miércoles, junio 02, 2010

¿EL LITIO, EL ORO DEL SIGLO XXI, PODRÁ SACAR A BOLIVIA DE LA POBREZA?

Cada vez que contestamos un teléfono celular o encendemos un iPod, vemos nuestros relojes o conectamos una computadora portátil estamos contando con baterías que contienen litio. El litio también se utiliza en la producción de vidrio y cerámica, en medicación para el tratamiento del desorden bipolar, aire acondicionado, lubricantes, armas nucleares y otros productos. El más ligero de los metales de la tierra, el litio, es extraído de muchas fuentes, pero más económicamente favorable de salares subterráneos como los que se encuentran en abundancia en el vasto Salar de Uyuni, en Bolivia.

La atención global de hoy por el litio se debe a su potencial como un ingrediente clave para la construcción de una nueva generación de baterías para vehículos eléctricos. Importantes capitales del mundo están invirtiendo miles de millones de dólares en el futuro del litio. Algunas estimaciones especulan que las ventas de baterías de litio para automóviles experimentarán un salto de $US 100 millones anuales a 103 mil millones al año en las próximas dos décadas. De ser así, los países que poseen litio están destinados a convertirse en actores mucho más importantes de la economía global.

IMPACTOS MEDIOAMBIENTALES

Perdida en la gran carrera del litio boliviano se encuentra una preocupación medioambiental muy seria y real. En nombre de proveer coches más limpios para los países ricos del norte, el hermoso y raro Salar podría terminar en tierra de desechos. La adecuación de la estrategia ambiental de Bolivia para el desarrollo de litio en el sudoeste de Potosí es puesta en duda por algunas organizaciones medioambientales reconocidas en Bolivia.

Uno de los principales problemas que la producción de litio podría causar es una gran crisis de agua. La región ya sufre de una seria escasez del líquido que afecta a los productores de quinua, a la crianza de llamas, a la vital industria del turismo, y a las fuentes de agua potable. Aunque los funcionarios bolivianos aseguran que las necesidades de agua para el proyecto de litio serán mínimas, sus estimaciones se basan en información muy limitada e incompleta.

La contaminación del aire, agua y suelos es también otra trascendental preocupación. Se necesitarán grandes cantidades de químicos tóxicos para procesar las estimadas 30.000 a 40.000 toneladas de litio anuales que el proyecto pretende extraer. El escape de dichos químicos por medio de la lixiviación, derramamiento o emisiones atmosféricas pone en peligro a las comunidades y al ecosistema como un todo.

Informes sobre el Salar de Atacama en Chile describen un paisaje marcado por montañas de sal descartada y enormes canales llenos de agua azul contaminada con químicos.

Frente a estas realidades los funcionarios gubernamentales bolivianos han minimizado dichos riesgos pese a que el sistema que piensan implementar para proteger el medioambiente es en el mejor de los casos inadecuado. Las instituciones públicas como el Ministerio de Medioambiente y Agua, que son responsables de asegurar el cumplimiento de las normas medioambientales, carecen evidentemente de la capacidad o la autoridad para intervenir de una manera efectiva.

** Este es un servicio de la Plataforma de Política Energética, un espacio permanente, plural y abierto a todos, para compartir información, generar conocimiento y promover el debate público sobre los temas fundamentales del sector energético (www.plataformaenergetica.org

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