CARMELO RUIZ MARRERO
A menudo los defensores de los cultivos y
alimentos genéticamente modificados, también llamados transgénicos,
sostienen que quienes se oponen a estos no saben nada de ciencia. Este
estribillo lo siguen repitiendo a pesar del número creciente de
referencias científicas que demuestran que las preocupaciones acerca de
estos productos están muy bien fundamentadas.
A mediados de junio la organización europea Earth Open Source
(http://earthopensource.org/) publicó un informe, titulado “GMO Myths
and Truths”, que presenta los riesgos al ambiente y la salud humana de
los transgénicos, refiriéndose a la literatura científica revisada por
los pares y otras fuentes de autoridad.
Entre los principales hallazgos de este informe:
* La ingeniería genética, técnica utilizada para hacer cultivos
transgénicos, no es precisa ni predecible, y no ha demostrado ser
segura. Puede llevar a la producción inesperada de toxinas o sustancias
alergénicas en los alimentos.
* Hay productos transgénicos en el mercado que han mostrado toxicidad
en pruebas con animales de laboratorio, en especial daños al hígado y
riñones, y efectos sobre el sistema inmunológico.
* Los alimentos transgénicos no han sido adecuadamente probados en
sujetos humanos, pero los pocos datos disponibles a respecto son
bastante preocupantes.
* La agencia reguladora estadounidense FDA no requiere pruebas para
asegurar la inocuidad de alimentos transgénicos. Lo que hace es
“desregularlos” basándose en la palabra de honor de las compañías de
biotecnología. Estas empresas dicen que sus transgénicos son
“sustancialmente equivalentes” a sus contrapartes no transgénicos. Pero
el concepto de “equivalencia sustancial” no tiene utilidad a la hora de
determinar si un alimento es seguro para consumo o no.
* Ningún país del mundo requiere el someter productos transgénicos a
pruebas toxicológicas a largo plazo con animales de laboratorio, o a
pruebas experimentales con sujetos humanos.
* Más de la mitad de los cultivos transgénicos del mundo han sido
genéticamente alterados para ser inmunes al herbicida Roundup de la
compañía Monsanto. El Roundup no es seguro ni ambientalmente benigno. En
animales de laboratorio ha causado defectos de nacimiento, trastornos
reproductivos, daños genéticos y cáncer. La evidencia epidemiológica en
seres humanos relaciona la exposición a Roundup con abortos espontáneos,
defectos de nacimiento, trastornos neurológicos y ciertos tipos de
cáncer.
* Las técnicas convencionales no transgénicas empleadas por
agricultores de todo el mundo desde hace milenios son más seguras y
efectivas para desarrollar nuevos cultivos que atiendan las necesidades
futuras de producción alimentaria y enfrenten de manera efectiva el reto
del cambio climático.
* Cultivos convencionales, adaptados a condiciones locales y
sembrados con las más avanzadas técnicas agroecológicas son una manera
sustentable y comprobada para proteger la seguridad alimentaria global.
Uno de los autores del informe es el científico Michael Antoniou, de
la Escuela Médica de Londres, quien dice que “estudios investigativos
demuestran que los cultivos genéticamente modificados tienen efectos
dañinos en animales de laboratorio en pruebas de alimentación y en el
ambiente cuando son cultivados. Estos han aumentado el uso de pesticidas
y no han logrado subir los rendimientos. Nuestro informe concluye que
hay alternativas más seguras y efectivas para atender las necesidades
alimentarias del mundo”.
Otro de los autores es John Fagan, exingeniero genético que en 1994
devolvió $614 mil al Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos
debido a sus reservas acerca de la ética y seguridad de esta tecnología.
“La ingeniería genética de cultivos es una tecnología cruda, imprecisa y
caduca”, dice Fagan. “Adelantos recientes señalan hacia mejores maneras
de usar nuestro conocimiento en (el campo de) la genómica para mejorar
los cultivos alimentarios, que no involucran ingeniería genética”.
Otro reciente informe que ha resultado demoledor para las
pretensiones de las compañías de biotecnología es “High and Dry”,
publicado en mayo por la Unión de Científicos Alertas (UCS)
(http://www.ucsusa.org/). El documento sostiene que los cultivos
transgénicos supuestamente resistentes a sequías no son más que una gran
falacia.
Las compañías biotecnológicas aseguran que están desarrollando
supercultivos transgénicos que resistirán las sequías extremas, las
cuales aumentarán en frecuencia y duración debido al cambio climático.
Hasta ahora el único transgénico resistente a sequía aprobado para
siembra es el maíz DroughtGard de Monsanto. Según un análisis de los
datos sometidos por Monsanto al Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, este novedoso maíz da resultados modestos y solamente bajo
condiciones de sequía moderada. Aumentaría la productividad de la
cosecha de maíz de EEUU en sólo 1% y no mejoraría la eficiencia en el
uso de agua.
La UCS plantea que para mejorar la resistencia a sequías hay
alternativas mejores que los transgénicos, incluyendo la crianza
convencional y mejoras en las técnicas agrícolas, que pueden producir
mejores resultados a menudo a un costo menor. La organización aconseja
no abandonar estas alternativas por expectativas exageradas en torno a
los transgénicos.
Las recomendaciones que el informe hace le ponen gran énfasis al rol
del sector público en la investigación agrícola. Entre estas, monitorear
el desempeño del DroughtGard para dilucidar posibles efectos negativos,
y expandir la investigación del uso de crianza convencional para
mejorar la utilización de agua en los cultivos.
En fin, los riesgos y desventajas de los transgénicos se hacen cada
vez más evidentes, mientras que sus supuestos beneficios siguen siendo
pura conjetura.
Ruiz Marrero es autor, periodista y educador ambiental puertorriqueño
ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO/CIUDAD CCS
30/06/12
Etiquetas: Carmelo, esp