jueves, noviembre 11, 2004

LA REVOLUCION ORGANICA

Carmelo Ruiz Marrero
Especial para el suplemento En Rojo de Claridad
4 de noviembre 2004


Contrario a quienes creen que se trata de un capricho impráctico o un minúsculo mercado especializado, la agricultura orgánica goza de un auge indiscutible alrededor del mundo entero. En este tipo de agricultura no se usan sustancias químicas tóxicas- como pesticidas- ni procesos que destruyan el ambiente.

La agricultura orgánica se practica actualmente en 59 millones de acres en aproximadamente cien países, y el mercado global de alimentos orgánicos alcanzó los $23 mil millones en 2002, según la revista Organic Monitor. Europa es líder mundial en este campo; La Unión Europea y sus países miembros tienen directrices específicas para ayudar y adelantar este tipo de agricultura. Se espera que para 2010 de 30% a 50% de la agricultura europea sea orgánica.

Desde antes de ingresar a la Unión Europea, los países de Europa Oriental ya se estaban preparando para aprovechar el mercado orgánico de la UE. Los diez nuevos países miembros de la Unión añadieron 514 mil hectáreas al área total sembrada con cultivos orgánicos en la UE. Los tres mayores nuevos miembros, Polonia, Hungría y la República Checa, aumentaron su área de cultivos orgánicos en un 160% entre 1999 y 2003. La República Checa es la que más cultivos orgánicos tiene en la región, con 235,136 hectáreas, lo cual es 5% de las tierras agrícolas del país.

Por su parte, Brasil se ha convertido en toda una potencia mundial exportadora de estos productos. Ya domina el mercado mundial orgánico de mango, papaya, café, cacao, soya, caña de azúcar, jugo de china, frutos secos, nueces y parcha. Además de esto, los brasileños se están preparando para entrar en grande en el negocio orgánico de acerola, melón, piña, guayaba y fresa. Se estima que el sector orgánico brasileño crece de 30% a 50% al año.



Revolución ecológica en Bangladesh

Esto no es un lujo de ricos. En Bangladesh, 25 mil familias practican la agricultura ecológica como parte del movimiento Nayakrishi Andolon, que se fundamenta en la cultura de resistencia en contra de la privatización y colonización del cuerpo y la mente, y de oposición a la lógica del lucro y a los procesos neocoloniales de la globalización. Este movimiento, lidereado por la organización no gubernamental UBINIG, no trata de meramente introducir nuevas técnicas agrícolas, sino que es todo un movimiento cultural basado en un nuevo paradigma. La meta de Nayakrishi Andolon no es simplemente producir más comida para los consumidores. No se satisface con logros materiales carentes de dimensión espiritual, sino que busca crear vida, diversidad y ananda (vivir con gozo).

El movimiento empezó cuando mujeres agricultoras comenzaron a negarse a usar pesticidas, porque decían que destruían su deha, palabra que literalmente significa cuerpo. Ellas usaban la palabra de un modo profundo que significaba la Tierra, los hogares y los campos (Si la Tierra es mi cuerpo, no puedo envenenarla). En Nayakrishi Andolon no se divide el mundo entre hombre y naturaleza, cuerpo y alma, o materia y mente. Los agricultores participantes ven la tierra como una extensión de sus propios cuerpos y mentes.

"(Nayakrishi Andolon) es una actividad creativa alegre para celebrar la vida y las relaciones entre los seres humanos y con el resto de la naturaleza", dice Según Farida Akhter, directora ejecutiva de UBINIG. "Pregunten a una agricultora perteneciente al movimiento por qué practica Nayakrishi. En casi todos los casos responderá: 'Quiero ser feliz y disfrutar mi vida'. ¡Eso es todo! No escucharán ninguna retórica ecológica extraña… Los agricultores, especialmente las agricultoras, quieren ser felices Aquí, en este mundo Real, y Ahora mismo."

El ejemplo cubano

Cuba también ha avanzado en la agricultura orgánica a pasos agigantados. Para 1998 había sobre ocho mil jardines orgánicos en la Habana, atendidos por sobre treinta mil ciudadanos.

Este cambio se debió en gran parte a los esfuerzos del Grupo de Agricultura Orgánica (GAO). Este grupo, originalmente llamado Asociación Cubana de Agricultura Orgánica (ACAO), fue formado en 1993 en medio de la crisis económica causada por el fin del bloque soviético. Se movilizaron los recursos científicos del país para estimular la producción agrícola nacional sin el uso de agroquímicos importados.

