Por un Puerto Rico agroecológico y libre de transgénicos
Ponencia ante la Cámara de Representantes de Puerto Rico, martes 24 de septiembre 2013
Para leerla entera:
http://www.alainet.org/active/67635&lang=es
Mi nombre es Carmelo Ruiz Marrero, soy autor, periodista investigativo y educador ambiental, y dirijo el Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico, un colectivo fundado en 2004 dedicado a educar a la ciudadanía sobre los aspectos ecológicos, sociales, políticos, económicos, éticos y de salud humana de los organismos, cultivos, productos y alimentos genéticamente alterados o transgénicos, mediante charlas, conferencias, entrevistas de prensa, comunicados y una página web.
El Proyecto de la Cámara 1284, con su propuesta de formular un plan estratégico integral para la agricultura nacional, es sin duda un gran paso hacia adelante para la agricultura, seguridad alimentaria y economía del país. Sin embargo, para que tal plan sea efectivo y beneficioso para el pueblo puertorriqueño, debe abordar la ecología como asunto central y de primerísima importancia.
Algo anda realmente mal en la agricultura. Constantemente aumenta la evidencia de que la muy celebrada agricultura industrial convencional, que en este país a menudo se le llama equivocadamente agricultura “tradicional”, no combate el hambre, no es capaz de proveer alimentos saludables y deja a su paso enormes daños ambientales evitables e inaceptables, como erosión de la biodiversidad, deforestación, destrucción de suelos, envenenamiento con pesticidas, y encima de eso es una de las principales causas del cambio climático, el cual es ciertamente la mayor amenaza que enfrenta la especie humana hoy. Según “Cocinando el Planeta”, un extenso documento conjunto de varias organizaciones europeas, incluyendo GRAIN y Veterinarios Sin Fronteras (1), la agricultura industrial es responsable de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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Las megaempresas que controlan la agricultura industrial ahora nos ofrecen cultivos genéticamente alterados, o transgénicos, que supuestamente aumentan los rendimientos, reducen el uso de agrotóxicos, controlan malezas y plagas de manera ambientalmente benigna, y muchos otros beneficios para consumidores, agricultores, el ambiente y los hambrientos del mundo. Pero los alegados beneficios de estas novedosas semillas producto de la biotecnología moderna son puramente imaginarios. Al contrario, los cultivos transgénicos han exacerbado el hambre y la miseria rural, han llevado al desarrollo de supermalezas y superplagas, han empeorado los problemas ambientales causados por la agricultura moderna, y estudios científicos no financiados por la industria de biotecnología consistentemente han encontrado en los alimentos transgénicos daños a la salud de animales de laboratorio lo suficientemente serios como para exigir una moratoria a su producción. Esto nos concierne a los puertorriqueños no solamente como consumidores sino que nos concierne también porque las compañías de biotecnología agrícola, como Monsanto, Syngenta y Pioneer, tienen una gran concentración de cultivos transgénicos experimentales y de propagación de semilla en terrenos agrícolas de nuestro país.
Estos cultivos no fueron alterados genéticamente para rendir más, ni para ser más nutritivos, ni para reducir el uso de agroquímicos tóxicos. La mayoría fueron alterados para ser inmunes al herbicida Roundup, producto de la corporación Monsanto, y se les conoce como cultivos Roundup Ready. Los demás producen su propio insecticida, y se les llaman cultivos Bt. Estos cultivos, que son mayormente de soya y maíz, se utilizan para hacer, entre otras cosas, harina, almidón, aceite de cocinar, endulzadores, biocombustibles, y comida para alimentar los animales de finca que nos dan carne, lácteos y huevos.
Hasta el día de hoy no se ha demostrado que los alimentos transgénicos sean seguros (6). La agencia federal estadounidense FDA, que se supone fiscalice los alimentos y medicamentos, no realiza sus propios estudios sobre productos GM. Los estudios de los que se vale la agencia son realizados por las propias compañías que los producen, y usualmente están clasificados como información confidencial (Si son tan seguros, ¿por qué la confidencialidad?).
