jueves, enero 31, 2008

Indonesia: gran productor de palma aceitera
¿Gran emisor de carbono?

Indonesia es un gran productor de aceite de palma, habiendo alcanzado una producción de 16 millones de toneladas en 2006, tras haber triplicado la superficie de tierras plantadas con palma aceitera entre 1995 y 2005.

Si bien el gobierno de Indonesia había establecido una moratoria a la conversión de bosques en plantaciones de cultivos estatales, no estaba claro cuánto tiempo había que mantener esta moratoria ni si se trataba de una verdadera moratoria a la conversión real de la cobertura forestal o de una moratoria al cambio de categoría de las tierras boscosas para permitir la plantación (véase el boletín Nº 124 del WRM). Sin embargo, la política del país en cuanto al desarrollo del aceite de palma parece seguir la tendencia al alza. Existen planes para añadir unos 10 u 11 millones de hectáreas a los seis millones de hectáreas ocupadas con plantaciones de palma aceitera, como respuesta al aumento de la demanda global de aceite de palma.

El aceite de palma se usa en numerosos productos alimenticios y bienes de consumo y es una de las principales materias primas en la producción de biodiésel, que se ha puesto tan de moda. A principios de 2007 la Unión Europea decretó que para 2020 los biocarburantes constituirán por lo menos el 10% del combustible utilizado para el transporte.



El objetivo de aumentar la producción de aceite de palma en Indonesia a 40 millones de toneladas para 2020 y la necesidad de sumar unas 300.000 hectáreas de plantaciones por año van de la mano. Según un informe del Ministerio de Bosques indonesio y la Unión Europea citado en un artículo de Hilary Chiew (1), inevitablemente la mayoría de las nuevas plantaciones se establecerán en humedales, puesto que las tierras secas más cotizadas ya están ocupadas.

Recientemente la refinería india de aceites comestibles Jhunjhunwala Vanaspati Ltd anunció sus planes de comprar 20.000 hectáreas de plantaciones de palma aceitera en Indonesia por un valor de US$ 38 millones. Según Reuters (2), el director de la empresa, S.N. Jhunjhunwala, dijo que estaban “buscando plantaciones tanto vírgenes como desarrolladas [sic] en Indonesia”. Para la empresa india, la operación tiene dos propósitos. Primero, reducir costos. Los costos de producción del aceite comestible están aumentando, por lo que la oportunidad de comprar plantaciones en el extranjero representa para las empresas indias una oportunidad de reducir los costos generados por la importación de aceite de palma crudo.

De este modo las empresas indias en Indonesia, además de reducir costos, pueden evitar las leyes que en su país limitan la compra de las enormes superficies que necesitan. Es por eso que están yendo hacia países del sudeste asiático o Sudamérica, donde hay menos reglamentaciones protectoras.

Sin embargo, este negocio tan feliz es también una dura carga para las personas y el medio ambiente. Casi un cuarto de las plantaciones de palma aceitera de Indonesia se sitúan en la provincia de Riau, donde abundan las turberas. Estos depósitos de turba, ricos en carbono, se hacen secar y quemar para hacer lugar para las plantaciones de palma aceitera, liberando en este proceso enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. Según Wetland International, esto otorga a Indonesia un notorio tercer lugar como emisor de carbono y contribuyente al calentamiento global después de Estados Unidos y China.

La Agencia indonesia para la evaluación y la aplicación de la tecnología (BPPT) declaró que este cálculo no incluye el poder de absorción de carbono de los bosques de Indonesia, que reduciría la cantidad total.

Sin importar si el puesto que ocupa como emisor de carbono es el tercero o el decimocuarto, la destrucción de los bosques tropicales para plantar palma aceitera en Indonesia representa, en palabras del último Informe sobre Desarrollo Humano 2007/2008 del PNUD, “la merma de un recurso que desempeña una función vital en la vida de los pobres, la prestación de servicios ecosistémicos y el sostenimiento de la biodiversidad”. El informe del PNUD reconoce también que “La rápida expansión del mercado [del aceite de palma] ha ido de la mano con el menoscabo en los derechos de los pequeños campesinos y pueblos indígenas”. Entonces, ¿buenos negocios para quién?


Artículo basado en información publicada en: (1) “Eco-conscious palm oil”, Hilary Chiew, The Star Online, http://thestar.com.my/lifestyle/story.asp?file=/2008/1/1/lifefocus/19561783&sec=lifefocus; (2) “India firm eyes oil palm plantations in Indonesia”, Reuters, http://in.news.yahoo.com/071121/137/6nj6g.html; “Indian firms scout for farms overseas”, M.R. Subramani, The Hindu Business Line, http://www.thehindubusinessline.com/2007/12/03/stories/2007120350860500.htm; Informe sobre Desarrollo Humano 2007/2008, PNUD, http://hdr.undp.org/en/media/hdr_20072008_sp_complete.pdf


Boletín Mensual del Movimiento Mundial por los Bosques

Este boletín también está disponible en inglés, francés y portugués

Editor: Ricardo Carrere

Movimiento Mundial por los Bosques

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Taken from the Food First web site:

Presidential candidates continue to promote agrofuels as food prices rise

As the presidential candidates posture for the all-important Super Tuesday, what are they saying—and not saying—about the current explosion in food prices? How do they address fuel versus food and farming issues? Do their ideas represent steps toward or steps away from the ideal of food sovereignty?

Unfortunately, most candidates appear to be asleep at the wheel and are either ignorant, or ignore the fact that the agrofuels boom has led to an average rise of 30% in the cost of bread, milk, and eggs. The world is down to only 54 days of grain reserves… the lowest on record. This is largely thanks to the U.S. demand from ethanol that has jumped from 54 to 81 million tons over the last year—more than two times the global growth in grain demand.(1) The ethanol industry owes its existence to taxpayer subsidies, so we are paying to fuel our rising food prices. Thus far not one candidate has pointed out this perverse irony.

Leading up to the Iowa caucus, the leading Democratic candidates clamored to out-do each other’s sponsorship plans for corn-based ethanol. Clinton and Obama are promoting targets for the domestic production of 60 billion gallons of biofuels by 2030, each with schemes to boost infrastructure and research and development as well.

Energy independence is an enviable goal. However, it is doubtful that corn-based ethanol, when viewed in its complete cycle, produces any energy at all. The most complete study calculates that it consumes 29% more fossil fuel energy than it generates.(2) According to the Economist Magazine, ethanol is the primary reason that grain prices have soared to record levels(3)—a trend which may prove disastrous for the world’s poor. Even if corn ethanol did yield significant amounts of energy, the laundry list of environmental effects includes increased soil erosion, more herbicides and insecticides, and more pollution of ground and river water than any other crop.(4) And the wastewater and emissions caused by the ethanol refineries—render the use of adjectives such as “clean” and “renewable” to describe biofuels bafflingly inappropriate.

Republicans, in a balancing act between pledging allegiance to free market principles on the one hand, and helping out well-connected agrobusinesses on the other, also voice support for the corn-ethanol industry, but are sometimes unclear about the government’s role in the business. The only candidate to flat-out reject ethanol subsidies is the maverick libertarian, Ron Paul. John McCain had once denounced the subsidies as “highway robbery” in a surprisingly candid diatribe back in November 2003:

"Ethanol is a product that would not exist if Congress did not create an artificial market for it. No one would be willing to buy it. Yet thanks to agricultural subsidies and ethanol producer subsidies, it is now a very big business—tens of billions of dollars that have enriched a handful of corporate interests, primarily one big corporation, Archer Daniels Midland. Ethanol does nothing to reduce fuel consumption, nothing to increase our energy independence, nothing to improve air quality."(5)

Three years later, as a candidate, McCain changed his line in a speech at Grinnell, Iowa: “I support ethanol and I think it is a vital, a vital alternative energy source not only because of our dependency on foreign oil, but its greenhouse gas reduction effects.”(6) He has since qualified his stance by saying he supports the industry, but not the subsidies. But since it would not be feasible to make ethanol without the subsidies, his position is either misinformed or else misleading.

