con las
condiciones de existencia de las culturas mismas y por lo tanto, es
inseparable de los ecosistemas que se habitan. La maravillosa diversidad
de pueblos y comunidades que aún resisten, da razón de las tantas
maneras de “estar en el mundo” y de la identidad y autonomía de los
agricultores, pastores y pescadores. Pero así también, los Estados
Nacionales, en su necesaria complejidad, deben reconocer un modo propio
de existencia ligado a las condiciones de producción de sus alimentos,
así como deberían respetar los patrimonios alimentarios de sus Pueblos.
Con la consolidación de las sociedades industriales, asociadas al
urbanismo y a las lógicas de mercantilización y de consumo, se produce
un cambio abrupto en los modos de Alimentación, que afecta de manera
irreversible las relaciones de los pueblos con los ecosistemas, ello
expresado en lo que denominamos Agroindustria o Agronegocios. De hecho,
la actual expansión del Capitalismo Financiero sobre la producción de
Alimentos es la mayor amenaza a la Soberanía Alimentaria y representa el
último eslabón en la reproducción sistémica sobre la vida y los bienes
naturales. Por lo tanto, estamos enfrentando el socavamiento de la
Soberanía Política de los Pueblos y Naciones y de las autonomías
territoriales, y en este sentido no se puede separar la Soberanía
Alimentaria de aquellas otras, políticas, económicas, culturales,
sociales, sino que son una y la misma Soberanía.
Por ello afirmamos que en la Soberanía Alimentaria se expresa el
conjunto de las resistencias ecológicas y sociales, frente a la
expansión de los cultivos industriales, las semillas transgénicas, los
agrocombustibles y la apropiación de tierras, que junto al uso intensivo
de agentes químicos, caracteriza el modelo predominante de producción
de alimentos.
No debe sorprendernos que, en el actual contexto mundial, y próximos al
lanzamiento de la “Economía Verde” en la Conferencia Río + 20, pero
también en la adopción lisa y llana de los lineamientos del IIRSA
(Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional
Suramericana. ) a cargo de UNASUR y la Cepal (Comisión Económica para
América Latina, organismo de la ONU) en connivencia con los gobiernos
neodesarrollistas y neoextractivistas para los proyectos de desarrollo
regional, se intensifiquen estas maniobras distractivas de conceder algo
en el discurso para obtener la totalidad en los hechos, es decir, para
mantener la hegemonía del poder transnacionalizado.
Es el caso de la Argentina, sometida a su condición de productor de
materias primas, laboratorio de las manipulaciones genéticas y
exportador de forrajes y biocombustibles; donde los mismos que lanzaron
un Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial para los próximos
años, que no es más que la expansión del modelo extractivo sobre
millones de hectáreas de selvas y de montes, avalan esta peculiar
generosidad de la FAO. La FAO, el mismo organismo que desde hace años
fomenta la expansión de los monocultivos transgénicos y el acaparamiento
de tierras, en una operatoria triangular y concertada con los Gobiernos
y con ese “tercer sector” que son las grandes organizaciones campesinas
para-estatales y las ONG del internacionalismo verde. Todo ello, más
que un "menage a trois" resulta un terrible menaje atroz, o sea un atroz
asunto de familia…
No podemos hablar de Soberanía Alimentaria en un país sometido a las
Corporaciones, donde el Gobierno Nacional depende fundamentalmente de
los excedentes de la renta sojera, donde los Agronegocios son la
contracara del asistencialismo, donde la precariedad de las
instituciones depende de los vaivenes de la bolsa de Chicago o de
Shanghai.
La Soberanía Alimentaria no tiene lugar en el actual Modelo Productivo.
Ella es o debería ser parte fundante de un Proyecto Nacional que
considere volver a producir alimentos para nuestro Pueblo en la variedad
y calidad que hemos extraviado. Es decir, recuperar los antiguos
saberes rurales de la Argentina perdidos en décadas de neoliberalismo y
neodesarrollismo. Volver a la Tierra desarmando lentamente los
mecanismos impuestos por los Agronegocios y, sin ninguna duda, recuperar
la infraestructura energética y de transportes, revirtiendo esa
terrible urbanización y hacinamiento a que se ha sometido a nuestras
poblaciones.
Para nosotros la Soberanía Alimentaria sólo será realidad efectiva en un
auténtico Proyecto de Liberación Nacional que retome los caminos de una
Argentina, Libre, Justa y Soberana.
Fuente: ALAI
Etiquetas: Argentina, esp, GRR, Soberanía alimentaria
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