Carmelo Ruiz Marrero
7 de abril 2015
No dudo que todos los lectores con algún conocimiento sobre la problemática ambiental, en particular el cambio climático, tienen alguna familiaridad con teorías de conspiración sobre modificación artificial del tiempo. Estas teorías, que van desde los supuestos “chemtrails” hasta el proyecto HAARP, postulan que fuerzas siniestras gubernamentales y corporativas están alterando el clima del planeta con propósitos que van desde mitigación del cambio climático hasta la guerra. La más extrema versión de estas teorías sostiene que toda la ciencia climática es un fraude, incluyendo el trabajo del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, y que los eventos meteorológicos bizarros y extremos que estamos observando por el mundo entero no son causados por la quema de combustibles fósiles sino por tecnologías de modificación del tiempo utilizadas por una cofradía de científicos y líderes mundiales malvados empeñados en dominar el mundo - como algo sacado de una película de Austin Powers. Estas teorías, cuya popularidad va en ascenso, le hacen juego al populismo derechista anti-ecologista en Norteamérica. En una columna publicada en 2013, el científico y destacado activista ambiental canadiense David Suzuki comparó la creencia en los “chemtrails” a la negación del cambio climático:
“No tengo espacio para abordar las absurdidades de creer en un complot que requeriría de una coordinación mundial entre gobiernos, científicos y ejecutivos y pilotos de líneas aéreas para acumular y rociar cantidades inimaginables de sustancias químicas desde alturas de diez mil metros o más. Yo soy científico, así que miro la ciencia creíble - y no hay ninguna para la existencia de chemtrails. Son estelas de condensación, formadas cuando aire caliente y húmedo de aviones de propulsión a chorro se mezcla con aire frío con poca presión de vapor de agua … ¿Por qué es que tanta gente acepta una teoría para la cual no hay evidencia científica a la vez que rechazan un fenómeno serio y potencialmente catastrófico que puede ser fácilmente observado y para el cual se ha estado acumulando evidencia abrumadora por décadas?” (1)
Tras publicar la columna, Suzuki recibió una ráfaga de abuso verbal y ridiculización por parte de los creyentes en “chemtrails”. El tono de estos ataques es muy similar a los que ha recibido anteriormente de activistas anti-ecologistas.
Como activista e investigador, comencé a examinar lo que era HAARP (High-Frequency Advanced Auroral Research Project) a mediados de la década de los noventa. Según su entrada de Wikipedia, es:
“un programa ionosférico, financiado por la Fuerza Aérea y la Marina de los Estados Unidos, la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA) y la Universidad de Alaska. Su objetivo es estudiar las propiedades de la ionosfera y potenciar los avances tecnológicos que permitan mejorar su capacidad para favorecer las radiocomunicaciones y los sistemas de vigilancia (tales como la detección de misiles). Las actividades del programa se realizan en la Estación de Investigación de HAARP (en inglés, HAARP Research Station), una instalación situada cerca de Gakona, en Alaska. El principal dispositivo de la Estación HAARP es el instrumento de investigación ionosférica (IRI, acrónimo en inglés), un potente radiotransmisor de alta frecuencia que se emplea para modificar las propiedades en una zona limitada de la ionósfera. Los procesos que ocurren en dicha zona son analizados mediante otros instrumentos, tales como radares UHF, VHF y de sondeo digital, y magnetómetros de saturación y de inducción.” (2)
Lo que me tenía preocupado de verdad era lo del radiotransmisor. Me parecía a mí y a numerosos activistas norteamericanos como un acto irresponsable de vandalismo global el disparar microondas de alta energía a la ionosfera simplemente para ver qué pasaba - y el involucramiento del Pentágono en este proyecto tampoco inspiraba confianza. Sin embargo, tras años de consultar fuentes y leer informes escritos desde diferentes puntos de vista, no pude encontrar ninguna evidencia creíble de que HAARP estuviera causando eventos meteorológicos extremos o terremotos, como alegan los creyentes. Lo que es peor, los proponentes estadounidenses de esta teoría de conspiración consistentemente la mezclan con otros planteamientos seudocientíficos más estrambóticos aún, incluyendo arengas derechistas al efecto de que el movimiento ambientalista y la ciencia climática son “fraudes”. Algunos activistas anti-HAARP hasta alegan que el ambientalismo es un siniestro complot de las Naciones Unidas para esclavizar a Estados Unidos e imponer un gobierno mundial socialista. Locuras similares he oído en boca de los que creen en “chemtrails”.
Las teorías conspirativas sobre “chemtrails” y HAARP son pura fantasía, pero la modificación artificial del clima es real. Sus proponentes le llaman geoingeniería.