The Democrats, as the party of labor, talk of tying labor and environmental protections to trade agreements. Kucinich brought the issue into the center of his campaign, stating that he would withdraw from the WTO and NAFTA to start a new trade paradigm based on worker’s rights and environmental protection. His competitors expressed milder views in an interview with the Iowa Fair Trade Campaign.(7) Clinton told them that trade agreements need “strong, enforceable labor and environmental provisions” but she did not elaborate nor mention the topic on her website. Edwards and Obama both say that trade deals should include the International Labor Organization’s “core” labor rights expressed in their eight fundamental conventions. If the candidates are serious, they should develop this line of thinking further, asking if those core rights go far enough and how they can best be enforced. After all, the fact that Colombia has signed onto the eight fundamental conventions, officially protecting the right to collective bargaining, does not prevent it from being the most lethal place in the world for union organizers to work.

Clinton and Obama both advocate capping the subsidies for farmers at $250,000 per year in order to show, in the words of Obama “that we help family farmers—not large corporate agribusiness.”(8) Although this cap is not a bad idea, the centrality they give to it seems misplaced. These subsidies only go to growers of a handful of commodities, 80% of whom receive less than $10,000 per year.(9) Capping the subsidies obviously does nothing to help small farmers, nor the growers of hundreds of other crops that are not covered at all by subsidies. Nor does the cap pose a serious challenge to the agribusiness corporations that have progressively squeezed farmers over the last half-century. In 1954 farmers brought home 37 cents of every dollar consumers spent on food. By 2000 their share had dropped to just 19 cents of that food dollar.(10) A system of price supports—such as the grain reserves, acreage set-asides, and government commodity purchases that kept prices at more reasonable levels in the U.S. from the Great Depression until 1973—would do a better job than today's narrow direct payments at keeping family farming viable in America. Unfortunately that is not on the agenda.

The leading Democrats also differ from their more conservative counterparts in advocating a host of less controversial issues that could bring about some important incremental changes. Each is calling for an expansion of the Food Stamps Program, which would be particularly timely right now as an economic stimulus. Obama advocates tougher enforcement of anti-trust laws with respect to the agricultural sector. For instance, he would like to ban the ownership of livestock by meatpackers because of the potential for price manipulation. Obama would also like to see stricter regulation of Concentrated Animal Feeding Operations (CAFO's), particularly those smelly hog farm lagoons that pollute ground and surface water. The two also share a concern for setting up more incentives for farmers to practice conservation. Edwards had a unique plan for granting up to $8 billion in carbon credits to farmers who decrease greenhouse gases with practices such as no-till soil sequestration, reforestation, methane capture from manure, residue mulching, buffer zones, and cover crops.(11) Edwards was also alone in stressing food safety concerns like increasing inspections, especially of imported foods, and integrating the various regulatory agencies. But such proposals fall short of Kuchinich's lone cry for the increased regulation and labeling of genetically modified food. Obama has a program to encourage and assist young farmers. Finally, last May, Clinton co-sponsored a provision in the Farm Bill called Food Outreach and Opportunities Development (FOOD) for a Healthy America Act which would expand Community Food Projects, make it easier for schools to get fresh fruits and vegetables as well as locally produced foods, and boost farmer's markets, in part by making Electronic Benefit Transfer (EBT) cards from the Food Stamps program an accepted form of payment.

Now that they have styled themselves as champions of change, might one of these Democratic candidates wrestle control of our food system away from the big agribusinesses and transform it into an environmentally sustainable agriculture with reasonable returns for small farmers and healthy food for consumers? Although that is not likely to happen, we will certainly not make progress towards that change if we do not continue to scrutinize all politicians and hold them accountable to the needs of all Americans to have access to healthy and affordable food.

http://www.foodfirst.org/node/1825

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miércoles, enero 30, 2008

http://www.grain.org/seedling/?id=488




The sugar-cane–ethanol nexus

GRAIN

The US and Brazil are, by far, the dominant centres of global ethanol production. Together they account for about 70 per cent of the ethanol currently produced in the world. Both of these countries also dominate the global export production of the crops from which they produce their ethanol. The US, which makes its ethanol out of maize, produces about 70 per cent of global maize exports. Brazil makes its ethanol from sugar cane, and today it accounts for over half of the raw sugar traded around the world. In these two countries, then, the supply of ethanol feedstocks occurs within global commodity chains, which are tightly controlled by a few transnational corporations and influenced by trade relations. [1]

Brazil’s emergence as a major sugar exporter began at the end of the 1980s when its sugar sector was liberalised. It was then that foreign investment started to flow in, expanding the scale and area of sugar production and orientHing the industry towards exports. But it was really only during the past few years that Brazilian sugar started flooding the global market. In 2004, Brazil won a key case at the World Trade Organisation against the EU sugar regime. Brazil’s victory undermined long-standing colonial trade and production routes, as well as the EU’s heavily subsidised export production. Today, sugar industries in Africa, the Caribbean, the Pacific and other parts of the world, which were sustained by preferential access to the EU, are in steep decline, even as the growing markets for ethanol raise the international price of sugar. Meanwhile, Brazilian sugar production is booming: the country’s share of global raw sugar exports surged from 7 per cent in 1994 to 62 per cent in 2006 and, over the past four years, its exports of sugar and ethanol increased by 243 per cent. [2]

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The Brazilian government plays a key role in facilitating this corporate consolidation. President Lula and his cabinet ministers are on a seemingly constant ethanol booster tour, striking deals around the world for the supply of Brazilian ethanol and technology. Much of the government’s support to the industry occurs via the state oil company, Petrobrás, which is actively developing the export infrastructure. Its latest project is a US$750-million ethanol pipeline, stretching 800 miles from Brazil’s interior to the Petrobrás refinery in Paulinia and then onward to the port of São Sebastião. The pipeline will have the capacity to transport nearly half of Brazil’s present ethanol production.

Petrobrás is also more directly involved in securing long-term export markets for Brazilian ethanol. In 2005, it entered into an agreement with Japan’s state oil company Nippon Alcohol Hanbai, to create Brazil–Japan Ethanol, a joint venture that plans to export 1.8 billion litres of ethanol per year to Japan. [4] In March 2007, as part of an US$8-billion partnership worked out between Japan and Brazil, Petrobrás, Mitsui and Itochu agreed to set up a Brazilian joint venture that would supply ethanol to Japan for at least the next 15 years. The two sides also began negotiations for the construction of a pipeline within Brazil to facilitate these exports. [5]

The big winners in Brazil’s emergence as the global sugar and ethanol powerhouse are the transnational corporations and the few families, known in Brazil as the sugar barons, who increasingly control the Brazilian sugar and ethanol industry. With foreign investors knocking on their doors, the sugar barons have been consolidating their holdings and restructuring their companies in order to attract foreign investment. Some have even put their family businesses on to the Brazilian stock exchange. Typically, what happens is that foreign investors buy up controlling interests or minority stakes, leaving the sugar barons, with their expertise in maximising productivity by exploitation, to oversee the agricultural operations.

Brazil’s sugar barons have used this flood of finance, from foreign investors and the government, to take over smaller firms and expand production for export. Between 2000 and 2005, 37 mergers and acquisitions took place within the country’s sugar and ethanol industry. [6] Today it is possible to discern just a few conglomerates – transnational networks of TNCs and sugar families – that control the industry. Two of the most important are the Crystalsev and the Ometto conglomerates.

Brazil is attracting more international investments in agrofuels than any other country. In 2006 alone, over US$9 billion were invested in the Brazilian ethanol industry, with US$2 billion going into the construction of new ethanol plants. [7] A number of multi-million dollar investment funds have recently been set up on foreign stock exchanges with the specific objective of investing in Brazilian ethanol (see table 5 on page 23). The new money is pushing sugar production into new areas, particularly on to lands that have long been used for cattle pasture. Eduardo Pereira de Carvalho, the President of São Paulo’s Sugar-Cane Manufacturers’ Union, predicts that as much as a third of Brazil’s current pasture land will be converted to sugar-cane production in the near future. “Over the next 15 years, an extra 100 million hectares could be planted with cane, primarily on pasture land”, he said. [8]

The expansion of Brazilian sugar and ethanol has repercussions beyond Brazil’s borders. The glut of money is spilling over into neighbouring countries, which offer even lower costs of production and/or strategic trade access to the US market. The Brazilian government recently signed a US$100-million agreement with its Ecuadorian counterpart to set up two ethanol plants in Ecuador and to introduce high-yielding varieties of Brazilian sugar cane. Ecuador has two advantages to offer foreign investors: the 10,000-tonnes-per-year quota it has for the US market; and the unlimited access it has been given to the EU market as part of a diversification programme to encourage farmers to move away from away from illegal crops such as coca. Similar deals have been forged with Caribbean countries that have trade access to the US through the Caribbean Basin Initiative (CBI). [9] The Brazilian trading group Coimex has a joint venture in Jamaica with Petrojam to invest US$7.3 million in the rehabilitation of a 40-million-gallon ethanol production plant that will import all of its raw material from Brazil and ship all of its output to the US ethanol market.

