América Latina: Revolución en el Agro
Carmelo Ruiz Marrero
Periódico Compartir es Vivir, febrero 2014
La agroecología se perfila como alternativa viable y científicamente sólida no sólo para alimentar el mundo sino además para enfrentar otros retos globales, que van desde la crisis ambiental hasta las políticas neoliberales. Sin embargo, hay agrónomos, académicos, agricultores convencionales y gente dentro y fuera de la práctica agrícola que insisten, rara vez presentando algún dato científico, que tal modalidad de producción agrícola quizás sea buena con el ambiente pero que nunca será una opción práctica para alimentar un mundo hambriento en el que la población continúa aumentando. Tal escepticismo e incredulidad ante la promesa de la agroecología cubre toda la gama ideológica, desde voceros neoliberales y sectores del agronegocio, hasta militantes de la izquierda progresista.
El grueso de la objeción a la agroecología viene no de estudios científicos sino de anécdotas- a menudo de segunda mano- de quienes trataron de "sembrar orgánico" y no les funcionó. Parecen creer que es no más que una agricultura de vagos, de simplemente dejar de aplicar insumos y dejar que las plagas y malezas crezcan y se proliferen por la libre a ver qué pasa. Gran parte del público cree que ser orgánico o agroecológico significa simplemente dejar de usar venenos agrotóxicos.
Pero tales concepciones son simplemente falta de información. La agroecología tiene sólidas bases científicas, metodológicas y técnicas, y se sirve de otras disciplinas, como la ecología política, la economía ecológica y la etnoecología.
Según los agroecólogos Miguel Altieri y Víctor Toledo:
Las iniciativas agroecológicas pretenden transformar los sistemas de producción de la agroindustria a partir de la transición de los sistemas alimentarios basados en el uso de combustibles fósiles y dirigidos a la producción de cultivos de agroexportación y biocombustibles, hacia un paradigma alternativo que promueve la agricultura local y la producción nacional de alimentos por campesinos y familias rurales y urbanas a partir de la innovación, los recursos locales y la energía solar. (1)
Ambos autores, quienes pertenecen a la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), también dejan claro que la agroecología no es lo mismo que producción orgánica o ecológica, la cual depende de insumos externos. En la visión agroecológica, poco importa que tales insumos "orgánicos" o "alternativos" sean amigables con el ambiente. El problema es precisamente el insumo externo, el cual hay que minimizar o eliminar si es posible, pues éste condena al agricultor a la dependencia de cadenas de abastecimiento corporativas y por lo tanto compromete la soberanía alimentaria.
El modelo de investigación es elemento indispensable de la agroecología. En lugar del modelo jerárquico académico-científico convencional, el enfoque agroecológico se sirve de un modelo horizontal que hace del agricultor agente activo de su propio destino, en lugar de ser un receptor pasivo de expertise de fuera de la finca. Se trata de "investigación de agricultor a agricultor", "extensionismo horizontal", o, como se le llama más comúnmente, Campesino a Campesino. Estos no son meros elementos opcionales; la participación comunitaria en la investigación agrícola es esencial para la seguridad alimentaria local.
La agroecología tiene su propio análisis particular sobre la causas de la actual crisis alimentaria mundial. Según la Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU (FAO), las causas principales de esta crisis son la fiebre de los biocombustibles, la creciente e insaciable demanda de las emergentes clases medias de China y la India, y los descalabros meteorológicos vinculados al cambio climático. Pero la agroecología llama la atención a otras causas menos discutidas, como la creciente especulación con mercancías agrícolas desatada por la desregulación de mercados financieros. Señalan además al sistema agroalimentario industrial como parte del problema.
En la visión agroecológica, la mayor esperanza ante la actual crisis mundial de alimentos reside en los sistemas agrícolas tradicionales campesinos e indígenas que han pasado la prueba del tiempo y hoy proveen alimento a la mayor parte de la humanidad, y con recursos ínfimos.
Según la organización canadiense Grupo ETC, la cual lleva décadas de investigación sobre sistemas alimentarios: “Que las transnacionales dominen la cadena industrial de producción de alimentos no significa que alimentan a la mayoría. Aunque controlan cerca del 70 por ciento de los recursos agrícolas globales (tierra, agua, insumos), lo que producen sólo llega a un 30 por ciento de la población mundial. La mayor parte de los alimentos sigue viniendo de manos campesinas, indígenas, pescadores artesanales, recolectores, huertas barriales y urbanas y otros/otras pequeños (productores), que con apenas 30 por ciento de los recursos agrícolas, alimentan al 70 por ciento de la humanidad”. (2)
En otras palabras, la visión agroecológica campesina no se basa en teorías, sueños y propuestas, sino en una realidad viviente.
La agroecología reconoce los sistemas agrícolas tradicionales como fuente de sabiduría antigua que contiene importantes claves para la supervivencia y la soberanía alimentaria. A pesar de los variados que son, se les pueden discernir cinco características: alta biodiversidad, ingeniosas técnicas para el manejo de la finca, sistemas agrícolas diversificados, resistencia y solidez en el agroecosistema, la importancia de conocimientos tradicionales, y fuertes instituciones sociales.
Existen numerosos ejemplos latinoamericanos de cómo la agroecología ha enfrentado de manera efectiva los retos de la seguridad y soberanía alimentaria. En Cuba y Brasil el estado reconoce plenamente la agroecología y le aporta recursos sustanciales; en los Andes la visión agroecológica y las cosmovisiones antiguas precolombinas se armonizan (en las palabras de Altieri y Toledo, “la re-creación de la agricultura campesina andina en su íntima relación con las cosmovisiones tradicionales, pero con los elementos científicos de la agroecología”); y en el México profundo es imposible abordar el nexo agricultura-ecología sin hacer referencia a las luchas populares por la reforma agraria y el reconocimiento de las tierras comunales y su carácter inalienable.
Queda claro que la agroecología no es sólo técnica sino también una visión con un profundo contenido social y ético. Tiene robustas bases políticas al igual que científicas.
Ruiz Marrero es autor, periodista y educador ambiental. Opera la página web Haciendo Punto en Otro Blog (http://carmeloruiz.blogspot.com/) y dirige el Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico (http://bioseguridad.blogspot.com/).
NOTAS AL CALCE:
1) Miguel Altieri y Víctor Toledo. “La Revolución Agroecológica en América Latina: rescatar la naturaleza, asegurar la soberanía alimentaria y empoderar al campesino” SOCLA, 2011.2) Silvia Ribeiro. “¿Quién nos alimentará?” http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Quien_nos_alimentara
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