En febrero de 2015 la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (NAS) publicó un informe de dos volúmenes sobre geoingeniería, el cual pide que se aumenten las inversiones en este campo para encontrar maneras de contrarrestar el cambio climático. Según su resumen ejecutivo:
“La intervención climática no es sustituto para reducciones en emisiones de dióxido de carbono y esfuerzos de adaptación dirigidos a reducir las consecuencias negativas del cambio climático. Sin embargo, a medida que nuestro planeta entra en un periodo de clima cambiante nunca antes experimentado en la historia humana documentada, crece el interés en el potencial de la intervención deliberada en el sistema climático para contrarrestar el cambio climático. Este estudio evalúa los impactos, beneficios y costos potenciales de dos distintos tipos de intervención climática: (1) remoción de dióxido de carbono y (2) modificación de albedo (reflección de luz solar). Las estrategias de remoción de dióxido de carbono atienden una causa primaria del cambio climático, pero hace falta investigación para evaluar del todo si alguna de estas tecnologías podría ser apropiada para despliegue en gran escala. Las estrategias de modificación de albedo podrían enfriar la superficie del planeta rápidamente pero presentan varios riesgos, incluyendo ambientales, que no son bien entendidos y por lo tanto no deberían ser desplegados a escalas que alteren el clima; más investigación se necesita para determinar si las aproximaciones basadas en modificación de albedo podrían ser viables en el futuro.” (3)
El informe de la NAS añade que:
“Discusiones sobre geoingeniería a menudo son controversiales debido a las implicaciones sociales, económicas y éticas. Estas dimensiones son crucialmente importantes, pero como primer requerimiento para sostener discusiones y decisiones informadas hace falta un entendimiento científico bien fundamentado de las técnicas propuestas, incluyendo qué son, cómo funcionarían, los riesgos esperados, y las posibles consecuencias (intencionales o no). En particular, se necesita un entendimiento mejorado del potencial físico y viabilidad técnica de las propuestas de geoingeniería, al igual que una evaluación de las consecuencias potenciales de varias técnicas sobre otros aspectos del sistema terrestre, incluyendo ecosistemas terrestres y en los océanos.”
Uno de los financiadores del estudio de la NAS fue la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Alan Robock, científico climático de la Universidad de Rutgers, ha expresado públicamente su preocupación sobre el interés de la CIA en tecnologías de modificación del tiempo. Dice Robock que el 19 de enero de 2011 dos hombres que decían trabajar como consultores para la CIA, Roger Lueken y Michael Canes, le preguntaron, “Si otro país estuviera tratando de controlar nuestro clima, podríamos detectarlo?”. En las palabras de Robock:
“Yo les dije que creo que sí podríamos, porque si una nube en la estratosfera fuera creada (el más comúnmente propuesto método de control) que fuese lo suficientemente gruesa, grande y duradera como para cambiar la cantidad de energía que llega a la tierra, nosotros ciertamente la veríamos con los mismos instrumentos terrestres y satelitales que utilizamos para medir nubes estratosféricas formadas por erupciones volcánicas. Si, por otra parte, nubes de baja altura fueran blanqueadas sobre el océano (otro método sugerido para enfriar el clima), podríamos ver patrones en los topes de las nubes con fotos satelitales. También sería fácil observar aviones o barcos inyectando gases o partículas a la atmósfera. A la misma vez, me preguntaba si ellos también querían saber si otros sabrían si la CIA estuviera intentando controlar el clima mundial. Dado que la CIA es uno de los principales financiadores del recién publicado informe de la NAS sobre geoingeniería (a la cual le han cambiado el nombre a ‘intervención climática’), surge la pregunta sobre el posible interés de la CIA en el control climático global.” (4)
No es de sorprender que las fuerzas armadas de Estados Unidos también han contemplado los usos bélicos de este conjunto de nuevas tecnologías. En 1996 el Pentágono publicó un informe titulado “El tiempo como multiplicador de fuerza”. Citamos de su resumen ejecutivo:
“En 2025 las fuerzas aeroespaciales de EEUU pueden ‘adueñarse del tiempo’ al sacarle partido a tecnologías emergentes y al enfocar el desarrollo de esas tecnologías hacia aplicaciones de guerra. Tal capacidad ofrece al combatiente herramientas para moldear el espacio de batalla en formas nunca antes posibles. Ofrece oportunidades para impactar operaciones a lo ancho de todo el espectro de conflicto y es pertinente en todos los futuros posibles. El propósito de este informe no es proveer un mapa de ruta técnico sino delinear una estrategia para el uso de un futuro sistema de modificación del tiempo para alcanzar objetivos militares…. Un emprendimiento alto en riesgo y alto en recompensa, la modificación del tiempo ofrece un dilema no muy distinto de la fisión del átomo. Si bien algunos segmentos de la sociedad siempre serán reacios a examinar asuntos controversiales tales como la modificación del tiempo, ignoramos a nuestro riesgo las tremendas capacidades militares que podrían resultar de este campo. Desde mejorar las operaciones de aliados hasta perturbar las del enemigo por vía de pequeñas modificaciones de patrones meteorológicos naturales hechas a la medida para lograr dominio total de comunicaciones globales y control contraespacial, la modificación del tiempo ofrece al combatiente una amplia gama de opciones posibles para derrotar o coaccionar a un adversario.” (5)
Independientemente de sus usos por parte de entidades como la CIA y el Pentágono, un número de voces de la comunidad científica y la sociedad civil advierten que la geoingeniería es simplemente una mala idea, no sólo debido a sus consecuencias potencialmente desastrosas e irreversibles para los ecosistemas de la tierra sino también porque puede terminar siendo utilizada como sustituto para la reducción de las emisiones de gases con efecto de invernadero, la cual es la única solución real para el cambio climático.