Jamaica is one of a number of small countries whose sugar sectors are in danger of completely collapsing when the EU Sugar Protocol begins to be phased out in 2007. And, like Jamaica, most of these countries are in a process of deep restructuring that they are carrying out with EU support. In these processes, ethanol is often proposed as a way to salvage part of the industry, but typically alongside privatisation plans that put the ethanol production and trade into the hands of foreign corporations.

Mauritius, for instance, which is the largest supplier of sugar to the EU, holding 38 per cent of the quota within the Sugar Protocol, is negotiating an assistance package with the EU to restructure its sugar industry. As it stands, the EU will provide over 300 million euros towards the formation of a sugar-cane “cluster” in the country that will essentially centralise, mechanise and consolidate the country’s small-scale sugar production and reorient it towards energy production, primarily ethanol. [10] Much is made of how the cluster will serve local energy needs, but already the bulk of the island’s ethanol is exported to Europe. The ethanol business in Mauritius is controlled by Alcodis, a joint venture company that is part of the Belgian shipping conglomerate AlcoGroup. The group handles about 8 per cent of the ethanol traded in the world, most of its sourced from its Brazilian operations but some also coming from both its subsidiary in South Africa, NCP Alcohols, and its plant in Mauritius. In 2004 Alcodis shipped over 3.5 million litres of ethanol to the EU from Mauritius – tax-free because of its status as an ACP (African, Caribbean or Pacific) country. [11]

Table 5. Investment funds for Brazilian ethanol

Infinity Bioenergy

Bermuda-based company listed on London Stock Exchange that was formed by about 50 investors in 2006. One of its principle investors is the American fund Kidd & Company. With over US$500 million slotted for investments in Brazilian ethanol, the fund has so far spent US$400 million purchasing controlling interests in three plants with a joint milling capacity of 3.5 million tons of sugar cane, and is investing in the construction of two new plants in the states of Espírito Santo and Bahia. Infinity BioEnergy’s focus is on regions with little tradition in sugar cane, where it sees the potential for growth. Infinity BioEnergy also recently announced that it was merging with the Evergreen fund, another British investment fund targeting Brazilian ethanol with a majority interest in the Alacana ethanol plant in Nanuque. Infinity plans to export at least part of this production to the US, and is therefore investing US$20 million in a dehydration plant in the Caribbean that will provide duty-free access to the US market

Bioenergy Development Fund

Launched in early 2007 by France’s third-largest bank, Société Générale, it is incorporated in the Cayman Islands. Although it has yet to make an investment, the fund raised US$200 million in its first month and, supposedly, is on track to raise a total of US$1 billion this year. Société Générale is also involved in investments in US ethanol plants.

Brazilian Renewable Energy Company Ltd (Brenco)

Raised US$200 million in the initial private placement of its shares. It is financed by several big-name investors, such as Sun Microsystems founder Vinod Khosla, supermarket magnate Ron Burkle and the co-founder of AOL, Steve Case. Goldman Sachs is its exclusive placement agent. Other investors include former World Bank President James Wolfensohn, film producer Steven Bing, and Brazilian firms Tarpon All Equities and Grupo Semc. The CEO of Brenco is Philippe Reichstul, former president of Petrobrás. Brenco’s goal over the next 10 years is to reach an annual output of 3.8 billion litres, according to market sources. Brenco is incorporated in Bermuda, but has headquarters in São Paulo.

Clean Energy Brazil

Established by Numis, an English investment bank. Partners include Czarnikow Sugar, one of the world’s largest sugar brokers and the broker for approximately 30% of the Brazilian sugar/ethanol market, and Agrop, owned by Brazil’s Junqueira sugar family. The fund operates on the London Stock Exchange, and raised US$185 million in its initial public offering. Its first acquisition in 2007 was of a 49% stake of the Usaciga sugar group.

Latin America’s regional bank, the Inter-American Development Bank (IDB), is another major player shaping and supporting the unfolding ethanol agribusiness web. It works closely with the Interamerican Ethanol Commission to develop the global market for ethanol, through a twin strategy of expanding ethanol production and consumption. IDB President, Luis Alberto Moreno, is one of the chairs of the commission, along with former Florida Governor Jeb Bush and former Brazilian Minister of Agriculture Roberto Rodrigues, who is now president of the Superior Council of Agribusiness of the São Paulo State Federation of Industries.

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http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=11033

No to corporate Europe - Yes to global justice!


Statement from Seattle to Brussels Network calling for joint strategies to halt current negotiations seeking to implement “Free” Trade Agreements (FTAs) between Europe and the rest of the world; and consolidating the struggles against European transnational corporations, and deepening the process of constructing alternatives, to reclaim the right to food, education, health and other basic services.

Seattle to Brussels Network | 25/01/2008

No to Corporate Europe - Yes to Global Justice!

As members of the Seattle to Brussels Network (S2B), we are calling for concerted efforts to roll back the strategy of the European Union called “Global Europe: Competing in the World”, the EU’s unfair bilateral trade agreements and corporate power. We also reject the false solution of unfair multilateralism and the EU’s proposals at the WTO, and a revival of the Doha Round in the exclusive premises of the World Economic Forum in Davos.

We, civil society activists engaged in a wide range of peoples’ movements and organisations in Europe express our opposition and resistance to the neoliberal trade and investment policies that the EU governments and European Commission are implementing in our countries and worldwide. Simultaneously, we are also building the alternatives.

Global Europe: Serving European corporations

In 2006, the European Commission (EC) unveiled its new Communication entitled “Global Europe: Competing in the World” which outlines how the EU will pursue bilateral trade agreements with major emerging economies in order to secure new and profitable markets for EU companies. While pushing for even more business-friendly ‘domestic reforms’, the EU sets out an aggressive so-called ‘external competitiveness’ strategy. As the EU Trade Commissioner puts it: “What do we mean by external aspects of competitiveness? We mean ensuring that competitive European companies, supported by the right internal policies, must be enabled to gain access to, and to operate securely in, world markets. That is our agenda.”

The core elements of this strategy are:

- to resources (from agricultural commodities to energy)

- New and better market access for European products

- Rules securing European investments and intellectual property rights

In addition to the ongoing multilateral WTO negotiations, the EU seeks these objectives by negotiating bilateral free trade agreements with the so-called emerging economies such as India, South Korea, the ASEAN states, and also Central America and the Andean Region. Russia, the MERCOSUR countries and the Gulf Cooperation Council are also on the priority list of the EU. The goal of these bilateral or bi-regional free trade agreements is to open and deregulate developing country markets for European companies, to increase their access to natural resources, particularly to energy reserves, and to secure their profits by enforcing intellectual property rights and other trade defence mechanisms.

This strategy not only undermines regulation in target countries. It also clearly links EU internal deregulation to this agenda. It says, for example, that future directives on social, labour or environmental issues for instance, should not be threatening the global competitiveness of European corporations. In this way, Global Europe poses a serious threat to social justice, gender equality and sustainable development not only outside the EU, but also within. The erosion of workers’ rights, the worsening of the quality of jobs within the EU, the destruction of a sustainable model of farming is also intrinsically linked to the external EU trade agenda. With trade liberalisation across all sectors - agriculture, industry and services - the beneficiaries are a handful of corporations but millions lose their jobs.

martes, enero 29, 2008

Soberanía alimentaria y acuerdos de libre comercio
Monday, 28 January 2008
(Dijon, 12/01/2008) – Durante los días 11 al 13 de enero de 2008, se reunieron en Dijon 21 miembros delegados la Via Campesina, procedentes de la Republica Dominicana, Nicaragua, Costa Rica, Perú, Corea del Sur, Noruega, Francia, Haití, Mali, Italia, Estados Unidos, Mozambique, Turquía, el País Vasco y Nepal con ocasión de la celebración de un seminario estratégico sobre el tema «SoBeranía alimentaria y acuerdos de libre comercio», convocado y organizado por la comisión de trabajo Soberanía Alimentaria de la Vía Campesina. En un contexto según el cual desde 2005 (Hong-Kong) la Organización Mondial del Comercio (OMC) parece estar sumida en un coma, y ante el hecho de que las negociaciones entre los países miembros no han llegado a nada concreto, las grandes potencias económicas -Estados Unidos y la Unión Europea especialmente- han reforzado las estrategias de desarrollo y puesta en funcionamiento de acuerdos de libre comercio (ALC) con países o grupos de países. Ya no se negocia dentro del marco multilateral de la OMC, por lo que se les llama acuerdos bilaterales. Loa Acuerdos de Cooperación Económica (ACE), que se negocian entre la Unión Europea y países ACP, son una de las caras de esos acuerdos de libre comercio.

