Este es un "Carmelo Classic". Lo publiqué en el año 2000:
reseña:
“The New Military Humanism: Lessons from Kosovo” Noam Chomsky. Common Courage Press, 1999. 185 páginas, $15.95. Internet: www.commoncouragepress.com.
“The Umbrella of U.S. Power: The Universal Declaration of Human Rights and the Contradictions of U.S. Policy” Seven Stories Press/ Open Media Pamphlet Series, 1999. 68 páginas, $5.95.
“Profit Over People: Neoliberalism and Global Order” Noam Chomsky. Seven Stories Press, 1999. 167 páginas, $15.95. Internet: www.sevenstories.com.
Entre los críticos del sistema político de Estados Unidos sobresale el nombre de Noam Chomsky. En las últimas tres décadas, este internacionalmente aclamado lingüista ha producido una voluminosa obra literaria centrada mayormente sobre dos temas, 1) las atrocidades cometidas- directa e indirectamente- por el gobierno de Estados Unidos en nombre de la libertad y la democracia, y 2) la manipulación de la opinión pública en sociedades democráticas.
A los 72 años de edad, Chomsky se mantiene vigoroso y productivo, escribiendo prolíficamente sobre lingüística y política, dando clases en el Instituto Tecnológico de Massachussets, y ofreciendo charlas alrededor del mundo. Sus tres libros más recientes, The New Military Humanism, The Umbrella of U.S. Power y Profit Over People, son un maremoto de erudición. Su prosa amena y conocimiento enciclopédico sobre asuntos de política, historia y economía se combinan para darle un magistral tapaboca a aquellos inocentes que se maravillan de la supuesta nobleza de las intenciones del gobierno de Estados Unidos para con el mundo.
En The New Military Humanism: Lessons from Kosovo, Chomsky derrumba los mitos que la administración Clinton y sus fieles demagogos se inventaron para justificar la “intervención humanitaria” de la OTAN en Yugoslavia el año pasado.
Chomsky señala que, contrario a lo que dice el discurso oficial, las barbaridades de los serbios contra los albaneses en Kosovo se exacerbaron después de comenzar el bombardeo de la OTAN. Esto se confirmó el pasado 27 de marzo (1999) en declaraciones públicas del portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos James Rubin, y del general norteamericano Wesley Clark, al igual que por el diario New York Times. El general Clark en particular afirmó que era de esperarse que el líder serbio Milosevic intensificara su campaña genocida en Kosovo como resultado del bombardeo. Pero, ¿Acaso la idea del bombardeo de la OTAN no era precisamente detener el genocidio contra los kosovares?
Chomsky cita también a Canes Lord, catedrático de la Fletcher School of Law and Diplomacy, quien declaró que:
Though Western officials continue to deny it, there can be little doubt that the bombing campaign has provided both motive and opportunity for a wider and more savage Serbian operation than what was first envisioned. (página 21)
El célebre disidente recalca también la hipocresía de las lágrimas de cocodrilo que el gobierno de Estados Unidos derramó por los kosovares expulsados de sus tierras. ¿Acaso no hicieron los israelíes eso mismo con los palestinos y con los sirios que vivían en la Alturas de Golán? En diciembre de 1948 las Naciones Unidas emitieron su resolución número 194, la cual establece que los palestinos tienen el derecho a volver a las tierras que les fueron arrebatadas por invasores judíos, o a ser compensados. En los 51 años que han pasado, Estados Unidos e Israel han hecho todo lo posible por evitar que se cumpla esa resolución, a pesar de que está sólidamente fundamentada en el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
También hace referencia a la indiferencia del Occidente a la masacre de Krajina hace unos pocos años. En este macabro episodio, tropas croatas bajo el mando del neofascista Franjo Tudjman avanzaron sobre territorio serbio, asesinando a todos los hombres, mujeres y niños serbios que se encontraron a su paso. Cientos de miles de sobrevivientes acabaron en campamentos de refugiados en Belgrado o reubicados en Kosovo. No hubo indignación por parte de Wáshington ante esta matanza. Además, fue la creación de la alianza bosnio-croata, forjada gracias a los esfuerzos diplomáticos de Clinton, lo que hizo posible que Tudjman pudiera sacar tropas del frente de Sarajevo para emprender la ofensiva en Krajina.