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En cuanto a los supuestos beneficios para los agricultores, sepan lo siguiente: El pasado 9 de julio la National Public Radio (NPR) de Estados Unidos transmitió un reportaje sobre las superplagas que azotan los sembradíos transgénicos (11), y en mayo el Wall Street Journal publicó un artículo con el horripilante título de "Pesticides Make a Comeback: Many Corn Farmers Go Back to Using Chemicals as Mother Nature Outwits Genetically Modified Seeds" (12). Hay que señalar que NPR y el Wall Street Journal siempre habían estado inclinados a favor de los transgénicos en reportajes anteriores.
En cuanto a los problemas de malezas, las noticias tampoco son halagadoras para los cultivos transgénicos. El pasado 4 de julio el Gazette, periódico del estado de Iowa, reportó que los granjeros que siembran transgénicos están perdiendo la guerra contra las malezas debido a nuevas superhiberbas resistentes al herbicida Roundup (13).
Pero el panorama no es del todo negativo. En años recientes la conciencia crítica sobre qué comemos y cómo se producen nuestros alimentos ha crecido a pasos agigantados en Puerto Rico y en el resto del mundo. El sistema industrializado de producción agrícola ya no es vaca sagrada ni volverá a serlo jamás.
Sí existen alternativas. Sí existen otras maneras de hacer las cosas. Alrededor del mundo, activistas, agricultores, científicos, profesores, campesinos, pueblos indígenas, pescadores artesanales, pastores, cooperativistas, curadoras de semillas, amas de casa, consumidores conscientes, y gente común y corriente de todas las profesiones y caminos de la vida demuestran con su activismo, investigación rigurosa y trabajo consecuente que otra agricultura es posible. Sus múltiples propuestas se aglutinan alrededor de la joven ciencia de la agroecología, la cual ofrece innovadoras respuestas ante las crisis globales alimentaria, económica, energética y ambiental.
Para leerla entera:
http://www.alainet.org/active/67635&lang=es
Mi nombre es Carmelo Ruiz Marrero, soy autor, periodista investigativo y educador ambiental, y dirijo el Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico, un colectivo fundado en 2004 dedicado a educar a la ciudadanía sobre los aspectos ecológicos, sociales, políticos, económicos, éticos y de salud humana de los organismos, cultivos, productos y alimentos genéticamente alterados o transgénicos, mediante charlas, conferencias, entrevistas de prensa, comunicados y una página web.
El Proyecto de la Cámara 1284, con su propuesta de formular un plan estratégico integral para la agricultura nacional, es sin duda un gran paso hacia adelante para la agricultura, seguridad alimentaria y economía del país. Sin embargo, para que tal plan sea efectivo y beneficioso para el pueblo puertorriqueño, debe abordar la ecología como asunto central y de primerísima importancia.
Algo anda realmente mal en la agricultura. Constantemente aumenta la evidencia de que la muy celebrada agricultura industrial convencional, que en este país a menudo se le llama equivocadamente agricultura “tradicional”, no combate el hambre, no es capaz de proveer alimentos saludables y deja a su paso enormes daños ambientales evitables e inaceptables, como erosión de la biodiversidad, deforestación, destrucción de suelos, envenenamiento con pesticidas, y encima de eso es una de las principales causas del cambio climático, el cual es ciertamente la mayor amenaza que enfrenta la especie humana hoy. Según “Cocinando el Planeta”, un extenso documento conjunto de varias organizaciones europeas, incluyendo GRAIN y Veterinarios Sin Fronteras (1), la agricultura industrial es responsable de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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Las megaempresas que controlan la agricultura industrial ahora nos ofrecen cultivos genéticamente alterados, o transgénicos, que supuestamente aumentan los rendimientos, reducen el uso de agrotóxicos, controlan malezas y plagas de manera ambientalmente benigna, y muchos otros beneficios para consumidores, agricultores, el ambiente y los hambrientos del mundo. Pero los alegados beneficios de estas novedosas semillas producto de la biotecnología moderna son puramente imaginarios. Al contrario, los cultivos transgénicos han exacerbado el hambre y la miseria rural, han llevado al desarrollo de supermalezas y superplagas, han empeorado los problemas ambientales causados por la agricultura moderna, y estudios científicos no financiados por la industria de biotecnología consistentemente han encontrado en los alimentos transgénicos daños a la salud de animales de laboratorio lo suficientemente serios como para exigir una moratoria a su producción. Esto nos concierne a los puertorriqueños no solamente como consumidores sino que nos concierne también porque las compañías de biotecnología agrícola, como Monsanto, Syngenta y Pioneer, tienen una gran concentración de cultivos transgénicos experimentales y de propagación de semilla en terrenos agrícolas de nuestro país.
