lunes, mayo 21, 2012

Carmelo Ruiz: Semillas del imperio

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Semillas del imperio

Carmelo Ruiz Marrero



Puede ser difícil de creer, pero los únicos cultivos de importancia económica oriundos de Norteamérica son el girasol, la cereza azul (blueberry), arándano agrio (cranberry) y la alcachofa (Es cierto que los pueblos originarios del continente cultivaban maíz, papa y frijol, pero éstos venían de Centro y Suramérica). Todos los demás cultivos, como el arroz, el trigo y la soya, fueron importados de otros lares. Sobre esa enorme tarea de importación de materia vegetal, que tomó lugar a lo largo de dos siglos, se fundamenta el progreso industrial de Estados Unidos.
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"La expedición naval de Perry en 1853 es mejor conocida por forzar la apertura de las bahías de Japón al comercio con Estados Unidos. Las naves bélicas de Perry también llevaron a casa una tremenda variedad de semillas y materiales de plantas obtenidos de Japón, China, Java, Mauritius y Suráfrica. Los frutos genéticos de esta aventura imperial incluyeron semillas o cortes de vegetales, cebada, arroz, frijoles, algodón, caquis, mandarinas, rosas y 'tres barriles del mejor trigo de Cape Town' (Suráfrica). Otras expediciones enviaron plantas de Suramérica, el Mediterráneo y el Caribe."
El cuerpo diplomático también puso de su parte. Cónsules enviaron trigo de Polonia, Turquía y Argelia, centeno de Francia, sorgo de China, algodón de Calcutta y Ciudad México, pimientos y maíz de Perú, y arroz de Tokío.
La entrada de todo este variadísimo germoplasma fue lo que hizo posible la colonización europea de Norteamérica y su despegue industrial. El cultivo de arroz en Carolina del Sur se debe a la introducción de una variedad de Madagascar al final del siglo XVIII. En Kansas y Texas el cultivo de sorgo se hizo viable gracias a muestras de China y África. La industria cítrica de California le debe mucho a semillas brasileñas traídas por un cónsul en 1871. Y la ganadería yanqui, legendaria en el mundo entero, le debe su éxito en gran parte a la introducción del pasto japonés lespedeza, la alfalfa rusa, y la hierba Johnson de África.
No es solamente la introducción de especies, sino también la introducción de numerosas variedades de la misma especie, que incrementan la biodiversidad e introducen rasgos beneficiosos al cultivo. Una variedad turca de trigo otorgó a la cosecha estadounidense resistencia a la roya amarilla (el hongo Puccinia striiformis), lo cual se estima que ahorra $50 millones al año en control de plagas. De la India se introdujo una variedad de sorgo resistente a áfidos que brinda beneficios anuales estimados en $12 millones. La revista New Scientist reportó en 1983 que los sembradores de cebada estadounidenses se ahorran $150 millones al año gracias a un gen aportado por una variedad etíope. Según el célebre profesor de botánica y recolector de plantas Hugh Iltis, el beneficio al cultivo de tomates de EEUU brindado por la introducción de variedades peruanas con un alto contenido sólido es de $5 millones al año. La Universidad de Illinois desarrolló variedades de soya que podrían estarle ahorrando a los agricultores entre $100 y $500 millones anualmente en costos de procesamiento, y la materia prima genética que se utilizó en su desarrollo vino de variedades de soya de Corea. La producción de trigo de Estados Unidos, la tercera mayor del mundo, se ha beneficiado de la introducción de variedades traídas de Japón, China, Rusia, Palestina, Australia, Kenya, Egipto, Etiopía, Bulgaria, Grecia, Brasil y Uruguay. Irán ha aportado a EEUU valiosas variedades de coliflor, cebolla, guisante y espinaca.
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Estados Unidos se apropió de toda esta exuberante diversidad de semillas agrícolas gratuitamente, sin compensación o reconocimiento alguno a los pueblos que pasaron siglos y hasta milenios desarrollando y perfeccionando estos cultivos. Esta apropiación se legitimó con el argumento de que las semillas son patrimonio de la humanidad. Pero cuando se le ha pedido a esa nación que comparta su tesoro, otro ha sido su cantar. En una carta del administrador del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos... escrita en 1977, éste expresa claramente que tras adquirir las semillas, éstas pasan a ser propiedad del gobierno de Estados Unidos. Dicho de otro modo, "lo que es tuyo es mío, y lo que es mío es mío". El gobierno estadounidense hace estas muestras disponibles a investigadores del mundo entero, pero se reserva el derecho a negar acceso en base a "consideraciones políticas"... EEUU había negado acceso a sus colecciones de semillas a investigadores de Albania, Cuba, Irán, Libia, la Unión Soviética, Afganistán y Nicaragua.


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