Entonces, ¿Porqué la OTAN metió la cuchara en los Balcanes el año pasado (1999)? Si el brutal y bárbaro bombardeo de las naciones “civilizadas” de occidente contra la prácticamente indefensa capital yugoslava de Belgrado no ayudó en nada a detener o siquiera atenuar la masacre étnica en Kosovo, entonces ¿cuál fue el propósito de la agresión de la OTAN?
Chomsky opina que el verdadero fin fue preservar la credibilidad de la OTAN y en particular de Estados Unidos. Milosevic era un majadero, al igual que Noriega y Saddam Hussein en años anteriores, porque desafió abiertamente a las potencias del Atlántico Norte. Había que darle una lección, para que en el futuro a ningún otro país se le ocurra contradecir las órdenes de Wáshington y de la OTAN.
Para probar su punto, Chomsky cita las propias palabras del Asesor de Seguridad Nacional del Presidente Clinton, Sandy Berger, quien había declarado que el bombardeo era para demostrar que la OTAN hablaba en serio; y del Primer Ministro británico Tony Blair, digno representante de la seudoizquierda socialdemócrata, quien dijo que retroceder de la confrontación en Yugoslavia hubiera destruido la credibilidad de la OTAN. Puesto en buen puertorriqueño: Estados Unidos es el guapetón de la calle, y de vez en cuando da palizas para que la gente no vaya a creer que es flojo.
Según Chomsky, la agresión de la OTAN contra Yugoslavia fue una derrota para el derecho internacional y una victoria para la fuerza bruta:
Despite the desperate efforts of ideologues to prove that circles are square, there is no serious doubt that the NATO bombings further undermine what remains of the fragile structure of international law. (página 150)
The highest authorities have made it clear that international law and agencies had become irrelevant because they no longer follow Washington's orders, as they did in the early postwar years, when U.S. power was overwhelming. When the World Court was considering what it later condemned as Washington's “unlawful use of force against Nicaragua”, Secretary of State George Schultz derided those who advocate “utopian, legalistic means like outside mediation, the United Nations, and the World Court, while ignoring the power element of the equation”...
State Department Legal Advisor Abraham Sofaer explained that members of the U.N. can no longer “be counted on to share our view”, and “the majority often opposes the United States on important international questions,” so we must “reserve to ourselves the power to determine” how we will act and which matters fall “essentially within the domestic jurisdiction of the United States, as determined by the United States”- in this case, Washington's “unlawful use of force” against Nicaragua. (páginas 153-154)
Chomsky advierte también que guerras innecesarias y evitables como ésta son una manera de denunciar la paja en el ojo ajeno:
Deploring the crimes of others often gives us a nice warm feeling: we are good people, different from those bad people. This is particularly true when when there is nothing much we can do about the crimes of others, so that we can strike impressive poses without cost to ourselves. Looking at our own crimes is much harder, and for those willing to do it, often carries costs. Every society has its “dissidents” and its “commissars”, and it is close to a historical law that the commissars are highly praised and the dissidents bitterly condemned... The costs of dissidence can be severe, as in U.S. client states: the murdered Jesuit intellectuals in El Salvador, for example. (página 40)
Pero, ¿acaso Estados Unidos no es el paladín de la democracia y los derechos humanos? ¿Acaso la galante armada americana no salvó a los panameños de Noriega y a los pobres haitianos de Cedras? En su breve libro The Umbrella of U.S. Power: The Universal Declaration of Human Rights and the Contradictions of U.S. Policy, Chomsky derrumba de manera definitiva y contundente las pretensiones de democracia del discurso ideológico dominante de Estados Unidos a la luz de la Declaración Universal de Derechos Humanos. En este genial libro, que se puede leer en una sola sentada, demuestra cómo el gobierno de la nación que tanto admiran Orlando Parga y Jorge De Castro Font viola sistemáticamente todos los 30 artículos de la Declaración Universal en su política exterior, al igual que a nivel doméstico.
