Criminales y mentirosos
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Por Carmelo Ruiz Marrero
Notas
Por Carmelo Ruiz Marrero
Resulta que la petrolera Exxon sabía todo sobre el calentamiento global, lo supo todo este tiempo (1). Gracias a una gesta de periodismo ejemplar por parte del diario Los Angeles Times e Inside Climate, medio noticioso poco conocido ganador de un Púlitzer, sabemos ahora que ya en la década de los 80 los científicos de Exxon habían realizado estudios que concluyeron que nuestra atmósfera se estaba calentando debido a la quema de combustibles fósil es.
Pero en lugar de publicar estos alarmantes hallazgos científicos y hacer todo lo posible por sacar a la compañía y la economía mundial de la dependencia de la energía fósil, Exxon encubrió la información, financió individuos y organizaciones para negar la realidad del cambio climático, y ejercieron presión política para impedir o diluir cualquier legislación que limitara las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y tenemos el caso de Chevron. Esta petrolera estadounidense está peleando con uñas y dientes contra la decisión de una corte ecuatoriana que le ordena a pagar miles de millones de dólares a las víctimas de la contaminación tóxica causada por las operaciones de su subsidiaria Texaco.
En 2014 Chevron declaró victoria cuando el juez estadounidense Lewis Kaplan declaró que la parte demandante, en contubernio con activistas ambientales y su abogado Steven Donziger, sobornó al juez ecuatoriano Nicolás Zambrano. Pero el testigo estrella de la defensa, el ex-juez Alberto Guerra, ahora admite que mintió. Este mentiroso recibía $12 mil al mes de Chevron (2).
Al otro lado del Atlántico, la empresa Volkswagen manipuló el software de sus automóviles para presentar datos falsos sobre sus emisiones contaminantes (3).
En vista de estos indignantes casos de engaño y criminalidad corporativos, uno tiene que preguntarse si corporaciones transnacionales en otros sectores de la economía podrían también estar mintiendo de manera premeditada y sistemática, por ejemplo las que producen cultivos transgénicos.
Tal sospecha es completamente justificada, ahora que más y más académicos, periodistas y comentaristas opinadores defensores de los transgénicos han resultado estar en la paga de la industria de biotecnología.
El estadounidense Kevin Folta, profesor de la Universidad de Florida, era uno de los promotores más agresivos de los productos transgénicos, y se rasgaba las vestiduras exclamando que él era completamente independiente y que no recibía dinero de la industria. Pero recibió $25 mil de la empresa biotecnológica Monsanto, según un artículo en el New York Times basado en una petición bajo la Ley de Libertad de Información de EEUU (FOIA) (4).
Folta colaboraba regularmente con GMO Answers, una página web de propaganda establecida y operada por la agencia de relaciones públicas Ketchum.
La periodista Tamar Haspel, columnista especializada en agricultura y alimentos que ha escrito favorablemente sobre los transgénicos en las páginas del Washington Post, admitió en septiembre 2015 que había recibido “bastante” dinero de las industrias biotecnológica y agroquímica (5).
El supuesto educador y comentarista pro-transgénicos Jon Entine dirige el Proyecto de Alfabetismo Genético (Genetic Literacy Project), organización “educativa” financiada por la industria de biotecnología, y la agencia de relaciones públicas ESG Media Metrics, que da servicios de consultoría a Monsanto (6).
Nada de esto es realmente nuevo. El arte de poner mercenarios a sueldo a posar como académicos y periodistas objetivos y desinteresados fue desarrollado a la perfección por la industria tabaquera, la cual por décadas conspiró para atacar y desacreditar la ciencia que demostraba que su producto mataba a quienes lo consumían.
Estas mentiras no son inofensivas, cuestan vidas. Cuando las tabaqueras mintieron miles murieron. Los científicos del clima pronostican que las inclemencias del tiempo causadas o exacerbadas por el cambio climático costarán millones de vidas por el mundo entero. Sequías e inundaciones sin precedente ya están cobrando las vidas de miles.
Deberían ir a juicio los responsables de las mentiras corporativas, como pasó con las compañías tabaqueras en Estados Unidos. En cuanto a académicos y periodistas que reciben dinero a cambio de su verbo mercenario, éstos deberían ser tratados como lo que son: criminales y mentirosos.
Ruiz Marrero es autor y periodista puertorriqueño. Dirige el Blog de Bioseguridad y el Monitor de Energía y Ambiente de América Latina.
Notas
1 - Bill McKibben. “Exxon Knew Everything There Was to Know About Climate Change by the Mid-1980s—and Denied It” The Nation, 20 de octubre 2015. Aquí
2 - Aquí
3 - “How Volkswagen got away with diesel deception” New York Times, 9 de noviembre 2015. Aquí
4 - Aquí
5 - Aquí
6 - Tom Philpott “The Making of an Agribusiness Apologist” Mother Jones, 24 de febrero 2012. Aquí
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