miércoles, octubre 06, 2004


La OMC es como un gato con nueve vidas: cada vez que parece estar muerta, sus patrocinadores en el Norte encuentran la manera de revivirla. No se esperaba nada nuevo, pero Estados Unidos y Europa lograron sacarse de la manga una victoria. La traición al Sur por los gobiernos de los países líderes del G-20, sumado a la ya antigua promoción de varias ONG internacionales a favor del concepto de la "Caja de Desarrollo" abrieron el camino a esta victoria del Norte.

PRIMERO: Confiar en los gobiernos de países con economías gigantescas e intereses propios, como Brasil y la India, es una ilusión. Brasil quiere un mayor acceso para sus agroexportadores a los mercados europeos y norteamericanos. El gobierno de Lula ha amarrado su carreta al caballo de la agroexportación. El ministro de Agricultura, Roberto Rodrigues, es ex presidente de la cámara de agroindustria, ex consultor de Monsanto y feroz defensor de los transgénicos.

SEGUNDO: creer que es posible "una OMC con cara humana" es una trampa. Desde hace años, ONG internacionales, como Oxfam-Gran Bretaña, hacen cabildeo en favor del concepto de la Caja de Desarrollo, como un mecanismo para aminorar los efectos nocivos de la OMC. La idea original era negociar una "caja" en la OMC -un conjunto de excepciones- en la cual los países pobres colocarían sus productos "sensibles" a las importaciones baratas, como los alimentos básicos. Dichos productos sensibles estarían sujetos a menos "disciplina" de parte de la OMC (menor reducción de aranceles y menor apertura de mercados), así confiriendo un grado de protección al sector campesino y a la seguridad alimentaria. Después el gobierno de la India propuso agregar a esta "caja" la demanda de mayor acceso a los mercados del Norte y algún recorte de subsidios agrícolas en Estados Unidos y Europa.

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