Chomsky sostiene que el texto de la Declaración Universal no es muy conocido entre los estadounidenses, quienes entienden por derechos humanos la libre expresión y el derecho a votar. Pero este documento esencial también establece derechos económicos, sociales y culturales, a los que Wáshington siempre se ha opuesto.
El Artículo 25, por ejemplo, dice que todo ser humano tiene derecho a un nivel de vida adecuado para su bienestar. Sin embargo, este derecho se viola todos los días de manera masiva en las calles de la Gran Democracia.
It is unneccesary to dwell on the status of Article 25 in the world’s richest country, with a poverty level twice that of any other industrial society, particularly severe among children. Almost one in four children under six fell below the poverty line by 1995 after four years of economic recovery… In the United States, 30 million people suffered from hunger by 1990, an increase of 50 percent from 1985, including 12 million children lacking sufficient food to maintain growth and development… In terms of such basic social indicators as child mortality, the United States ranks well below any other industrial country. (página 23)
Las salvajes desigualdades sociales y económicas que existen en Estados Unidos y entre las naciones del sur pobre y el norte rico son posibles en gran parte debido a mitos- promovidos por las instituciones educativas y la prensa comercial- acerca de los supuestos beneficios de los “mercados abiertos” y la “libre competencia”. Chomsky analiza estos mitos críticamente en el libro Profit Over People: Neoliberalism and Global Order, una serie de ensayos en los que también discute otros temas, como el alzamiento de los zapatistas, los efectos nefastos del Tratato de Libre Comercio de Norteamérica, y el uso de la propaganda para fabricar consentimiento popular.
En Profit Over People argumenta que lo que llevó Estados Unidos a convertirse en una próspera potencia económica no fue el libre comercio sino la intervención del estado en la economía. Uno de estos métodos de intervención fue el proteccionismo, pecado mortal en el evangelio del neoliberalismo. La joven nación americana impuso altas tarifas a las importaciones de productos textiles, para así proteger a sus fábricas de la feroz competencia en el mercado internacional. De otro modo, los textiles norteamericanos nunca hubieran podido competir con los de Inglaterra, entonces titán mundial en ese sector de manufactura.
Los países del hoy llamado Tercer Mundo trataron de implantar esas mismas políticas proteccionistas, pero los amos coloniales europeos no lo permitieron. Las potencias imperialistas, dice Chomsky, forzan los países pobres a mantener abiertos sus mercados, mientras éstas abren y cierran sus mercados de acuerdo a la conveniencia. Ayer se le llamaba colonialismo, mientras que hoy lleva el bonito nombre de neoliberalismo.
Standard economic history recognizes that state intervention has played a central role in economic growth… The industrial revolution relied on cheap cotton, mainly from the United States. It was kept cheap and available not by market forces, but by elimination of the indigenous population and slavery. There were of course other cotton producers. Prominent among them was India. Its resources flowed to England, while its own advanced textile industry was destroyed by British protectionism and force. Another case is Egypt, which took steps toward development at the same time as the United States but was blocked by British force, on the quite explicit grounds that Britatin would not tolerate independent development in that region. New England, in contrast, was able to follow the path of the mother country, barring cheaper British textiles by very high tariffs as Britain had done to India. Without such measures, half of the emerging textile industry of New England would have been destroyed. (página 30)
La obra de Chomsky es extensa y variada. Su lectura es importantísima especialmente hoy ante la globalización del capitalismo salvaje, el embate de la derecha fascista y los discursos frívolos de los izquierdistas del ayer, que ahora predican la acomodación y la resignación.
