Tesoro en Aguirre
Carmelo Ruiz Marrero
Publicado en Claridad
Subido a Indymedia el 1 de febrero de 2004
En nuestra costa sureña hay una localidad tan rica en cultura e historia que hablamos de ella como si fuera un municipio: Aguirre. Residentes del área están haciendo un magno esfuerzo por proteger sus dos tesoros culturales y ecológicos: la Central Aguirre y la Bahía de Jobos.
Aguirre hasta tiene su propio código postal, unremanente y recordatorio de los días de gloria de la Central Aguirre. La pequeña estación de correo es una de las pocas estructuras aún funcionales entre los restos del antiguo complejo azucarero.
La corrosión y los matojos ganan terreno sobre lo que queda: las oficinas de la gerencia, el dispensario de los empleados, el teatro, el ferrocarril, las facilidades que albergaban la maquinaria para procesar
caña (maquinaria que fue vendida a inversionistas dominicanos), el hotel (donde se hizo la primera piscina en Puerto Rico), y mucho más. Frente a la oficina postal está la antigua casa club del hotel,
que es ahora la oficina de la Reserva Estuarina de la Bahía de Jobos.
Extraordinario recurso
La bahía y su estuario son un extraordinario recurso natural y están protegidos por una designación que es única en su especie en todo Puerto Rico. En 1987 fue designada reserva estuarina mediante un acuerdo entre el Departamento de Recursos Naturales y la agencia
federal NOAA. La reserva, conocida por su acrónimo en inglés, JOBANERR, cubre 2,800 cuerdas, que incluyen playas arenosas, arrecifes de coral, praderas de yerbas marinas, bosque seco subtropical, bosque de mangle y 17 islotes. Se encuentran ahí cuatro especies de mangle: rojo, negro, botón y blanco, además de 89
especies de aves, incluyendo el pelícano pardo, playeros y el canario de mangle.
“Por ser un amplio y diverso ambiente, la reserva posee diferentes ecosistemas tales como bosque xerofítico, salitrales, lodazales, manantiales, lagunas y cayos”, dijo a CLARIDAD la joven Verónica
Méndez, quien trabaja como voluntaria de la reserva. Ella y su hermano William nos llevaron de travesía por la bahía y sus alrededores.
Una “monstruosidad”
Como es el caso con muchos otros terrenos de alto valor ecológico y estético en Puerto Rico, ya hay intereses comerciales que quieren darle “uso productivo” a la bahía. Con el apoyo del representante
Guillermo Valero y del alcalde de Salinas Abraham López, el empresario Tito Bonilla quiere construir en los antiguos terrenos de la central el Proyecto Desarrollo Turístico del Sur-Aguirre.
El proyecto, descrito por el grupo salinense Diálogo Ambiental como una “monstruosidad”, ocupará unas 500 cuerdas, incluyendo los restos de la central. Incluye la restauración del hotel abandonado, la construcción de 50 cabañas, una marina para acomodar embarcaciones recreacionales, expandir un campo de golf ya existente
a 18 hoyos y hacer una playa artificial con una máquina para hacer olas. Los ambientalistas y activistas comunitarios del sureste entienden que los impactos ambientales de este proyecto serían funestos
e irreparables. Además, advierten que se privatizaría un recurso que hoy es público, pues las vías de acceso a la bahía están en los predios donde se propone la construcción.
¿Y el agua?
El impacto ambiental que más se discute es el que tendrá sobre la disponibilidad del agua. Al examinar la situación del líquido en Salinas uno se da cuenta de que la bahía de Jobos y su estuario ya tienen más
que suficientes problemas y amenazas. La bahía no se suple de ríos, como otros estuarios, sino del acuífero local, el cual está contaminado y al borde del agotamiento.
Primero está la agricultura, que consume grandes cantidades de agua y usa sustancias agrotóxicas como herbicidas y pesticidas, que acaban filtrándose al acuífero. El uso agrícola del agua aumentará, pues la
planta procesadora de pollos PAPRI está en proceso de reapertura, y cada pollo requiere varios galones para procesar.
En las cercanías de PAPRI está el vertedero municipal, en proceso de expansión para recibir basura de otros pueblos. Contrario a lo que nos quieran hacer creer las compañías basureras, ningún vertedero es
impermeable y por lo tanto siempre se filtran sus contenidos al acuífero. Y encima de todo esto, las comunidades de Aguirre descargan sus aguas de alcantarilla directamente a la bahía, sin tratamiento.
El acuífero también se agota y contamina debido a las plantas generadoras de la Autoridad de Energía Eléctrica en Aguirre y de la carbonera AES en Guayama. Ambas necesitan grandes cantidades de agua para operar y generan contaminación atmosférica. En el caso de
AES, está el problema de la disposición de la ceniza tóxica producida por la quema de carbón. Y también viento arriba está la petroquímica Phillips. Estas tres instalaciones reciben su combustible de barcazas, cuyo paso impacta los ecosistemas costeros.
Desparramo urbano
Como si todo esto fuera poco está también el desparramo urbano, llevando los ya escasos suministros de agua derecho al abismo. En las planicies agrícolas de Salinas ya están apareciendo, como en el pueblo vecino de Santa Isabel, urbanizaciones cada una con cientas de unidades de vivienda. Las casuchas de cemento, de “interés social”, son adefesios que contrastan con las elegantes casonas que vimos en las afueras de la central, que una vez albergaron a los ejecutivos de las compañías azucareras y hoy son habitadas por nuevos dueños.
Durante nuestra visita paramos en una de esas nuevas urbanizaciones, Paseo Costa Sur. Los residentes, muchos de los cuales apenas llevan unos meses viviendo ahí, nos contaron que están sin agua la mayor parte del tiempo. Pero los contratistas quieren construir más y más casas. Ya se planean muchas más urbanizaciones a ser construidas en los alrededores de la carretera 3.
¿De dónde se suplirán las urbanizaciones nuevas y futuras? ¿Y el proyecto turístico planeado para Jobos? Para Verónica y William y para sus compañeros de Diálogo Ambiental, es obvio que no hay suficiente
agua.
Hacia un futuro sustentable
Como avenida a un desarrollo verdaderamente ecoturístico y sustentable, Carmen González, incansable manejadora de la reserva, propone la compra de un predio de 76 acres actualmente perteneciente a la Autoridad de Tierras, que garantizaría el acceso público a la bahía desde la entrada a la antigua central. En esas tierras se podrían abrir veredas, hacer un muelle para viajes educativos y establecer empresas comunitarias de bajo impacto ambiental, recomendó González.
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