A menudo la liberalización que se requiere en estos acuerdos bilaterales va más allá de lo que exige la OMC. Estos se extienden por el mundo, con total desconocimiento de los pueblos a los que afectan (tanto en el norte como en el sur): el hecho de que son numerosos, la falta de información al respecto, y su complejidad hacen muy difícil la movilización, incluso cuando las consecuentas de estos son catastróficas para los campesinos y para el conjunto de las poblaciones afectadas. Frente a la OMC, que representaba un objetivo bien identificado, los ACL hacen incluso más fácil que el sistema neoliberal se expanda, ya que, salvo en ciertos casos, estos suelen introducirse sin que se dé ningún tipo de resistencia popular.

El seminario de Dijon tiene por objetivo la formulación de un análisis común de los problemas que plantean los ALC y la reflexión sobre las estrategias de lucha y de solidaridad que podemos establecer para detener su expansión. La primera jornada del seminario hizo posible el intercambio de las experiencias de lucha positivas, como las que se han dado en aquellos países que han logrado aplazar o impedir la firma de los acuerdos. Las mobilizaciones en Corea o en Costa Rica, la resistencia de los países de la CEDAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental): hay tantos ejemplos que hacen que todos los que formamos la Via Campesina confiemos en que tras las victorias contra la OMC, es posible también derrotar los ACL. Hoy más que nunca, la Soberanía alimentaria es el valor que debe contraponerse al libre comercio…

Representantes de movimientos sociales y de organizaciones amigas trabajan también sobre este asunto de los ALC o los ACE se sumaron también a los miembros de la comisión de Soberanía Alimentaria para ampliar la reflexión y construir una estrategia de lucha común (Amigos de la Tierra, Marcha Mundial de las Mujeres, WFFP, Focus on the Global South, ATTAC, CFSI...).. Se ha redactado una declaración común de participantes en la que se comprometían a actuar unidos contra los acuerdos de libre comercio.

Solidaridad con los compañeros en huelga de hambre

A su llegada a París, los cuatro delegados de Nepal, Mozambique, País Vasco y Estados Unidos se desplazaron al lugar donde José Bové y 15 compañeros de lucha se encontraban en su octavo día de huelga de hambre. El objetivo de esta huelga consiste en exigir al Gobierno francés que ponga en marcha una moratoria sobre la legislación en materia de maíz transgénico. Fue un momento conmovedor de expresión de solidaridad internacional: durante la conferencia de prensa que tuvo lugar los delegados internacionales aplaudieron el sacrificio y la lucha radical que realizan los 16 camaradas, y señalaron que la lucha de los militantes franceses era también una lucha por los campesinos del mundo y un ejemplo para todos.

El 12 de diciembre, al conocer la noticia de que la huelga había dado frutos, los delegados internacionales se pusieron en contacto desde Dijon por teléfono con los compañeros en huelga, para felicitarles y celebrar juntos, en una "mistica" común y recíproca, esta victoria histórica.

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Bionegocios y megaproyectos en América Latina

Mónica Vargas Collazos

Desde distintos ámbitos se apuntan los preocupantes impactos de los agrocombustibles en los países del Sur. Se ha destacado la huella ecológica que generarán las políticas principalmente europeas, estadounidenses y japonesas que promueven el uso a gran escala de biocarburantes en el transporte. Se ha detallado los problemas que ello tendrá sobre la pérdida de soberanía alimentaria, a lo que se añade un inevitable sentimiento de desconfianza en términos ambientales que no puede dejar de inspirar un modelo agrícola sustentado directamente en el petróleo, la contaminación del agua y la deforestación. Al preguntarse a quién benefician en realidad los agrocombustibles, varios investigadores describen la convergencia de los agropetronegocios que permite los matrimonios DuPont-BP, Abengoa-General Motors, Repsol-Acciona, etcétera.

Pero el biodiésel y el etanol no se teletransportan de los campos a los tanques de gasolina. Hay un aspecto muy poco “bio” en este auge: la creciente necesidad de integración de infraestructuras que implica su transporte y exportación. Salen a la luz entonces el (lamentablemente) resucitado Plan Puebla Panamá (ppp) y la Iniciativa para la Integración de las Infraestructuras Sudamericanas (iirsa). Estos megaproyectos consideran la rebelde geografía latinoamericana como un obstáculo para la extracción de materias primas y el transporte de mercancías. Su misión es doblegarla mediante corredores intermodales de autopistas, represas hidroeléctricas, hidrovías, tendidos eléctricos, oleoductos. Ni qué decir de los importantes beneficios que estos proyectos traerán a empresas como las españolas Iberdrola y Gamesa (parque eólico en México), acs (gestión portuaria y dragados en Brasil) e incluso a desconocidas consultoras como typsa o Norcontrol. A pesar de las promesas de “desarrollo local” que hacen (evocando la agotada teoría del “derrame de riqueza”), resultan nefastos porque se sitúan sobre territorios indígenas y comunidades campesinas, y atraviesan zonas de alta biodiversidad. En su diseño ha participado, sin ninguna consulta de las poblaciones locales, una de las principales entidades generadoras de deuda del continente, y de la cual el Estado español es miembro: el Banco Interamericano de Desarrollo (bid).

Esta entidad promueve hoy a los agrocombustibles de distintas maneras. El banco estima que a América Latina le tomarán 14 años convertirse en una zona productora de biodiésel y etanol y que se requerirán 200 mil millones de dólares. Por un lado, apoya la expansión de cultivos de palma en Colombia y de caña de azúcar y soja en la Amazonía brasileña (el presidente del bid, Luis Alberto Moreno, codirige un grupo del sector privado, la Comisión Interamericana del Etanol, conjuntamente con Jeb Bush, exgobernador de Florida, y el exprimer ministro japonés Junichiro Kozumi). Por otro lado le importa asegurar un fluido vaciado de las mercancías hacia los puertos, no únicamente atlánticos, sino también del Pacífico, de cara a los mercados asiáticos. Así, recomienda a Brasil gastar en infraestructuras mil millones de dólares por año durante 15 años. Aspira también a acelerar proyectos de iirsa rechazados por la sociedad civil, como por ejemplo la Hidrovía Paraguay-Paraná-Plata, el proyecto de navegabilidad del Río Meta, el Complejo del Río Madera, Ferro Norte (red ferrovial que conectaría a los sojeros estados de Paraná, Mato Grosso, Rondonia y Sao Paolo).

Ver: http://www.diagonalperiodico.net/article4023.html

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lunes, enero 28, 2008


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El eslabón de la soja en Sudamérica

GRAIN


Junto a la rápida expansión de la producción del etanol fabricado a partir de la caña de azúcar, Sudamérica está empezando a desempeñar un papel clave como productor de biodiésel. La material prima principal es la soja [la soya], y para los cultivadores y las grandes empresas multinacionales de granos que estaban acosados por problemas de sobreproducción, este nuevo nicho de mercado es un regalo del cielo. Les da el pretexto perfecto para seguir apropiándose del continente.

Tenemos 80 millones de hectáreas de suelo en la Amazonía que van a convertirnos en la Arabia Saudita del biodiésel”, declaró Expedito Parente, el ingeniero químico brasileño que obtuvo la primer patente para la fabricación de biodiésel a escala industrial. [1] El presidente Lula del Brasil se muestra igualmente entusiasta. “En los próximos 15 a 20 años Brasil se convertirá en el primer productor mundial de biodiésel, dijo recientemente. [2] “Pocos países pueden competir con Brasil porque Dios nos dio sol, tierra y gente trabajadora”.