Los miembros de ACAO no veían la agricultura orgánica como un atraso o como un sacrificio, sino como una oportunidad dorada para llevar a Cuba a un futuro independiente, saludable y ecológicamente sustentable.

La organización demostró que los sistemas agrícolas orgánicos pueden ser superiores a la agricultura convencional. ACAO/GAO tiene capítulos en casi todas las provincias de Cuba, y sus miembros educan a sus conciudadanos acerca de las agrotecnologías orgánicas y les explican que éstas deben ser consideradas como una transformación permanente de la agricultura nacional.

Como participante del Programa de Faros Agroecológicos del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, ACAO/GAO estableció fincas ejemplares para demostrar sus conceptos a otros agricultores y a oficiales del gobierno. La organización ha llevado a cabo decenas de talleres por todo el país, ha establecido diez centros regionales de documentación, publica una revista, y acaba de diseñar un curso de agroecología acreditado por la Universidad Agrícola de la Habana, al cual se han matriculado ya 500 estudiantes. Además, ha organizado tres conferencias internacionales sobre agricultura orgánica, ha recibido numerosas delegaciones de todas partes del mundo, y está en vías de desarrollar un grado de maestría en desarrollo sustentable para la Universidad de la Habana. En reconocimiento a su labor y sus logros, en 1999 el Premio Nobel Alternativo (Right Livelihood Award) se le otorgó al GAO.

Los gringos están aprendiendo

Estados Unidos no está a la vanguardia de la revolución orgánica, pero aún así los yanquis también están progresando. Las ventas de alimentos orgánicos en el mercado estadunidense sobrepasaron los $11 mil millones en 2002. Se espera que el mercado para productos orgánicos en EEUU llegue a los 30 mil 700 millones de dólares para 2007, con un crecimiento promedio anual de 21.4%, según la firma Datamonitor.

El Departamento de Agricultura federal (USDA) estableció criterios para la producción orgánica en 2002. Además, tiene un Programa Nacional Orgánico y su Agencia de Manejo de Riesgo asegura a los cultivos orgánicos. Y encima de todo esto, el Congreso tiene ahora un caucus orgánico que promueve esta nueva agricultura.

En Puerto Rico

¿Y Puerto Rico? Importamos 90% de los alimentos que consumimos, y de ese 10% que se produce aquí, sólo una fracción minúscula es orgánica. Ni el Departamento de Agricultura ni la Asociación de Agricultores tienen una política de apoyo a la producción orgánica.

Sin embargo, existe un movimiento pequeño pero creciente de agricultores orgánicos en el país, que se abre paso a pesar de la indiferencia y hostilidad de sectores miopes en el gobierno y el empresariado.

Entrevistamos a uno de estos productores orgánicos, Raúl Noriega, quien tiene una finca ecológica en el barrio Pasto de Aibonito. Ahí la familia Noriega siembra plantas medicinales como sávila, curía, yerbamora y yerbabruja; y aromáticas como romero, yerba buena, menta, anís, verdolaga, anamú y llantén. También tienen berenjena, calabacín, habichuelas, cebolla y cebollines.

En entrevista con En Rojo, Noriega señaló que tiene dos razones para sembrar orgánico. "La primera es una razón egoísta. Yo consumo lo que siembro. Si siembro con pesticidas y otros agroquímicos tóxicos, eso es lo que voy a comer. Soy el primer consumidor de mi producción, y quiero comer bien."

"La segunda razón es porque la producción orgánica es la manera más saludable de producción para la tierra. El Creador hizo este mundo perfecto y balanceado. Cada insecto, cada gusano y cada planta tiene un significado y un por qué, aún cuando no lo entendamos. Tenemos que admitir que desde que existe la tierra, ésta nos ha estado manteniendo, sin necesitar apoyos químicos sintéticos."

Noriega planteó que la viabilidad de la agricultura orgánica no se puede medir con las varas económicas convencionales, pues éstas favorecen la reducción de costos sobre toda consederación social y ecológica.

Mientras enfrentan un sinnúmero de obstáculos y dificultades, los agricultores orgánicos de Puerto Rico anhelan el día en que el país se ponga al día con la revolución orgánica que se hace sentir en el mundo entero.

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