El campesinado ha sido representado históricamente como un sector atrasado, arraigado en prácticas productivas tradicionales e incrustado en culturas obsoletas. Los lazos profundos de los campesinos con los ciclos naturales son considerados como limitantes para la trascendencia humana—definida como la conquista de la naturaleza y el progreso tecnológico. Su diversidad es vista como impedimento para que la sociedad sea eficiente y homogénea.
¿Quién habría pensado que en la edad de la globalización las "debilidades" de los pequeños productores del campo serían su fuerza?
El foro internacional de Vía Campesina, celebrado en la ciudad de México los pasados 1 y 2 de agosto, acaba de comprobarlo. La organización campesina más grande del mundo, Vía Campesina, se formó en 1993 y hoy agrupa a 149 organizaciones de 56 países. Representantes de organizaciones campesinas y agrícolas familiares de Tailandia, Brasil, República Dominicana, España, México y otros países se reunieron para discutir " Los Tratados Comerciales y la Soberanía Alimentaria: la Agenda Campesina ." A medida en que se revelaban las distintas historias, quedaba expuesta la experiencia común que tiende puentes entre fronteras y barreras lingüísticas.
Para la mayor parte de los productores campesinos en México, Asia siempre ha parecido, literal y figurativamente, un mundo aparte. Pero cuando Uthai Sa Artchop de Tailandia describió cómo las corporaciones trasnacionales buscaban patentar y controlar sus distintas variedades de arroz, los campesinos mexicanos se dieron cuenta de que el arroz tailandés era su maíz. Cuando el agricultor indonesio Tejo Pramono habló de cómo las remesas de sus hijos e hijas, que trabajan en Hong Kong y en el Medio Oriente, subsidian a un campo moribundo, los campesinos mexicanos pensaron en sus propios parientes obligados a emigrar a Estados Unidos.
Unos y otros movieron la cabeza, dando por sabidas las descripciones de sus contrapartes acerca de la pérdida de mercados por las importaciones, la caída de los precios de producción generada por la competencia injusta y los recortes del gobierno a productores, salvo en el caso de los grandes exportadores. La crisis de la tortilla, en México, en enero, halló su equivalente en la crisis del aceite de palma en Indonesia; ambos alimentos básicos se elevaban debido al desvío de combustibles y del control trasnacional de los mercados.
Pero las organizaciones no se reunieron sólo para conmiserarse. La fuerza del campesinado también salió a la luz y son los puntos fuertes los que muestran por qué Vía Campesina se ha convertido en un actor influyente y efectivo de los movimientos internacionales por la justicia global. Ante la globalización que erosiona a la comunidad; amenaza la calidad y el acceso a las fuentes alimenticias y destruye los ecosistemas; los pequeños productores agrícolas son quienes defienden estos valores. Al hacerlo, mantienen importantes claves para la supervivencia futura del planeta y la reconstrucción del tipo de sociedad que queremos para nuestros hijos.
Los miembros de Vía Campesina están profundamente involucrados en la construcción de alternativas. El Movimiento Sin Tierra de Brasil está consolidando sus cooperativas, aumentando la organización a nivel estatal y, en las palabras de la representante de MST Soraia Soriano, en "construir espacios que sean autónomos del gobierno" ya que, como ella explicó, el actual gobierno de centro izquierda ha dividido a las organizaciones.
Otras propuestas incluyen la constitución de alianzas globales, el diseño de nuevas formas de capacitación profesional, el apoyo de esquemas alternativos de consumo y de relación entre productores y consumidores y la construcción de un nuevo modelo agro-ecológico.
En tiempos complejos, los mensajes de los agricultores de Vía fueron notoriamente sencillos: seguir siendo productores agrícolas, sostener el suministro de alimentos sanos, comerciar sus productos con equidad. Algunos resultan sorprendentes—el representante de la Union Paysanne de Québec (Unión Campesina de Québec) lanzó este llamado: "Queremos vecinos". En Canadá, como en la mayoría de países desarrollados o en desarrollo, la concentración de la propiedad de la tierra ha obligado a los agricultores a dejarla, acabando así con la comunidad rural. Las familias de los pequeños agricultores sobrevivientes se encuentran cada vez más aisladas.
Paul Nicholson de la European Farmers Coalition (La Coalición Europea de Agricultores) subrayó que en Estados Unidos menos del 1% de la población trabajadora vive de la agricultura y que hay más presos que granjeros. No solamente las grandes corporaciones controlan el uso de la tierra, a través de sus contrataciones, sino que precipitan su adquisición. Nicholson dijo que en Europa 80% de la tierra agrícola no está ya en manos de los agricultores y, en la medida en que aumenta su especulación, las tierras fértiles de todo el globo se han vuelto atractivas para los inversionistas. Este modelo expulsa a los agricultores del campo con consecuencias negativas para toda la nación. En Francia el lema es "Tres pequeños agricultores son mejor que un gran productor."
Futuras acciones apoyadas por Vía Campesina incluyen la campaña de oposición a la eliminación de tarifas al maíz, al frijol, al azúcar y a la leche bajo el capítulo agrícola de NAFTA, por parte de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA). La campaña nacional por la dignidad campesina e indígena comenzó este mes con un plantón en el monumento a la revolución de la ciudad de México, para continuar con manifestaciones por todo el país. También en México, la campaña Sin maíz no hay país comenzó a distribuir maíz mexicano a la población urbana a manera de mensaje para que ésta defienda las variedades autóctonas de maíz contra el cultivo e importación del maíz alterado genéticamente.
Para hacer que avancen las alternativas propuestas, Vía Campesina ha tomado como decisión estratégica necesaria echar por tierra el poder de las grandes corporaciones trasnacionales. La organización llamó a un día de protesta internacional el 26 de enero de 2008. Las corporaciones en la mira incluyen Monsanto, Cargill, Archer Daniels Midland y Wal-Mart.
La globalización dicta que ser grande es también ser poderoso e impone la monotonía cultural, desde arriba. Entre tanto, los pequeños agricultores libran fronteras para convertirse en líderes de un movimiento internacional que busca resistir los embates del modelo económico. En su diversidad, son ellos quienes alcanzan la unidad; en sus tradiciones hallan respuestas a los problemas contemporáneos y en su determinación ejemplifican su lema—"globalizar la esperanza."
Laura Carlsen es directora del Programa de las Américas en www.ircamericas.org en la ciudad de México y co-editora de Confronting Globalization: Economic Integration and Popular Resistance in Mexico. Traducción por María Dolores Bolívar.
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