Biocombustible de algas
Biocombustible con algas: razones para preocuparnos
Silvia Ribeiro*
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Lamentablemente, hay muchas razones para preocuparnos. En 40 años de experimentación con algas para combustibles, no se han logrado resultados capaces de competir con los combustibles derivados de petróleo. Por tanto, esta nueva ola presupone el uso de algas transgénicas, algas y bacterias modificadas con biología sintética e ingeniería de pasos metabólicos, frente a lo cual, no existen conocimientos ni normas de bioseguridad. La posibilidad de escape de estos organismos es aterradora, tanto por los impactos sobre algas naturales –que son la base de toda la red alimentaria marina– como por el riesgo de de la presencia en el ambiente de microorganismos sintéticos diseñados para degradar celulosa. La celulosa está omnipresente en toda la naturaleza terrestre y marina, por tanto tendrían alimentación ilimitada.
Conlleva además ocupar enormes superficies, ya que deben ser piletas de poca profundidad para poder captar la luz del sol. Saul Griffits, experto en renovables, calculó que aún si se hicieran algas con cuatro veces más eficiencia de uso de luz solar, se necesitaría una alberca olímpica de algas, cada segundo durante veinte años, para compensar apenas un 3 por ciento del consumo mundial de energía. Esto signfica una nueva ola de disputa por tierras, agua y nutrientes, particularmente en zonas que las empresas llaman "desérticas", pero que en realidad están habitadas y dependen de esos escasos recursos.
El cultivo de algas, además de sol, necesita la adición constante de fertilizantes, un recurso cuyos componentes, como el fosfato, es cada vez más escaso y su demanda compite directamente con su uso para la producción alimentaria.
Finalmente, la instalación de piletas, bombeo, procesamiento, necesita energía. Según un estudio publicado en la revista Environmental science and technology, la producción de combustible con algas consume más agua y energía que otras materias primas como maíz o canola (y sobre éstos ya se sabe que su ecuación energética es negativa, es decir, consumen más petróleo del combustible que generan). Además, asegura la publicación, tiene mayores emisiones de gases de efecto invernadero que esos cultivos.
No se trata de que no haya salidas al uso de los combustibles fósiles. Las hay, son diversas y descentralizadas. Por ejemplo la agricultura campesina y agroecológica en lugar de la agricultura industrial es una gran parte de la solución. Lo que es un camino al abismo es seguir creando nuevos problemas y riesgos, supuestamente para enfrentar los que ya existen, sin cuestionar de fondo sus causas y el sistema que las sostiene.
Etiquetas: Algas, Biocombustibles, esp, Ribeiro
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