Además de fomentar activamente el etanol y el biodiésel dentro del Brasil, Lula está buscando oportunidades para invertir en los países vecinos. Tras una visita a Asunción en mayo de 2007, Lula comentó entusiasmado: “Me voy del Paraguay con mucho optimismo porque este país tiene un potencial extraordinario para la producción de etanol y biodiésel”. Como para no quedarse atrás, el presidente Nicanor Duarte de Paraguay añadió: “Si el Brasil ha de convertirse en la Arabia Saudita de los biocombustibles, ¿por qué no podrá convertirse el Paraguay en el Kuwait del siglo xxi?” [3] El deseo de Lula de convertir al Brasil en potencia agroenergética regional cuenta con el respaldo total de Washington, que tiene mucho interés en reducir la dependencia de Sudamérica en el petróleo y debilitar así la influencia del presidente Hugo Chávez de Venezuela, fiero antiestadounidense, que usa sus petrodólares para acrecentar su influjo en la región.

El biodiésel de aceite de soja es el capítulo más reciente de la conquista de Sudamérica a manos de la soja, un cultivo que consagra una nueva forma de explotación agrícola en la que predominan gigantescas empresas agroindustriales. La soja se ha propagado como reguero de pólvora en vastas zonas de Sudamérica en los últimos cuarenta años. En Brasil se empezó a cultivar en Río Grande do Sul, el estado más al sur del país, y desde allí avanza al norte, acaparando inmensas superficies agrícolas, de llanuras y bosques. Ahora ya cruzó el río Amazonas y se le planta en Roraima, 4 mil kilómetros al norte de Río Grande do Sul. La cosecha que en 1970 no superaba 1.5 millones de toneladas, ascendió a 57 millones de toneladas en 2006-2007. [4]

En Argentina el cultivo de la soja se propagó igualmente rápido, expandiéndose hacia el norte y el oeste, tragándose grandes superficies de tierras arables, pampas y bosques. La cosecha este año ascendió a 43 millones de toneladas, en contraste con escasas 27 mil toneladas en 1970. Los cultivadores brasileños de Mato Grosso do Sul llevaron la soja al Paraguay a principios de la década de 1990, donde ahora cubre 2.5 millones de hectáreas y se ha convertido en el principal producto de exportación del país.

La soja [o soya] es sinónimo de monocultivos y grandes haciendas mecanizadas. En consecuencia, la soja ha ocasionado enormes daños ambientales, provocando la destrucción de 21 millones de hectáreas de bosques en Brasil, 14 millones en Argentina y 2 millones en Paraguay. [5] Al mismo tiempo, la soja ha desplazado cultivos alimentarios. La superficie sembrada con arroz, frijoles, maíz y trigo en Brasil disminuyó entre 1991 y 2005, mientras que el área dedicada a la soja se ha más que triplicado en el mismo periodo. La misma historia se repite en Argentina: la producción de muchos alimentos básicos —entre ellos la leche, arroz, maíz, papas y lentejas— ha caído drásticamente. [6]

Puesto que la mayor parte de los alimentos básicos son cultivados por el campesinado y los agricultores familiares, dicho proceso de desplazamiento de cultivos a manos de la soja ha significado la destrucción del tejido mismo de la vida rural. Con el avance de la soja hacia el norte en Brasil, cerca de 300 mil personas fueron desplazadas de Río Grande do Sul, y otras 2.5 millones de Paraná.7 Unas 150 mil familias fueron expulsadas de sus tierras en Argentina8 y otras 90 mil corrieron esa misma suerte en Paraguay. [9]

Los movimientos sociales de la región han opuesto fuerte resistencia, pero a pesar de ello es muy difícil detener el avance de la soja, que cuenta con el respaldo de los consorcios más poderosos de la agroindustria: adm (la mayor empresa procesadora de soja en el mundo), Cargill (la empresa comercializadora de granos más grande del mundo), CentralSoya, Bunge, Mitsubishi y otros. En los últimos treinta años, tanto adm como Cargill trasladaron al Brasil y Argentina sus respectivas plataformas de exportaciones de soja. A lo largo de todo ese proceso, cabildearon tenazmente y han conseguido que los gobiernos locales inviertan fuertemente en obras de infraestructura de transporte. Se construyen y pavimentan carreteras, se dragan ríos —todo ello con dinero de los contribuyentes locales, aunque muy pocos de ellos se benefician. Más recientemente, algunas de esas empresas han avanzado un paso más en su reposicionamiento: Cargill y Smithfield, ambas gigantescas empresas estadounidenses procesadoras de carnes, construyeron enormes plantas frigoríficas y de empaquetado de carnes de cerdo y pollo en el sur de la cuenca amazónica [10], desde donde exportan carne de animales alimentados con raciones de soja.

La presión sobre la tierra se intensificará a consecuencia de la fiebre actual por el biodiésel. La mayoría de los expertos de mercado augura una explosión de la demanda mundial en los próximos años. [11] Ello debido en parte a que Europa, que constituye actualmente el mayor mercado para el biodiésel en el mundo, se ha fijado metas ambiciosas de consumo de biodiésel. Su meta de incorporarle al diésel de petróleo un 20% de biodiésel para el 2020, requerirá 76 mil millones de litros de biodiésel al año. Eso es más que 20 veces el consumo actual de biodiésel en Europa. Como no cuenta con más suelos donde sembrar su propia materia prima (la colza) para biodiésel, Europa tendrá que incrementar enormemente sus importaciones tanto de aceite de palma como de aceite de soja. [12]

Muchos gobiernos latinoamericanos se están subiendo a ese carro del biodiésel. Repsol ypf, la empresa petrolera argentino-española, está invirtiendo 30 millones de dólares en una nueva refinería que comenzará su producción este año, convirtiéndose en la primera gran productora de biodiésel en Argentina. [13] El gobierno colombiano encabezado por el presidente Uribe fomenta enérgicamente las plantaciones de caña de azúcar y de palma africana aceitera.

En Perú, la empresa californiana Pure Biofuels, que es a su vez propiedad de Metasun Enterprises, compró recientemente la mayor refinería de biodiésel del país y tiene planes para transformarse en uno de los actores principales de ese mercado en la región, una vez que haya terminado su nueva refinería en el puerto de El Callao. [14] No obstante, el margen de expansión es limitado en la mayoría de los países sudamericanos. Incluso Argentina, que es el segundo país más grande de América Latina, cuenta con pocas tierras disponibles para la soja. Según un analista estadounidense de energía, “Argentina sólo podrá incrementar la superficie de soja un 3% o menos, debido a la disponibilidad limitada de suelos”. [15]

Sin embargo, la situación del Brasil es distinta. A pesar de la rápida expansión de la soja en años recientes, Brasil todavía cuenta con una gran superficie que generalmente se estima en unos 80 millones de hectáreas, que podrían sembrarse con soja (aunque esa estimación incluye parte de la cuenca amazónica). Por eso, muchos analistas suponen que a partir del año entrante Brasil superará a Estados Unidos como primer exportador mundial de soja, y que para el 2015 llegará a exportar el doble que el monto actual de exportaciones estadounidenses del grano (ver gráfica). Para ese entonces, gran parte de las exportaciones de soja del Brasil quizás consistan de biodiésel.

El boom del biodiésel ha llegado en un momento muy conveniente para los cultivadores de soja brasileños, que empezaban a producir con pérdida, apretados de un lado por el precio bajo de la soja en el mercado mundial, y una estructura de costos insustentable debido a las enormes distancias que hay que transportar la soja en camiones movidos con diésel caro. Hoy sus problemas están desapareciendo: los precios de exportación se incrementan a consecuencia del boom de los agrocombustibles, y los costos de transporte caen gracias al biodiésel barato producido y refinado en el país con grandes subsidios del gobierno.

