viernes, septiembre 18, 2015

En el decimo aniversario del asesinato del comandante Filiberto Ojeda

Frente Socialista de Puerto Rico

Si algo nos enseñó la muerte de Filiberto es que en Puerto Rico podemos hacer causa común ante los abusos del imperialismo.
Recordamos con indignación la noticia de aquel nefasto 23 de septiembre de 2005 del asesinato del comandante Filiberto Ojeda Ríos a manos de los fascistas del FBI con la acostumbrada sumisa contemplación de las autoridades coloniales. Y de contraparte también recordamos con nuestro pueblo unido salió a la calle a denunciar las arbitrariedades y atropellos de los Estados Unidos y a rendir honores al comandante como señal de que en lo profundo de nuestras entrañas tenemos claro quien es nuestro enemigo y quien nos representa.
Filiberto también dio lección de que la vida del revolucionario es una de sacrificio. Desde sus incursiones armadas por la lucha de liberación en el Movimiento Independentista Revolucionario Armado (MIRA), y más tarde en el Ejército Popular Boricua-Macheteros, vivió y luchó largos años en el clandestinaje o encerrado ante procesos judiciales amañados. Nos enseñó que el deber de todo revolucionario es poner el bienestar propio a un lado para adelantar la lucha del pueblo trabajador por un Puerto Rico libre de la presencia del imperialismo. Donde el pueblo trabajador pueda tomar, por las vías necesarias, las riendas de un Puerto Rico libre y socialista.
Filiberto es un ejemplo de que en Puerto Rico siempre ha habido una lucha en contra del ejército e imperio yanki desde que invadieron en 1898 hasta nuestros días… señal inequívoca de la voluntad de nuestro pueblo a diferenciarse y liberarse del imperio. El compañero vivió gran parte de su vida en el clandestinaje, demostrando que la tesis de Corretjer es cierta: el pueblo acoge a sus luchadores y los protege en contra de las fuerzas invasoras. Y nunca propuso, efectuó o defendió actos de violencia por la violencia misma, al contrario, sus mensajes transmitían sin ambages su credo de que la lucha armada era un escudo necesario para proteger al pueblo y que debía usarse con extremada cautela, seriedad y conciencia histórica… nunca por romanticismos trasnochados ni por asuntos de venganza… Por eso también su énfasis en colaborar y propiciar otros frentes de lucha.
Es nuestra obligación recordar que, no empece las divisiones, los mensajes más certeros del comandante fueron para enfatizar en desarrollar la voluntad y capacidad de hacer trabajo unitario en la lucha, pero siempre golpear al enemigo… con todas las herramientas posibles… con todas.
Estamos en momentos cruciales de la historia de Puerto Rico: ante el pueblo están quedando al desnudo las falacias de la colonia y la naturaleza predatoria del imperialismo en un deterioro a saltos de nuestra calidad de vida. Desde la izquierda y el movimiento de liberación nacional necesitamos que cada agrupación revitalice su lucha acentuando las oportunidades de trabajo conjunto, respetando diferencias y enfatizando en las convergencias.
Sin aspirar a unidades huecas ni falaces, es el momento de que, al igual que el comandante Filiberto, levantemos cada cual nuestra bandera de lucha, produzcamos oportunidades para coordinar esfuerzos, golpear juntos y seguir luchando hasta la victoria.

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