EL MUNDO SEGUN CHOMSKY
Carmelo Ruiz Marrero
Claridad
Carmelo Ruiz Marrero
Claridad
reseña:
“The New Military Humanism: Lessons from Kosovo” Noam Chomsky. Common Courage Press, 1999. 185 páginas, $15.95. Internet: www.commoncouragepress.com.
“The Umbrella of U.S. Power: The Universal Declaration of Human Rights and the Contradictions of U.S. Policy” Seven Stories Press/ Open Media Pamphlet Series, 1999. 68 páginas, $5.95.
“Profit Over People: Neoliberalism and Global Order” Noam Chomsky. Seven Stories Press, 1999. 167 páginas, $15.95. Internet: www.sevenstories.com.
Entre los críticos del sistema político de Estados Unidos sobresale el nombre de Noam Chomsky. En las últimas tres décadas, este internacionalmente aclamado lingüista ha producido una voluminosa obra literaria centrada mayormente sobre dos temas, 1) las atrocidades cometidas- directa e indirectamente- por el gobierno de Estados Unidos en nombre de la libertad y la democracia, y 2) la manipulación de la opinión pública en sociedades democráticas.
A los 72 años de edad, Chomsky se mantiene vigoroso y productivo, escribiendo prolíficamente sobre lingüística y política, dando clases en el Instituto Tecnológico de Massachussets, y ofreciendo charlas alrededor del mundo. Sus tres libros más recientes, The New Military Humanism, The Umbrella of U.S. Power y Profit Over People, son un maremoto de erudición. Su prosa amena y conocimiento enciclopédico sobre asuntos de política, historia y economía se combinan para darle un magistral tapaboca a aquellos inocentes que se maravillan de la supuesta nobleza de las intenciones del gobierno de Estados Unidos para con el mundo.
En The New Military Humanism: Lessons from Kosovo, Chomsky derrumba los mitos que la administración Clinton y sus fieles demagogos se inventaron para justificar la “intervención humanitaria” de la OTAN en Yugoslavia el año pasado.
Chomsky señala que, contrario a lo que dice el discurso oficial, las barbaridades de los serbios contra los albaneses en Kosovo se exacerbaron después de comenzar el bombardeo de la OTAN. Esto se confirmó el pasado 27 de marzo (1999) en declaraciones públicas del portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos James Rubin, y del general norteamericano Wesley Clark, al igual que por el diario New York Times. El general Clark en particular afirmó que era de esperarse que el líder serbio Milosevic intensificara su campaña genocida en Kosovo como resultado del bombardeo. Pero, ¿Acaso la idea del bombardeo de la OTAN no era precisamente detener el genocidio contra los kosovares?
Chomsky cita también a Canes Lord, catedrático de la Fletcher School of Law and Diplomacy, quien declaró que:
Though Western officials continue to deny it, there can be little doubt that the bombing campaign has provided both motive and opportunity for a wider and more savage Serbian operation than what was first envisioned. (página 21)
El célebre disidente recalca también la hipocresía de las lágrimas de cocodrilo que el gobierno de Estados Unidos derramó por los kosovares expulsados de sus tierras. ¿Acaso no hicieron los israelíes eso mismo con los palestinos y con los sirios que vivían en la Alturas de Golán? En diciembre de 1948 las Naciones Unidas emitieron su resolución número 194, la cual establece que los palestinos tienen el derecho a volver a las tierras que les fueron arrebatadas por invasores judíos, o a ser compensados. En los 51 años que han pasado, Estados Unidos e Israel han hecho todo lo posible por evitar que se cumpla esa resolución, a pesar de que está sólidamente fundamentada en el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
También hace referencia a la indiferencia del Occidente a la masacre de Krajina hace unos pocos años. En este macabro episodio, tropas croatas bajo el mando del neofascista Franjo Tudjman avanzaron sobre territorio serbio, asesinando a todos los hombres, mujeres y niños serbios que se encontraron a su paso. Cientos de miles de sobrevivientes acabaron en campamentos de refugiados en Belgrado o reubicados en Kosovo. No hubo indignación por parte de Wáshington ante esta matanza. Además, fue la creación de la alianza bosnio-croata, forjada gracias a los esfuerzos diplomáticos de Clinton, lo que hizo posible que Tudjman pudiera sacar tropas del frente de Sarajevo para emprender la ofensiva en Krajina.