Como podría esperarse, adm está sacando provecho de las nuevas oportunidades: escogió al Brasil como centro de operaciones para sus negocios de biodiésel en Sudamérica, y dentro del Brasil, a Rondonópolis en el estado de Matto Grosso do Sul como destino de sus mayores inversiones. La nueva refinería de biodiésel de adm muy pronto entrará en funcionamiento como la mayor de todo el país, y contará entre sus clientes a Blairo Maggi, el gobernador de ese estado y uno de los cultivadores de soja más grandes del mundo, que desde hace tiempo trabaja estrechamente asociado con adm. Maggi le venderá parte de sus cosechas de soja a adm a precio de mercado, y le comprará a ésta el biodiésel barato. Los criadores de cerdo y ganado vacuno podrán comprar el desecho de la producción de biodiésel para alimentar a sus animales. Eso significa que se podrá criar ganado más intensamente, liberando así grandes superficies de tierra para aumentar aún más el área dedicada a la producción de soja. En suma, un negocio redondo para todos los implicados …

Además de adm, hay toda una serie de corporaciones que están invirtiendo en ese sector agroindustrial. Hay empresas italianas que están gastando 480 millones de dólares en la construcción de cuatro refinerías de biodiésel. [16] Marubeni Corporation, la quinta empresa más grande del Japón, está destinando 40 millones de dólares a una inversión de riesgo compartido con el Grupo Agrenco —empresa comercializadora brasileña de gran porte— para la producción de biodiésel y harina de soja. El reconocido analista de gobierno José Honorio Accarini manifestó que el gobierno de Lula espera que las inversiones en biodiésel alcancen los 1500 millones de dólares en 2013, fecha en la cual Brasil debería estar produciendo 2 mil millones de litros del combustible. [17]

El plan del presidente Lula era originalmente que la mayor parte del biodiésel fuese producido a partir de ricino [o higuerilla] cultivado por los campesinos pobres del nordeste del país. En contraste con el etanol de caña de azúcar que se produce en Brasil en grandes plantaciones, él esperaba que el biodiésel desempeñara un papel importante en la mitigación de la pobreza. “Puesto que lo pueden producir fácilmente los campesinos en algunas de las zonas más pobres, el proyecto combina protección del ambiente y desarrollo rural, y contribuye a reducir la inequidad social”, afirmó Lula, entusiasta, en un artículo especialmente escrito para la prensa europea. [18] De hecho, el presidente Lula decretó exenciones impositivas para las refinerías que comprasen materia prima de los pequeños productores rurales, y predijo confidencialmente que para fines del 2007 habría unas 350 mil personas trabajando en la industria del biodiésel.

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Food sovereignty and free-trade agreements
Monday, 28 January 2008
From 11th to 13th January 2008, 21 delegates and members of Via Campesina, from the Dominican Republic, Nicaragua, Costa Rica, Peru, South Korea, Norway, France, Haiti, Mali, Italy, the United States, Mozambique, Turkey, the Basque Country and Nepal, met in Dijon for a strategic seminar on the theme “Food Sovereignty and Free-Trade Agreements” convened and organised by the Via Campesina’s Food Sovereignty work committee. To set the meeting in context, since 2005 (Hong-Kong) The World Trade Organisation (WTO) has appeared to be in a vegetative state. As negotiations between member countries have not been able to come to fruition, the large economic powers – in particular the United States and the European Union – have reinforced strategies for the setting up and development of free trade agreements (FTA) with countries or groups of countries. As they are not negotiated within the multilateral framework of the WTO, these agreements are said to be bilateral. Economic Partnership Agreements (EPA), negotiated between the European Union and the ACP countries, are one of the forms these FTAs can take.

These bilateral agreements often go beyond the WTO’s requirements on liberalisation. They spring up all over the world, and are totally non-transparent as far as the populations of the countries are concerned (as much in the North as in the South). The sheer number of them, the lack of information concerning them, and their complexity, makes it very difficult to mobilise citizens to fight against them, even though their consequences are catastrophic for small farmers and the population in general. If we can consider the WTA as a well-identified target, the FTAs, on the other hand, make the expansion of the neo-liberal system even easier, as, with the exception of certain cases, they are set up almost without any popular resistance.

The goal of the Dijon seminar was therefore to come up with a common analysis of the problems created by FTAs and then reflect upon the combat and solidarity strategies which could be implemented to stop them. As some countries have succeeded in delaying or preventing the signing of these agreements, the first day of the seminar allowed for an exchange of experiences of positive struggles. Popular movements in Korea and Costa Rica, resistance from the ECOWAS countries: examples which can give confidence to the whole of Via Campesina that, after victories over the WTO, victories over EPAs are possible. More than ever, food sovereignty is the value to oppose free trade…

Representatives of social movements and friendly organisations who are also working on the issue of FTAs and EPAs then joined the members of the food sovereignty committee, in order to broaden the reflection and construct a strategy for common struggle (Friends of the Earth, World March of Women, WFFP, Focus on the Global South, ATTAC, CFSI...). The participants’ common declaration, committing to act together against free trade agreements, was drawn up (see on www.viacampesina.org).

Solidarity with the hunger strikers

On their arrival in France on Thursday 10th January, the four delegates from Nepal, Mozambique, the Basque Country and the United States went to the sites in Paris where José Bové and 15 fellow demonstrators were on the 8th day of a hunger strike. The objective of this strike was to force the French government to issue a moratorium on the cultivation of transgenic maize. It was a moving expression of international solidarity: during a press conference organised at the sites, the international delegates paid tribute to the sacrifice and radical struggle of the 16 comrades, and emphasised that the French activists’ struggle was part of the struggle for small farmers the world over, and an example for all.

On 12th December, on hearing the news that this strike had borne fruit, the international delegates telephoned the group of strikers from Dijon, in order to congratulate them and celebrate the historic victory together, with a shared and reciprocal “mistica”.

Via Campesina news

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domingo, enero 27, 2008


Livestock breeding in the hands of corporations

Susanne gura

Available in PDF: (933 kb)

Scarcely noticed by the general public, the global livestock industry is going through a rapid process of concentration. Company takeovers and co-operation agreements proliferate and technology is changing fast. Patents are flying out for genetic material, and other proprietary strategies are being vigorously pursued. In a process that bears an uncanny resemblance to what has happened to the global seed market, the breeding sector – now renamed “livestock genetics” – is becoming the nerve centre of the industry and extending its control over livestock farming. Quick to seize the opportunity, agro-giants such as Monsanto are moving in.

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sábado, enero 26, 2008

Q&A: "It Is Upon Us to Pave the Way for Sustainability"
Interview with Anuradha Mittal, Executive Director of the Oakland Institute

NEW YORK, Jan 24 (IPS) - Anuradha Mittal is an internationally renowned expert on trade, development, human rights and agriculture. In 2004, she founded the Oakland Institute, a policy think tank focused on social, economic and environmental issues.

A native of India, Mittal is the author of numerous books and essays, including "America Needs Human Rights"; "The Future in the Balance: Essays on Globalisation and Resistance"; "Voices From the South: Third World Speaks Out Against Genetic Engineering"; and "Food Aid or Food Sovereignty: Ending World Hunger in Our Time".

IPS correspondent Rajiv Fernando recently spoke with Mittal about the significance of this weekend's Eighth World Social Forum, and the connection between development and democracy.

IPS: You have been an eloquent advocate of the idea of "economic human rights", and recently wrote that the George W. Bush administration deserves a "failing grade" on this question. Are you hopeful that the situation for poor and working people in the United States can improve with the 2008 elections?

AM: President Roosevelt and Eleanor Roosevelt played a key role in the adoption of the Universal Declaration of Human Rights. It was President Roosevelt who declared that freedom from want is as important as freedom from fear. However, with the start of the Cold War, there was a systematic effort to get rid of the notion of economic, social and cultural rights in the U.S. The problem that we face today is not as simple as getting rid of Bush and his cronies and suddenly we will have a different kind of regime in this country. When we look at the policy positions, whether it is the Democrat or the Republican presidential candidates, one finds the concept and the framework of human rights missing. We cannot forget that it was President [Bill] Clinton who signed the so-called Personal Responsibility Act, the welfare reform -- or what some of us would call the welfare deform -- act. However, the fact that we're heading into another election is a really good opportunity for advocates of social economic justice, for people involved in any struggle, whether it is for access to clean drinking water, or farm workers' rights or immigrant rights, to bring back the framework of human rights to guide our policy discussions.

IPS: According to the International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications, an industry group, global biotech crop acreage expanded to 252 million acres in 2006 -- 90 percent of it in developing countries. As a critic of biotech, how do you think civil society groups can be most effective in responding to this trend?

AM: ISAAA has been making unsupported claims, inflating its figures and ignoring the negative impacts of GM crops. Its report is nothing but bogus PR tactics. In 2007, it listed Iran as growing 50,000 hectares of commercial GM rice, which is not approved and is not being grown. Romania was listed as growing 100,000 hectares of GM soybean but this crop was banned and the country was being decontaminated to return it to GM-free. ISAAA claims commercial GM crops are a global industry but their own figures showed 99 percent grew in just eight countries in 2006 [the United States, Argentina, Brazil, Canada, India, China, Paraguay, and South Africa]. The range of GM crops also stalled in 1996 when four broad-acre commercial crops -- soy, corn, cotton and canola -- were first grown. Not one has been added since.

