Trasfondo de la economía verde
El trasfondo de la economía verde
Compartimos un documento que elaboramos colectivamente las
organizaciones firmantes como introducción a un Compendio sobre Economía
Verde que estamos preparando para Río + 20. Ante la necesidad de
clarificar las verdaderas intenciones de la propuesta de la "Economía
Verde" lo estamos dando a conocer como posición común de los colectivos
que estamos participando en este proceso.
GRAIN - Alianza Biodiversidad - Movimiento Mundial por los Bosques
(WRM) - Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe (ATALC) | 01
junio 2012
Vivimos tiempos difíciles. La humanidad y el planeta estamos sumergidos
en una trama de diversas crisis que parecen agravarse o enraizarse cada
vez más. La crisis climática se suma a una crisis ambiental más general,
y ambas se agravan producto de la crisis económica. Al mismo tiempo,
quienes detentan poder para determinar posibles cauces de acción
nacional e internacional parecen incapaces de identificar soluciones
reales. Las negociaciones internacionales giran en torno a falsas
promesas de solución, en medio de un ambiente de complacencia y
autoengaño que nos recuerda el traje del emperador: tenemos frente a
nosotros la evidencia desnuda que las crisis son graves en extremo, pero
sólo escuchamos aplausos para un manto de soluciones que no son tales.
A diferencia de lo que ocurría una década atrás, ya nadie puede esgrimir
ausencia de evidencia o de conocimiento acerca de la crisis climática y
de la crisis ambiental. Fueron miles y miles de organizaciones,
activistas y científicos que se dedicaron a invertir todo tipo de
esfuerzos para hacer conciencia en la sociedad y entre las autoridades.
La evidencia científica y práctica es tan abrumadora, que los intentos
por ignorarlas se baten en retirada. Por momentos, cuesta hoy recordar
que no mucho atrás éramos un mundo en que casi todos los gobiernos y
empresarios se negaban a reconocer la crisis climática o, en términos
más generales, la crisis ambiental. Mientras el calentamiento y el
deterioro seguían y seguían, los gobiernos hacían poco o nada y las
empresas querían que se hiciera menos aún. Sin embargo, la conciencia
acerca del problema pareció abrirse camino de a poco. Hoy, los llamados a
cuidar el planeta surgen de todos los rincones. Desde las bombillas de
bajo consumo en cada hogar hasta grandes edificios corporativos que no
contaminan un ápice, nos rodean los ejemplos sobre cómo todos y cada uno
debemos hacernos responsables por las crisis y ayudar a solucionarlas.
Nuestra apreciación es que el calentamiento global posiblemente
resultará ser una de esas fuerzas tectónicas que —como la globalización o
el envejecimiento de las poblaciones— cambia gradual pero poderosamente
el paisaje económico en el que operan nuestros clientes...
Dr John Llewellyn, Senior Economic Policy Advisor, Lehman Brothers[1]
Dr John Llewellyn, Senior Economic Policy Advisor, Lehman Brothers[1]
El crecimiento de la población y el desarrollo económico están
ejerciendo crecientemente diversas presiones sobre el medio ambiente
global. El cambio climático es la mayor de tales presiones..
Informe de Goldman Sachs de 21 de mayo de 2009[2]
Informe de Goldman Sachs de 21 de mayo de 2009[2]
¿Será que finalmente logramos concientizar a pueblos, gobiernos y
empresarios? En parte claro que sí y en parte claro que no. La
información que hemos socializado y la experiencia cotidiana han logrado
que sectores extremadamente amplios sepan hoy que los sistemas
climáticos y ecológicos han sido profunda y gravemente alterados. Por lo
mismo, sólo una agenda ideológica de corte dogmático extremo permite
negar en la actualidad que enfrentamos una crisis climática y ambiental
de proporciones incalculables. Todo indica, sin embargo, que gobiernos y
empresarios no decidieron reconocer lo obvio porque por fin vieron la
luz, sino porque finalmente lograron idear o entrever formas de hacer
mucho dinero con las crisis que afectan la sobrevivencia del planeta.
Todos los grandes actores de las finanzas globales[3], así como un
número creciente de fondos de inversión en cambio climático[4] —tanto
públicos como privados— con el apoyo del Banco Mundial, el FMI y los
bancos regionales de desarrollo, han elaborado documentos donde resaltan
una y otra vez las grandes oportunidades de negocios que se han creado
con las alteraciones del clima y los ecosistemas. A ellos se les suma la
labor de “cheerleaders” que ejercen, más y más, los gobiernos y los
organismos de Naciones Unidas, especialmente el PNUMA, pero también FAO y
UNCTAD.
Creemos que hay disponibles excelentes rentabilidades por las
inversiones que se hagan en empresas que se beneficiarán de los
esfuerzos por mitigar y adaptarse al cambio climático. Enfrentar el
cambio climático probablemente será el mayor tema de inversión a nivel
global en los próximos 20 años y más
Robin Stoakley, Director de Schroders Climate Change Fund.[5]
Robin Stoakley, Director de Schroders Climate Change Fund.[5]
Invierta en el futuro —con productos sustentables del Deutsche Bank.
Cuando examinamos la economía global, se hace visible la amplitud de las
oportunidades de negocios en el sector del cambio climático.
Rápidamente las empresas y los inversionistas se están dando cuenta que
el cambio climático no es meramente un asunto social, político o moral,
sino también un asunto económico y de negocios.
