Ribeiro: biocombustibles empeoran el cambio climático
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Los biocombustibles empeoran el cambio climático
Un estudio reciente de la Unión Europea muestra que los agrocombustibles
(llamados biocombustibles) aumentan las emisiones de gases de efecto
invernadero, debido a los impactos que tiene su producción en
deforestación, mayor erosión de suelos y avances de la frontera agrícola
en otros continentes.
Silvia Ribeiro*
Miden el impacto de los agrocombustibles en ILUC (cambio indirecto del
uso de suelo, por sus siglas en inglés), concluyendo que el uso de
granos para combustibles, significa de facto que alguien pasará hambre o
los plantará en otra parte, avanzando la frontera agrícola sobre
bosques y áreas naturales. La quema de bosques para plantaciones produce
tantas emisiones de carbono a la atmósfera que anula cualquier supuesto
beneficio que pudieran tener los agrocombustibles. Otro informe de la
Unión Europea sobre 15 cultivos, mostró que las metas y políticas
europeas de biocombustibles tendrán impacto indirecto sobre el uso del
suelo en 4.5 millones de hectáreas, en una década.
La producción de combustibles basada en soya y canola transgénicas,
palma aceitera y girasol, incluso tiene más emisiones de gases de efecto
invernadero que los combustibles fósiles.
El nuevo estudio, titulado EU Transport GHG: Routes to 2050, Emisiones
de gases de efecto invernadero en el transporte en la Unión Europea:
Rutas a 2050, (www.eutransportghg2050.eu),
estima que sin tomar en cuenta los efectos indirectos, el costo de
bajar las emisiones con biocombustibles es de 100 a 300 euros por
tonelada de carbono. Al costo actual de los créditos de carbono (6.14
euros por tonelada), los biocombustibles son 49 veces más caros que
seguir emitiendo gases y comprar créditos de carbono para "compensarlos"
en algún otro lugar.
Esto es totalmente perverso, ya que los mercados de carbono no han
contribuido nada a bajar los gases de efecto invernadero, pero crean
mercados financieros especulativos y tienen impactos negativos sobre
comunidades locales e indígenas.
Los autores del estudio, concluyen que "no es posible ni útil determinar
cifras de costo/efectividad para los biocombustibles, porque sus
efectos indirectos, medidos en deforestación y devastación de praderas,
los convierten finalmente en una tecnología emisora de más dióxido de
carbono". (EurActiv.com, 13/4/12) Con lo cual se contradice directamente
la razón por la que se supone son subsidiados.
Los datos del informe, elaborado por investigadores comisionados por la
Dirección de Cambio Climático de la Unión Europea, ponen en cuestión las
metas obligatorias de uso de biocombustibles que se han fijado tanto en
la Unión Europea como en Estados Unidos, que son, además de los
subsidios, el principal aliciente de las industrias.
En 2007, Europa fijó una meta de uso de 10 por ciento de biocombustibles
para 2020. Aunque en 2009 cambió el término "biocombustibles" a
"energías renovables", lo cierto es que los analistas prevén que 8.8 por
ciento serán biocombustibles y de ellos, 92 por ciento será biodiesel.
David Laborde, investigador que ha realizado estudios para la Unión
Europea sobre el impacto de los biocombustibles, declaró a la agencia
EurActiv que: "La verdad es que las políticas sobre biocombustibles
dentro y fuera de Europa responden a razones que no son ambientales".
Según Laborde, son razones que no tienen nada que ver con enfrentar el
cambio climático: “Es una forma nueva y fácil de subsidiar a los grandes
agricultores, responden al cabildeo de los industriales de biodiesel, y
lo que llaman seguridad energética. Buscan diversificar fuentes de
energía para usar menos divisas en petróleo importado de Medio Oriente.
Prefieren mantener estas metas, aunque no sean eficientes ni verdes”.
EurActiv recoge también las declaraciones del europarlamentario Claude
Turmes, quien confirma que la meta del 10 por ciento para
biocombustibles tiene poco que ver con razones ambientales y mucho más
con el pesado cabildeo de la industria automovilística alemana, los
industriales agrícolas franceses y otras industrias agrícolas
internacionales, principalmente de caña de azúcar.
La industria de los agrocombustibles no se sostendría sin los
multimillonarios subsidios a la producción agrícola en Europa y Estados
Unidos, sumados al uso de mano de obra semiesclava en Brasil y varios
países asiáticos y al avance sobre áreas naturales, produciendo
deforestación de bosques, degradación de ecosistemas y desplazamiento de
indígenas y campesinos de sus territorios.
Estos informes europeos se suman a otros –realizados por investigadores
académicos independientes y expertos del Banco Mundial– que muestran que
la producción de agrocombustibles fue el factor principal del aumento
de precio de los alimentos, exacerbando también la disputa por tierra,
agua y nutrientes. Pese a eso, se sigue estimulando su producción. En
México, a través de varias leyes que benefician a las industrias, desde
la ley de bioenergéticos a la más reciente de cambio climático.
Paralelamente, petroleras como Shell, BP y Exxon invierten en la
producción de biocombustibles "de segunda generación", usando microbios
artificiales producto de la biología sintética, alegando que serán más
eficientes. Esto no está probado, pero es claro que introduce altos
riesgos ambientales (imagine un escape de microbios artificiales
diseñados para consumir cualquier materia vegetal) y significará una
nueva ola de acaparamiento de tierras y biomasa.
Los datos son claros: urge descartar los combustibles agroindustriales y
en lugar de estos remedios tecnológicos, cambiar de fondo los patrones
industriales de producción, energía y consumo.
*Investigadora del grupo ETC
Fuente: La Jornada
Etiquetas: Agrocombustibles, Biocombustibles, esp, Ribeiro
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