So we have to expose the lies behind ISAAA's claims. This industry has been using the PR tactics of green-washing, poor-washing and hope-dashing -- by which I mean, these crops are good for the environment, or we need these crops to feed the hungry, the poor, or we have to depend on this technology if you're going to feed the people because there is no other alternative. So it is really upon us to be proactive and to pave the way forward for sustainable alternatives, which will be good for our lives, good for the earth, air and water and this planet itself. We have to expose the corporate control of our food system and question who owns this technology, who controls it and how it is used.

READ THE REST: http://ipsnews.net/news.asp?idnews=40911

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viernes, enero 25, 2008

http://mrzine.monthlyreview.org/hc160108.html

Biofuels, BP-Berkeley, and the New Ecological Imperialism
by Hannah Holleman and Rebecca Clausen

In February 2007, BP announced plans with the University of California (UC) at Berkeley, in partnership with the University of Illinois and the Lawrence Berkeley National Laboratory, to lead the largest academic-industry research alliance in U.S. history. The $50 million-a-year bone that BP will throw to Berkeley will create the Energy Biosciences Institute (EBI), primarily focusing its research on biotechnology to produce biofuels. "In launching this visionary institute, BP is creating a new model for university-industry collaboration," said Beth Burnside, UC Berkeley Vice Chancellor for Research (quoted in Sanders 2007). In light of the historic record of capitalist accumulation, this "new model" for university-industry collaboration looks like old wine in a new bottle: appropriate a social good (public university), privatize the property (intellectual development), and commodify the output (energy-intensive products). And in this instance, BP has recruited a public institution to be its profit-making subsidiary.

Appropriating Academia

This is not the first time UC Berkeley fed at the corporate trough, and as government expenditures for social goods continue to decline relatively, it is likely that it won't be the last. Berkeley entered into a research deal with the seed giant Novartis ten years ago, after which an external review of the UCB-Novartis interaction recommended avoiding such partnerships (Altieri and Holt-Gimenez 2007). Nevertheless, on November 15, 2007, BP, the UC Berkeley, the Lawrence Berkeley National Laboratory, and the University of Illinois at Urbana-Champaign announced the signing of a controversial ten-year pact forming the Energy Biosciences Institute. The current deal with BP is ten times larger than the Novartis deal.

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Democracia, precaución y medio ambiente


Declaración de personalidades y organizaciones de la sociedad civil sobre las aplicaciones de la biotecnología en la modificación genética de plantas, ante la amenaza que representan para la agricultura y la sostenibilidad

Los organismos modificados genéticamente (OMG) se obtienen mediante la ingeniería genética, que permite crear plantas, animales y microorganismos manipulando sus genes. En los últimos años, esta técnica se ha utilizado para intentar introducir nuevas características en cultivos y, desde hace poco más de una década, se siembran en algunos países variedades modificadas genéticamente (MG) principalmente de soja, maíz, algodón y colza. A pesar de la ingente propaganda sobre multitud de funcionalidades, las variedades comerciales incorporan tan sólo dos características: la resistencia a insectos plaga y/o la tolerancia a un herbicida determinado. Un 81% de la superficie de OMG cultivada en el mundo son plantas resistentes a herbicidas [1]

Esta tecnología no es una simple prolongación de la mejora vegetal llevada a cabo por la agricultura tradicional: al permitir franquear las barreras entre especies, crea seres vivos que no podrían obtenerse en la naturaleza o con las técnicas tradicionales de mejora genética. Por otra parte, los conocimientos científicos actuales no son suficientes para predecir con exactitud todas las consecuencias de la manipulación del nuevo organismo en el que se han introducido genes extraños (frecuentemente desregulados en su nuevo entorno), ni su evolución e interacción con otros seres vivos una vez liberado un OMG al medio ambiente. Según la propia Comisión Europea, “el proceso de creación de organismos modificados genéticamente está rodeado de incertidumbres, que pueden dar lugar a multitud de efectos imprevistos [2]”. Hoy por hoy, se trata, de una tecnología con un nivel de imprecisión muy elevado y cuyos efectos son impredecibles tanto a corto como a largo plazo.

Tras 11 años de cultivo, se ha comprobado que las semillas modificadas genéticamente no reportan los beneficios prometidos por la industria biotecnológica:

En promedio no reducen el empleo de productos químicos en el campo, sino todo lo contrario. Por ejemplo, en EE.UU., los tres principales cultivos MG han conducido desde 1996 a un aumento en el uso de agrotóxicos de 55.000 toneladas [3], con enormes incrementos en el volumen de herbicidas aplicados a la soja, al algodón y al maíz tolerantes a herbicidas.

Sus rendimientos son menores, o en el mejor de los casos equivalentes a los de las variedades no MG, tal y como lo ha reconocido recientemente el Departamento de Agricultura de EE UU [4], por lo que los argumentos de eficiencia en el uso de recursos como suelo, agua o combustibles carecen de fundamento.

Sus impactos sobre el medio ambiente están cada vez más documentados: contaminación de especies silvestres emparentadas, reducción de la biodiversidad, contaminación química del suelo y de los acuíferos son algunosde los problemas asociados al cultivo de OMG.

No han aportado mejoras en la calidad de los alimentos, sino grandes incertidumbres sobre la inocuidad de los productos que contienen ingredientes MG, sobre todo a medio y largo plazo.

Para los agricultores, la aparición de malas hierbas y de adventicias resistentes a varios herbicidas asociada a los cultivos MG, empieza a ser motivo de preocupación en EE UU y en Canadá. En el caso de los cultivos insecticidas,se reconoce que es inevitable la evolución y proliferación de insectos plaga resistentes: cuestión de tiempo únicamente. Ello obligará a los agricultores convencionales a recurrir a plaguicidas cada vez más agresivos y costosos,mientras que la pérdida de eficacia de insecticidas naturales, como el Bt, será un grave perjuicio para la agricultura ecológica.
No contribuyen a aliviar la pobreza ni el hambre en el mundo. Al contrario, las aplicaciones comerciales de la biotecnología en la agricultura están aumentando la brecha que separa a pobres y ricos. Un dato significativo: lamayor parte de las cosechas MG se destinan a alimentación ganadera para satisfacer el consumo de carne –excesivo en muchos casos- de los países ricos.

Si bien la Unión Europea (UE) es una de las regiones del mundo con una regulación más estricta sobre OMG, resulta difícil que los ciudadanos europeos puedan confiar en las instituciones responsables de aprobar y velar por la seguridad de estos productos. En primer lugar, porque el procedimiento de aprobación es claramente antidemocrático: la Comisión Europea tiene la última palabra y puede autorizar la entrada de un nuevo OMG en el mercado europeo aunque una mayoría de los Estados Miembros se hayan pronunciado en contra. Todos los OMG aprobados para comercializarse en la UE desde que finalizó la moratoria en 2004, han sido aprobados por la Comisión Europea utilizando esta prerrogativa. Por su parte, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que emite recomendaciones para las nuevas autorizaciones, ha sido objeto en losúltimos meses de duras recriminaciones por parte de Estados Miembros por su falta de transparencia y por no tener en cuenta adecuadamente las objeciones de los Estados Miembros en el proceso de evaluación. Por otra parte, los estudios científicos sobre los que se basa la evaluación previa a la autorización son realizados por las propias empresas, sin que sea posible en muchos casos verificar los datos y resultados de forma independiente. Pero lo que más desconfianza ha generado son los casos de OMG aprobados pese a la existencia de grandes incertidumbres, o peor todavía, a pesar de evidencias sobre su peligrosidad para la salud y/o el medio ambiente.

Por ejemplo, en 2007 un grupo de expertos del Departamento de Ingeniería Genética de la Universidad de Caen, Francia, publicó en la revista científica “Archives of Environmental Contamination and Toxicology” un estudio en el que se demuestra que las ratas de laboratorio alimentadas con el maíz MON 863 de Monsanto muestran signos de toxicidad en el riñón y en el hígado [5]). El estudioa naliza los resultados presentados por Monsanto a la Comisión Europea para obtener la autorización de comercialización en la UE del MON 863, un maíz que produce un nuevo insecticida llamado “Cry3Bb1 modificado”. Sin embargo, la Comisión Europea concedió licencias para comercializar este maíz tanto para el consumo humano como para el consumo animal. Se han hecho llamamientos a los gobiernos para que emprendan una reevaluación urgente de todos los otros productos transgénicos aprobados, y una revisión estricta de los métodos de análisis actuales.