Entonces, ¿Porqué la OTAN metió la cuchara en los Balcanes el año pasado (1999)? Si el brutal y bárbaro bombardeo de las naciones “civilizadas” de occidente contra la prácticamente indefensa capital yugoslava de Belgrado no ayudó en nada a detener o siquiera atenuar la masacre étnica en Kosovo, entonces ¿cuál fue el propósito de la agresión de la OTAN?
Chomsky opina que el verdadero fin fue preservar la credibilidad de la OTAN y en particular de Estados Unidos. Milosevic era un majadero, al igual que Noriega y Saddam Hussein en años anteriores, porque desafió abiertamente a las potencias del Atlántico Norte. Había que darle una lección, para que en el futuro a ningún otro país se le ocurra contradecir las órdenes de Wáshington y de la OTAN.
Para probar su punto, Chomsky cita las propias palabras del Asesor de Seguridad Nacional del Presidente Clinton, Sandy Berger, quien había declarado que el bombardeo era para demostrar que la OTAN hablaba en serio; y del Primer Ministro británico Tony Blair, digno representante de la seudoizquierda socialdemócrata, quien dijo que retroceder de la confrontación en Yugoslavia hubiera destruido la credibilidad de la OTAN. Puesto en buen puertorriqueño: Estados Unidos es el guapetón de la calle, y de vez en cuando da palizas para que la gente no vaya a creer que es flojo.
Según Chomsky, la agresión de la OTAN contra Yugoslavia fue una derrota para el derecho internacional y una victoria para la fuerza bruta:
Despite the desperate efforts of ideologues to prove that circles are square, there is no serious doubt that the NATO bombings further undermine what remains of the fragile structure of international law. (página 150)
The highest authorities have made it clear that international law and agencies had become irrelevant because they no longer follow Washington's orders, as they did in the early postwar years, when U.S. power was overwhelming. When the World Court was considering what it later condemned as Washington's “unlawful use of force against Nicaragua”, Secretary of State George Schultz derided those who advocate “utopian, legalistic means like outside mediation, the United Nations, and the World Court, while ignoring the power element of the equation”...
State Department Legal Advisor Abraham Sofaer explained that members of the U.N. can no longer “be counted on to share our view”, and “the majority often opposes the United States on important international questions,” so we must “reserve to ourselves the power to determine” how we will act and which matters fall “essentially within the domestic jurisdiction of the United States, as determined by the United States”- in this case, Washington's “unlawful use of force” against Nicaragua. (páginas 153-154)
Chomsky advierte también que guerras innecesarias y evitables como ésta son una manera de denunciar la paja en el ojo ajeno:
Deploring the crimes of others often gives us a nice warm feeling: we are good people, different from those bad people. This is particularly true when when there is nothing much we can do about the crimes of others, so that we can strike impressive poses without cost to ourselves. Looking at our own crimes is much harder, and for those willing to do it, often carries costs. Every society has its “dissidents” and its “commissars”, and it is close to a historical law that the commissars are highly praised and the dissidents bitterly condemned... The costs of dissidence can be severe, as in U.S. client states: the murdered Jesuit intellectuals in El Salvador, for example. (página 40)
Pero, ¿acaso Estados Unidos no es el paladín de la democracia y los derechos humanos? ¿Acaso la galante armada americana no salvó a los panameños de Noriega y a los pobres haitianos de Cedras? En su breve libro The Umbrella of U.S. Power: The Universal Declaration of Human Rights and the Contradictions of U.S. Policy, Chomsky derrumba de manera definitiva y contundente las pretensiones de democracia del discurso ideológico dominante de Estados Unidos a la luz de la Declaración Universal de Derechos Humanos. En este genial libro, que se puede leer en una sola sentada, demuestra cómo el gobierno de la nación que tanto admiran Orlando Parga y Jorge De Castro Font viola sistemáticamente todos los 30 artículos de la Declaración Universal en su política exterior, al igual que a nivel doméstico.
