Este 17 de abril defendemos nuestras semillas campesinas y luchamos contra la industria semillera
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Declaración de La Vía Campesina
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Declaración de La Vía Campesina
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Defendiendo Nuestras Semillas Campesinas— Hacia el Futuro
La Vía Campesina está formada por 164 organizaciones en 73 países del mundo. A lo largo del movimiento la defensa de las semillas campesinas es clave para nuestro trabajo y se va realizando de distintas maneras y en diversos espacios. Las defendemos en nuestros campos al sembrarlas, seleccionarlas e intercambiarlas año tras año. Luchamos por ellas en protestas en las calles y en talleres y escuelas de formación. También hemos participado en instituciones nacionales e internacionales donde reclamamos que nuestras voces se escuchen y se respeten.
Las semillas campesinas las cuidamos de tan distintas maneras como somos distintos los y las campesinas y nuestras culturas. En muchos casos son seleccionadas y guardadas por las familias. En otros, se acostumbra hacerlo de forma comunitaria, seleccionando y intercambiando entre varios. Distintas organizaciones en la Vía Campesina han incluso formado cooperativas que manejan cantidades grandes de semillas. Este es el caso de la OESTEBIO, una cooperativa del Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA) de Brasil. Las mujeres desempeñan un trabajo importante en todo el mundo cuidando las semillas, desde las mujeres de la Confederación Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC, hasta la Asociación Coreana de Mujeres Campesinas, KWPA. Los movimientos que reúne la Vía Campesina también cooperamos entre si para apoyarnos. Por ejemplo, la MPA en Brasil lleva a cabo un intercambio solidario con los campesinos de la UNAC, la Unión Nacional de Campesinos en Mozambique, compartiendo solidariamente sus experiencias preservando las semillas campesinas hasta África. Estas y varias otras experiencias de la Vía Campesina en la Defensa de las semillas han sido recopiladas en una publicación llamada Nuestras Semillas, Nuestro Futuro.
En la Vía Campesina también participamos en espacios institucionales para exigir que se respete el Derecho de los Agricultores a sembrar, guardar, reutilizar y compartir las semillas. Este derecho está reconocido por el Tratado de Semilla de la ONU. Sin embargo, es un derecho que queda sujeto a que lo permitan las leyes nacionales. Por esto hemos denunciado que tratados como este utilicen el lenguaje floreado del respeto a los Derechos de los Agricultores al mismo tiempo que estos no son aplicados en los países que firmaron el tratado. Denunciamos que hasta ahora estos tratados hayan servido para que la industria tenga mejor acceso a las colecciones públicas de semillas, colecciones donde están almacenadas las semillas de nuestros abuelos y abuelas. Mientras reconocemos que puede ser útil preservar las semillas en estas colecciones públicas, subrayamos que el lugar más importante es en los campos de los y las campesinas. Es ahí que las semillas se pueden adaptar año tras año a nuevas necesidades de nuestros pueblos o a nuevas condiciones climáticas que se presentan con mayor frecuencia.
La lucha por las semillas campesinas es una lucha importante. Como ya describimos aquí, de las semillas depende casi todo lo demás en la agricultura. La industrialización del campo dependió de que la industria de semillas haya podido transformar la producción y consumo de acuerdo a una visión basada en mercados internacionales en las que pocas empresas transnacionales controlan lo que sembramos y comemos. Estas encabezan una agresión a las comunidades campesinas cuyas formas de vida y sustento son negadas, alegando que sólo las semillas industriales pueden rendir más, ofrecer alimentos confiables, que ellas siempre tienen la respuesta para el hambre, la sequía, o las plagas.
Sin embargo nosotros sabemos, junto con millones de aliados en todo el mundo, que esto no es así. En todo el mundo, los pueblos en el campo y el la ciudad rechazamos la privatización de algo tan esencial en la vida de los pueblos y de todo el planeta. Sabemos que con semillas campesinas podemos alimentar a todos de acuerdo con las necesidades de los pueblos. Sabemos que con ellas podemos dejar de desperdiciar energía, producir sin agroquímicos y sin petróleo. Sabemos que con la capacidad de adaptación en los campos tenemos las mejores posibilidades de enfrentar el cambio climático.
Las semillas las vamos a seguir defendiendo en nuestros campos y comunidades, en las calles, en las instituciones y en nuestras organizaciones. No reconocemos las leyes que las privatizan y las destruyen. Seguiremos luchando por acabar con estas ‘Leyes Monsanto’ y también contra los transgénicos. Para alcanzar la soberanía alimentaria, las semillas deben permanecer en manos de los y las campesinas del mundo. ¡Globalicemos la lucha! ¡Globalicemos la esperanza!
Fuente: Vía Campesina
Etiquetas: esp, Semillas, Via Campesina
publicadas por Carmelo Ruiz a la/s 1:00 a.m.
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