Esa incapacidad se expresa en la loca carrera en busca de nuevos energéticos que sustituyan al petróleo, las consecuencias de toda esta locura pueden ser fatales. Pongamos un ejemplo.
Si en el siglo XVII las ovejas se comieron a los campesinos en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, ahora lo que se busca es que los automóviles se coman a los campesinos de África, Asía y América Latina por medio de la extensión geométrica de la siembra de una serie de productos destinados a la producción de etanol (maíz y caña de azúcar sobre todo) y "biodiesel" (palma africana y soya). Pero ¿cuáles son las consecuencias de la utilización de productos agrarios, en especial granos, para la producción de gasolina?
Según el especialista Lester Brown, la producción mundial de cereales en 2006 llegó a 1,967 millones de toneladas, pero la demanda fue de 2,040 millones de toneladas; de manera que el planeta no ha producido 73 millones de toneladas, lo que representa un 4%, por lo que estamos hablando de un déficit histórico. Esto marca una tendencia que ya parece irreversible, pues el déficit se viene acumulando desde los últimos siete años, dando como resultado que las reservas mundiales de granos (reservas de las que nadie habla) estén descendiendo al nivel más bajo de los últimos 34 años ("la última vez que eso sucedió, los precios del grano y del arroz se multiplicaron por dos", nos recuerda Brown).
En cambio el uso de cereales para la producción de combustibles ha crecido. Ejemplo de esto son las 54 nuevas destilerías de etanol establecidas en Estados Unidos entre octubre de 2005 y octubre de 2006, las cuales se dice que transformarán 39 millones de toneladas anuales de grano (casi todo maíz) en cerca de cuatro mil millones de galones de etanol, a las que hay que sumar los 41 millones de toneladas ya transformadas en etanol en 2005; esto significa que a fines de 2007 los Estados Unidos transformará maíz en carburante a un ritmo de 80 millones de toneladas al año.
El acuerdo establecido entre el gobierno de George W. Bush y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lo mismo que la reunión que se dio entre este último y una comisión especial de la Unión Europea, nos anuncia lo que será todo un proyecto de reconversión agrícola bajo la lógica del capital. La idea de aumentar el sembradío de productos agrícolas destinados a la conversión en agrocombustibles, busca ser presentada como producto de la preocupación de la sociedad del poder internacional ante el calentamiento de la tierra. Por eso se habla de biocombustibles o biodiesel. Una vez más, todos son buenos y buscan el bien común. La realidad es que estamos hablando de un gran negocio, pero que como nunca antes puede significar un paso hacia la destrucción del entorno ecológico.
Algunos han polemizado sobre este tema diciendo que es una exageración señalar que en lugar de utilizar el maíz para la alimentación se utilice en la fabricación de etanol. La realidad es que de lo que se está hablando es que en los próximos años se produzcan 147 millones de toneladas de agrocombustibles, para lo cual se necesita desde luego que una parte importante de los sembradíos normales para la alimentación de los seres humanos sean sustituidos. Inevitablemente, esto permitirá el desarrollo de mayores hambrunas ya que el déficit de cereales irá en aumento, lo mismo que un proceso creciente de eliminación del campesinado y de las comunidades indígenas, mientras que las grandes multinacionales, con la cobertura de la mayoría de los gobiernos que realmente actúan como sus lacayos, serán las grandes beneficiadas. Por eso, Jeb Bush ya ha sido designado presidente de la organización internacional a favor de los "biocombustibles", a muy poco tiempo de que termine su mandato como gobernador de Florida.
Peor aún, la extensión masiva de la producción de etanol en esas tristemente célebres 147 millones de toneladas no resolverá el problema de la sustitución del petróleo, en realidad únicamente podrá atender la demanda emergente de automóviles. Para resolver el problema del consumo de gasolina habría que afectar a los grandes pulmones de la tierra, la selva amazónica, la selva Lacandona, los Chimalapas, la isla de las Galápagos, la sabana costarricense, la selva en Indonesia, etc. Con las consecuencias terribles que eso tendría.
Todo esto encarecerá los precios del maíz, de la soya, de la palma, incrementará la renta diferencial, todo lo cual facilitaría el despojo agrario.
Esto no es una exageración apocalíptica, tiene que ver con algo más sencillo: la rentabilidad del etanol no es comparable con la del petróleo. Simplemente se ha dicho que para llenar un tanque de un automóvil compacto de 45 litros se requieren de 102 kilogramos de maíz, lo que significa el consumo de calorías por seis meses de una persona.
La opción que están haciendo el capital y sus esbirros es por los fabricantes de automóviles, por las 15 grandes multinacionales que fabrican millones de automóviles en esa carrera loca hacia la autodestrucción. Todo está hecho a favor del habitante más cuidado y privilegiado del planeta tierra: el automóvil. Los túneles, las grandes carreteras, los segundos pisos, la forma que están adquiriendo las ciudades hiperdegradadas, todo está hecho para que el automóvil pueda reproducirse. Mientras 2.5 millones de seres humanos viven en la pobreza, ellos no son prioridad.
Efectivamente, la disyuntiva en el corto plazo será: gasolina o alimentos, gasolina o equilibrio ecológico. El problema es que con esta nueva fase de la revolución industrial-tecnológica lo único que se permitirá es que la brecha entre el agro y la industria se cierre, pero no a partir de la racionalidad del crecimiento industrial sino a partir de reconvertir una buena parte de la producción agrícola hacia la fabricación de gasolina. En paralelo se habla ya de la segunda revolución verde (no satisfechos con el fracaso de la primera) que conjuntamente con los transgénicos busca la conversión agraria hacia las agroindustrias.
Tomado de 17 Minutos y 30 Segundos: Neoliberalismo, Territorios y la Nueva Geografía, por Sergio Rodríguez Lascano. Programa de las Américas de IRC. http://www.ircamericas.org/esp/4587
Etiquetas: Americas Program, Biocombustibles, Biofuels
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