Chomsky sostiene que el texto de la Declaración Universal no es muy conocido entre los estadounidenses, quienes entienden por derechos humanos la libre expresión y el derecho a votar. Pero este documento esencial también establece derechos económicos, sociales y culturales, a los que Wáshington siempre se ha opuesto.
El Artículo 25, por ejemplo, dice que todo ser humano tiene derecho a un nivel de vida adecuado para su bienestar. Sin embargo, este derecho se viola todos los días de manera masiva en las calles de la Gran Democracia.
It is unneccesary to dwell on the status of Article 25 in the world’s richest country, with a poverty level twice that of any other industrial society, particularly severe among children. Almost one in four children under six fell below the poverty line by 1995 after four years of economic recovery… In the United States, 30 million people suffered from hunger by 1990, an increase of 50 percent from 1985, including 12 million children lacking sufficient food to maintain growth and development… In terms of such basic social indicators as child mortality, the United States ranks well below any other industrial country. (página 23)
Las salvajes desigualdades sociales y económicas que existen en Estados Unidos y entre las naciones del sur pobre y el norte rico son posibles en gran parte debido a mitos- promovidos por las instituciones educativas y la prensa comercial- acerca de los supuestos beneficios de los “mercados abiertos” y la “libre competencia”. Chomsky analiza estos mitos críticamente en el libro Profit Over People: Neoliberalism and Global Order, una serie de ensayos en los que también discute otros temas, como el alzamiento de los zapatistas, los efectos nefastos del Tratato de Libre Comercio de Norteamérica, y el uso de la propaganda para fabricar consentimiento popular.
En Profit Over People argumenta que lo que llevó Estados Unidos a convertirse en una próspera potencia económica no fue el libre comercio sino la intervención del estado en la economía. Uno de estos métodos de intervención fue el proteccionismo, pecado mortal en el evangelio del neoliberalismo. La joven nación americana impuso altas tarifas a las importaciones de productos textiles, para así proteger a sus fábricas de la feroz competencia en el mercado internacional. De otro modo, los textiles norteamericanos nunca hubieran podido competir con los de Inglaterra, entonces titán mundial en ese sector de manufactura.
Los países del hoy llamado Tercer Mundo trataron de implantar esas mismas políticas proteccionistas, pero los amos coloniales europeos no lo permitieron. Las potencias imperialistas, dice Chomsky, forzan los países pobres a mantener abiertos sus mercados, mientras éstas abren y cierran sus mercados de acuerdo a la conveniencia. Ayer se le llamaba colonialismo, mientras que hoy lleva el bonito nombre de neoliberalismo.
Standard economic history recognizes that state intervention has played a central role in economic growth… The industrial revolution relied on cheap cotton, mainly from the United States. It was kept cheap and available not by market forces, but by elimination of the indigenous population and slavery. There were of course other cotton producers. Prominent among them was India. Its resources flowed to England, while its own advanced textile industry was destroyed by British protectionism and force. Another case is Egypt, which took steps toward development at the same time as the United States but was blocked by British force, on the quite explicit grounds that Britatin would not tolerate independent development in that region. New England, in contrast, was able to follow the path of the mother country, barring cheaper British textiles by very high tariffs as Britain had done to India. Without such measures, half of the emerging textile industry of New England would have been destroyed. (página 30)
La obra de Chomsky es extensa y variada. Su lectura es importantísima especialmente hoy ante la globalización del capitalismo salvaje, el embate de la derecha fascista y los discursos frívolos de los izquierdistas del ayer, que ahora predican la acomodación y la resignación.
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