Deutschebank[6]
Deutschebank[6]
Creo con pasión que si reformulamos los argumentos a favor de actuar
sobre el cambio climático, alejándonos del lenguaje de las amenazas y
castigos, y utilizando términos positivos, en términos de obtención de
lucro, podemos tener un mucho mayor impacto.
David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido[7]
David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido[7]
A esta nueva posible área de negocios se le ha denominado “economía
verde”. De abarcar casi exclusivamente las actividades relacionadas con
la generación de energía a partir de fuentes distintas al petróleo, el
concepto hoy se usa de manera más amplia para incluir: la
comercialización de todos los bienes que nos entrega la Naturaleza
(desde el agua, la biodiversidad y la tierra, hasta el aire, la belleza
escénica, la recarga de los ríos y lagos y cuanto proceso natural para
el cual se invente una forma de venderlo[8]) y todas las actividades
económicas que surgen de iniciativas para supuestamente mitigar el
cambio climático y el deterioro ambiental, para adaptarse a ellos o para
responder a sus efectos, especialmente los efectos nocivos. Agencias
como el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y
muchos gobiernos, utilizan en sus documentos una definición que incluye
consideraciones de sustentabilidad, combate a la pobreza, equidad e
inclusión. Pero tales definiciones se derrumban al mirar ejemplos
concretos de implementación (como los que se discuten en este libro) y
en especial al leer documentos destinados a inversionistas del mundo
entero. A fin de cuentas son los inversionistas los que están dando
forma real a la economía verde.
Las cifras son aún vagas. Los estudios y documentos corporativos y
gubernamentales aseguran una y otra vez que existen grandes
oportunidades para acumular riquezas (en el orden de los billones de
dólares), pero no explican sus cálculos sobre el futuro ni dan cifras
generales más precisas. En el mejor de los casos, discuten los casos
existentes que actualmente se consideran exitosos. Aun así, las
posibilidades de hacer ganancias parecieran ser mayúsculas. Morgan
Stanley, que ha sido de las pocas entidades que ha dado cifras
concretas, indicó en 2007 que nada más en el sector de las “energías
limpias” habría ingresos del orden de billones de dólares para el año
2030[9]. Actualmente, sólo el mercado de carbono mueve globalmente cerca
de 180 mil millones de dólares al año[10]. El mercado total de bienes y
servicios “bajos en carbono” (que incluye sólo parte de los servicios
de adaptación) superaría en la actualidad los 5 y medio billones de
dólares anuales (más del 7% del producto interno bruto global) y está
creciendo de manera acelerada[11]. Esta cifra queda pequeña frente a lo
que significa privatizar la naturaleza en su conjunto. La cifra dada muy
al principio por uno de los promotores pioneros de la economía verde es
que si todo lo que entrega la naturaleza fuese convertido en mercancía,
el negocio que se crearía es equivalente a unas dos veces el producto
bruto mundial en su cálculo más conservador[12],[13].
Sin embargo, no importa cuán brillante se calcule, se vea o se pinte el
futuro de las “inversiones verdes”, la economía verde sigue siendo
hasta el momento una apuesta especulativa. Nadie sabe exactamente cuánta
riqueza se podrá acumular, quién la acumulará, cómo será posible
acumularla, ni exactamente en qué campo. Es este carácter especulativo
lo que permite entender muchas de las características actuales de los
“emprendimientos verdes” y especialmente de lo que está ocurriendo con
las negociaciones internacionales en torno al cambio climático y medio
ambiente. Lo que vemos hoy es cómo los grandes capitales buscan crear
condiciones para mover todas las piezas necesarias, no importa cuán
significativas, para así efectivamente garantizar que la economía verde
se convierta en un meganegocio. Para ello se necesitan manos libres y
cualquier obligación o compromiso vinculante puede ser una molestia. De
allí se entiende la aparente paradoja de que justo en el momento en que
parecemos estar todos de acuerdo no sólo sobre la existencia del
problema, sino además acerca de su gravedad y urgencia, se derrumban
(casi podríamos decir por consenso gubernamental-empresarial) los pocos e
insuficientes compromisos para hacer algo al respecto.
No es conspiración, es sentido de la oportunidad
La experiencia histórica nos dice que gobiernos y sectores
sociales poderosos pocas veces han planificado o previsto su futuro con
certeza. A menudo, los avatares mundanos los han tomado tan de sorpresa
como al resto de los mortales. Pero lo que hace distintos a los grandes
hombres de la economía capitalista, es su capacidad innegable e
inigualable para aprovechar el instante cuando éste se ve prometedor y
expurgar los peligros cuando ellos acechan. ¿Hubo algún cónclave
empresarial que decidió 50 años atrás el desarrollo de la ingeniería
genética? Ni remotamente. Ella surgió de científicos que posiblemente
poco sabían de economía y de política. Pero una vez que su potencial
económico y de control se fue desplegando, las grandes corporaciones se
han apoderado de ella hasta controlarla y subordinarla a niveles pocas
veces vistos.
¿Alguien previó el carácter aparentemente subversivo de internet? Ciertamente no los estrategas militares que la impulsaron. Pero una vez que el peligro se hizo visible, las autoridades civiles y militares, en perfecto concierto con el lobby empresarial, impulsan su represión a extremos que pocos años atrás sólo podíamos ver en películas de ciencia ficción.Con el cambio climático ocurrió algo similar. Nadie lo planificó, nadie lo previó, nadie lo quiso. Pero ya que está aquí, las oportunidades de hacer negocios no serán desaprovechadas. |
Etiquetas: Amigos de la Tierra, Economia Verde, esp, GRAIN, WRM
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