Otro ejemplo es el del maíz Bt 176. El cultivo comercial de transgénicos llegó a la agricultura española en marzo de 1998 [6] con este maíz de Ciba Geigy, hoy Syngenta. Este maíz contiene una modificación genética con tres genes que permiten producir una toxina capaz de matar insectos como el taladro y otros lepidópteros (mariposas y polillas), ser tolerante al herbicida glufosinato de amonio y aportar resistencia al antibiótico ampicilina [7]. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) retiró, en octubre de 2001, las variedades Bt 176 de la lista de productos transgénicos registrados, dado que presentaban riesgo de aparición de resistencia en los insectos [8]. A pesar de esto, el Gobierno español autorizó nuevas variedades Bt 176 casi un año y medio más tarde de la aparición de estas evidencias. En abril de 2004, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó un informe en el que recomendaba la prohibición, a partir de enero de 2005, del cultivo de determinados transgénicos, entre ellos el Bt 176. Posteriormente, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA) anunció que en esa fecha la siembra de maíz Bt 176 quedaría prohibida en territorio español . En el año 2005 el Gobierno siguió reconociendo que se está permitiendo el cultivo de un maíz cuya comercialización está prohibida según el Artículo 4 (2) de la Directiva 2001/18, a partir del 31 de diciembre de 2004.Todavía no se ha informado acerca de los impactos generados durante los más de siete años de cultivo.

El análisis de riesgos del maíz MON 810 (el tipo de maíz transgénico que secultiva en España), aprobado por la UE en 1998 bajo la Directiva 90/220/CE, no incluyó aspectos fundamentales como los efectos a largo plazo sobre la salud humana y/o animal o los impactos indirectos o diferidos sobre el medio ambiente, exigidos por la actual legislación [9]. Es imprescindible actualizar dicho análisis de riesgos, sobre todo teniendo en cuenta la falta de información exacta sobre los genes contenidos en el ADN del evento MON 810 en el momento de su aprobación y los resultados de estudios de caracterización posteriores, que sugieren que el ADN del maíz ha sufrido reordenaciones y/o supresiones a raíz de la transformación [10]. Asimismo, resultan preocupantes las similitudes de la proteína Cry1Ab producida por el MON 810 con la proteína Cry9C del maíz StarLink (retirado en 2000) que presenta características potencialmente alergénicas.

Con respecto a los impactos de estos maíces MON 810 sobre la salud o el medio ambiente, es importante reseñar que el único Plan de Seguimiento disponible anivel europeo es un documento entregado por Monsanto en 1995, cuando la compañía solicitó el permiso de comercialización, sin que haya habido ninguna actualización desde entonces. Este Plan no cubre ninguno de los asuntos científicos sobre los cuales se viene discutiendo desde la aprobación de este maíz y que, según la Directiva 2001/18/CE, deberían ser tenidos en consideración, incluyendo la estructura del genoma después de la integración deun gen extraño, los riesgos para organismos no-objetivo, los cambios en las rutas metabólicas secundarias de las plantas y la excreción y acumulación edáfica de la toxina Bt.

En un reciente informe [11], se demuestra la alta variabilidad del contenido de la toxina insecticida Bt presente en los maíces MON 810. La investigación, realizada en 2006 a partir de más de 600 muestras recogidas en España y Alemania concluye que las concentraciones de toxina Bt en las plantas son altamente impredecibles y variables, por lo que, por ejemplo, las plantas de un mismo campo llegan a diferir entre sí hasta 100 veces. Además, la concentración de toxina es completamente diferente de los niveles ofrecidos por Monsanto cuando solicitó la autorización para comercializar este maíz. Estos datos arrojan nuevas incertidumbres y preocupaciones con respecto a la seguridad y la calidad del maíz transgénico, y ponen en entredicho el sistema de autorizaciones de la UE.

Al igual que el conjunto de los europeos, una mayoría de la población española se opone a los alimentos transgénicos. En el Eurobarómetro de mayo de 2006, el dato más significativo es que solamente el 34% de los españoles está de acuerdo para que se fomente la biotecnología aplicada a la producción de alimentos. Asimismo, un estudio de marzo de 2004 del Centro de Investigaciones Sociológicas revelaba que cerca del 70% de los españoles considera la modificación genética de ciertos cultivos peligrosa para el medio ambiente y el barómetro español de septiembre de 2006, que los alimentos transgénicos son una de las dos cuestiones relacionadas con la alimentación que más preocupan a los españoles.

Por otra parte, se ha demostrado claramente que no es posible la coexistencia entre cultivos MG y ecológicos o convencionales. Los numerosos casos de contaminación a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde las semillas hasta el producto final, son una demostración clara de que la contaminación transgénica es inevitable. La contaminación de las semillas –que puede alcanzar proporciones nada desdeñables en poco tiempo, como se ha demostrado en EE UU- reviste especial gravedad por su carácter irreversible, impidiendo una posible marcha atrás en caso de ser necesaria la retirada del mercado de determinados OMG. De ahí la exigencia irrenunciable de que se aplique el principio de precaución, relegado al olvido actualmente al permitirse el cultivo de variedades MG en nuestros campos y la introducción de ingredientes transgénicos en nuestros platos.

La utilización de la ingeniería genética en la agricultura no puede considerarse una simple herramienta de producción. El debate sobre los cultivos MG va mucho más allá de la mera aplicación de una tecnología nueva, y plantea ciertas cuestiones éticas que la sociedad no puede eludir:
En la actualidad, dichos cultivos benefician exclusivamente a las pocas multinacionales que los desarrollan y comercializan, y que los están intentando imponer agresivamente en todo el mundo. Los grandes intereses económicos en juego dan lugar a todo tipo de presiones políticas por parte delas empresas agrobiotecnológicas y de algunos gobiernos, despreciando totalmente consideraciones ambientales y sociales.
Está en juego nada menos que el control de la agricultura y la alimentación en unas pocas manos, lo que puede conducir a una situación muy peligrosa para la independencia y supervivencia de pueblos, países y del conjunto de laHumanidad.
La utilización de la ingeniería genética en la agricultura no hace más que exacerbar los efectos perniciosos de una producción industrializada e insostenible, que no favorece a los pequeños agricultores, ni respeta el medio ambiente ni reparte equitativamente las riquezas.

El mundo necesita enfoques agrícolas sostenibles y es hora de que los gobiernos y los especialistas dediquen sus energías y recursos a desarrollar tecnologías y políticas compatibles con la protección del medio ambiente, una producción segura y de calidad y un reparto justo entre todos los seres humanos.

[1] James, C. 2006. Global Status of Commercialized Biotech/GM Crops: 2006. ISAAA Brief No. 35. ISAAA: Ithaca, NY.

[2] European Communities - Measures Affecting the Approval and Marketing of Biotech Products (DS291, DS292, DS293). First Written Submission by the European Communities. Geneva. 17 May 2004.

[3] Who benefits from GM crops? An analysis of the global performance of GM crops (1996-2006)

[4] Fernandez-Cornejo, J. & Caswell. April 2006. Genetically Engineered Crops in the United States. USDA/ERS Economic Information Bulletin n. 11

[5] Seralini et al., 2007. New Analysis of a Rat Feeding Study with a Genetically Modified Maize Reveals Signs of Hepatorenal Toxicity. Archives of Environmental Contamination and Toxicology, 52

[6] Orden 7052 de 23 de marzo de 1998 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, por la que se dispone la inscripción de variedades de maíz en el Registro de Variedades Comerciales.

[7] El empleo de genes marcadores de resistencia a antibióticos ha sido ampliamente condenado por organismos como la FAO, la Royal Society y el Pasteur Institute, a quienes preocupa que estos genes puedan crear resistencias en microorganismos y generar problemas sanitarios en humanos y animales.

[8] Sloderbeck, P. Current status of Bt Corn Hybrids. Kansas State University, K. State Research and Extension, Southwest Area Extension Office, Garden City, 2002, Kansas.

[9] Anexo II de la Directiva 2001/18/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 12 de marzo de 2001 sobre la Liberación Intencional en el Medio Ambiente de Organismos Modificados Genéticamente.

[10] Comunicado de Prensa de ISIS, 9-4-2004, Comment on Assessment ReportC/GB/02/M3/03 (herbicide tolerant and insect resistant hybrid maize, NK603xMon810), Institute of Science in Society

[11] "¿Qué cantidad de toxina Bt producen realmente las plantas de maíz transgénico MON810?". Resumen en Castellano

Fuente: Ecologistas en Acción

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