“Los remiendos tecnológicos- soluciones técnicas para problemas sociales - son atractivos cuando estamos indispuestos a cambiarnos a nosotros mismos y a nuestras instituciones sociales”, advierte Clive Hamilton, profesor de ética pública de la Universidad de Charles Sturt en Australia. “He aquí el problema esencial que los científicos no confrontan: ¿Realmente alguien cree que mientras el calentamiento es suprimido con un sulfato de aerosol va a ocurrir una revolución en nuestras actitudes y sistemas políticos? No. Aún así, todo científico … está convencido de que si se implementa una modificación del albedo y ésta no es seguida de un programa global de reducciones de emisiones, estaríamos casi sin duda acabados. La asperjación de sulfato sin un cambio en el sistema político empeoraría la situación.” (6)
“Presentar la geoingeniería como algo a usar ´solamente si se necesita´, es el núcleo de argumentación de sus promotores, intentando justificar que se inviertan fondos públicos y privados en tecnologías de altísimo riesgo”, dice Silvia Ribeiro, del Grupo ETC, en un artículo publicado en el diario mexicano La Jornada. “La geoingeniería no se dirige en ningún caso a cambiar las causas del cambio climático, solamente a lidiar con los síntomas: intentar bajar la temperatura bloqueando la radiación solar o remover carbono de la atmósfera cuando ya se ha emitido.” (7)
Ribeiro añade que si se permite la geoingeniería, ésta “será un jugoso negocio para los inversores, porque al seguir emitiendo gases de efecto invernadero, continuará el calentamiento global y la venta de tecnologías para paliar las consecuencias no tendría fin, generando dependencia perpetua con quién las controle… no tiene sentido hablar de etapa ´experimental´ en geoingeniería, ya que por escala y duración, experimentación es igual a implementación, poniendo en riesgo a muchos países (que seguramente ni sabrán que esta puede ser la causa de sus problemas) y a ecosistemas enteros.”
Con el fin de proveer información precisa y confiable al igual que perspectivas críticas sobre geoingeniería, el Grupo ETC colaboró con Biofuelwatch para establecer la página web Geoengineering Monitor. “Nuestra meta es servir de recurso para gente alrededor del mundo que está opuesta a la geoingeniería del clima y que lucha por atender las causas de fondo del cambio climático”, dice la página. (8)
Se trata de una iniciativa muy oportuna. Para poder tener un debate inteligente sobre el cambio climático y la geoingeniería es necesario separar las teorías de conspiración de los hechos comprobados.
La versión original de este artículo fue publicada en inglés en Counterpunch el 3 de abril de 2015. http://www.counterpunch.org/2015/04/03/weather-modification-myths-and-facts/
Ruiz Marrero es periodista y autor puertorriqueño, y miembro de la Comisión Directiva del Frente Socialista de Puerto Rico (http://frentesocialistapr.blogspot.com/). Es además fundador y director del Monitor de Energía y Ambiente de América Latina (http://monitorenergiayambiente.blogspot.com/). Su libro más reciente, publicado en enero de 2015, se titula “El Gran Juego de Ajedrez Botánico: Escritos sobre Biotecnología y Agroecología 1999-2014” * . Recientemente comenzó un blog bilingüe llamado The World According to Carmelo (http://carmeloruiz.tumblr.com/). Su identificación en Twitter es @carmeloruiz. Actualmente vive en Quito, Ecuador.
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