Estos cultivos no fueron alterados genéticamente para rendir más, ni para ser más nutritivos, ni para reducir el uso de agroquímicos tóxicos. La mayoría fueron alterados para ser inmunes al herbicida Roundup, producto de la corporación Monsanto, y se les conoce como cultivos Roundup Ready. Los demás producen su propio insecticida, y se les llaman cultivos Bt. Estos cultivos, que son mayormente de soya y maíz, se utilizan para hacer, entre otras cosas, harina, almidón, aceite de cocinar, endulzadores, biocombustibles, y comida para alimentar los animales de finca que nos dan carne, lácteos y huevos.
Hasta el día de hoy no se ha demostrado que los alimentos transgénicos sean seguros (6). La agencia federal estadounidense FDA, que se supone fiscalice los alimentos y medicamentos, no realiza sus propios estudios sobre productos GM. Los estudios de los que se vale la agencia son realizados por las propias compañías que los producen, y usualmente están clasificados como información confidencial (Si son tan seguros, ¿por qué la confidencialidad?).
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En cuanto a los supuestos beneficios para los agricultores, sepan lo siguiente: El pasado 9 de julio la National Public Radio (NPR) de Estados Unidos transmitió un reportaje sobre las superplagas que azotan los sembradíos transgénicos (11), y en mayo el Wall Street Journal publicó un artículo con el horripilante título de "Pesticides Make a Comeback: Many Corn Farmers Go Back to Using Chemicals as Mother Nature Outwits Genetically Modified Seeds" (12). Hay que señalar que NPR y el Wall Street Journal siempre habían estado inclinados a favor de los transgénicos en reportajes anteriores.
En cuanto a los problemas de malezas, las noticias tampoco son halagadoras para los cultivos transgénicos. El pasado 4 de julio el Gazette, periódico del estado de Iowa, reportó que los granjeros que siembran transgénicos están perdiendo la guerra contra las malezas debido a nuevas superhiberbas resistentes al herbicida Roundup (13).
Pero el panorama no es del todo negativo. En años recientes la conciencia crítica sobre qué comemos y cómo se producen nuestros alimentos ha crecido a pasos agigantados en Puerto Rico y en el resto del mundo. El sistema industrializado de producción agrícola ya no es vaca sagrada ni volverá a serlo jamás.
Sí existen alternativas. Sí existen otras maneras de hacer las cosas. Alrededor del mundo, activistas, agricultores, científicos, profesores, campesinos, pueblos indígenas, pescadores artesanales, pastores, cooperativistas, curadoras de semillas, amas de casa, consumidores conscientes, y gente común y corriente de todas las profesiones y caminos de la vida demuestran con su activismo, investigación rigurosa y trabajo consecuente que otra agricultura es posible. Sus múltiples propuestas se aglutinan alrededor de la joven ciencia de la agroecología, la cual ofrece innovadoras respuestas ante las crisis globales alimentaria, económica, energética y ambiental.
Etiquetas: Carmelo, esp, Puerto Rico
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